html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" xml:lang="en" lang="en" dir="ltr"> Diálogos picantes del Profesor Bruburundu Gurusmundu y su ayudante Chalapán Malacacha: febrero 2012

miércoles, 29 de febrero de 2012

Trucos que usan "ellas", me reprimo al calificarlas, para engañar a sus pobres mariditos

-Sí, Chalapán. Hemos llegado al penoso momento siempre postergado para más tarde, para quizás nunca, el momento de la verdad. No estamos hablando de si la vida fluye o no fluye o de si existe o no existe Dios, porque todos sabemos que... pero dejemos eso para más tarde. Hoy decido abandonar el plural mayestático y hacerme cargo de la primera persona del singular para declarar que lo que ahora concentra mi pensamiento hasta el límite del dolor, aquel límite que no se sabe si es soportable o no (aunque confieso que tengo en la cubierta de la mesa un revólver cargado, como un tarado ansioso de fama del que oí hablar), decía que finalmente he optado por hablar, sí, querido Chalapán, por sacar a flote los cuajarones de sangre guardados en mi corazón, para sacarme esta cruz que cargo en mis hombros por todos vosotros, y que es nada más y nada menos que el dolor que provoca en la parte de atrás de la cabeza el engaño artero del que sois regularmente víctimas por parte de vuestras mujercitas, dolor que yo, insisto una vez más, experimento únicamente desde el punto de vista sicosomático o simbólico, puede ser incluso moral, pues tomé hace muchos años la precaución de no hipotecar mi corazón a ninguna matriz y culiar puertas afuera, y de lo más bien que me ha ido. ¿Pero, te sirves algo? No has abierto la boca.
-Si tuviera algo para beber, Arcipreste del Manantial del Saber.
-Hay agua. Puedes sacar hielo del refrigerador y le echas unas gotitas de limón. Queda refrescante.
-Muchas gracias, Maestro. Así lo haré. ¿Usted, qué se sirve?
-¿Será hora de tomarse un whisky?
-Son las tres y cuarto.
-Ya, tráete un whisky. La botella está en el lustrín. La tenía escondida por la vieja.
-¿Esa que dice Wattson's, de Licores Mitjans?
-Esa misma. Sírveme un buen vaso, con dos cubos de hielo.
(Vuelve).
-Salud, Chalapán.
-Salud, Venerable Guía.
-Así es la cosa.
-Claro.
-De lo más bueno este whisky. ¿Quieres probarlo?
-Mi mamá me dice que no beba sino hasta que cumpla 21 años, porque a esa edad se es mayor de edad.
-Las leyes dicen otra cosa, muchacho. Tú deberías conocerlas.
-Me llevo aprendida hasta la número 18.674, Profesor. No he llegado a la Ley de Alcoholes todavía, pero eso no tiene importancia, porque para mi mamá las leyes son las de antes. Y a veces me inclino por encontrarle la razón.
-La única ley es la de la necesidad, querido Chalapán. Consiste en satisfacerla por las buenas o por las malas. Es mejor por las buenas, pero de lo contrario hay que usar la astucia.
-¿Y qué hay del precepto tan en boga en la Academia, de que la libertad mía termina donde empieza la del otro?
-Toda acción humana involucra un perjuicio.
-Le rogaría que me explicara esa sentencia tan fuera de lugar en el mundo de hoy, Maestro de la Superchería Positiva.
-Toma como ejemplo el simple acto de caminar por la calle, Chalapán. Matas microbios, gastas la suela del zapato, liberas anhídrido carbónico a la atmósfera, provocas un gasto extra de energía a las personas que se cruzan en tu camino, quienes deben desplazarse algunos centímetros para no chocar contigo. Aplica esto a cualquier acción de la vida y hallarás enormes vallas que le saldrán al paso a tu necesidad del momento.
-Volviendo a su comentario del lustrín, ¿qué es de la señora Sofía?
-¿Que dudas de mis palabras, que me cambiaste de tema?
-No, Maestro, jamás. Es que me acordé de ella porque vi pasar una barata.
-Ahí debe estar la vieja, Chalapán, en Loncoche, contando billetes de diez y de veinte. Tan feos que son los de veinte.
-¿Ya le pagó?
-Me faltan dos cuotas. ¿No notas la escasez?
-Algo... pero con tantos pacientes que atiende...
-Cuando se acerca fin de año tienden a escasear. Disminuyen sus males, disipan sus dudas. Y a todos les da por salir de vacaciones. Como a ti.
-Nosotros vamos a salir en febrero. A mi mamá le gusta ir a una residencial cerca de las termas de Panimávida. Lo pasamos lo más bien. Incluye desayuno bien contundente, tres platos al almuerzo y dos platos a la cena. A mi mamá le gusta darse dos baños al día. Uno en la mañana y otro en la tarde. A lo mejor podría acompañarnos.
-Mmm, lo pensaré. Me haría bien un bañito para el dolor de rodillas. ¿Y tú, qué haces en ese ambiente tan juvenil?
-Siempre llevo libros de historia o biografías de líderes mundiales, Megacalifa. Esta vez me llevaré el Derecho Romano.
-Bien. ¿En qué estábamos, querido Chalapán? Se me olvidó por completo.
-Iba a referirse a un tema que no se puede seguir postergando, si mal no recuerdo el tema del dolor que experimenta el hombre casado al descubrir que es engañado por su mujer.
-Estas maracas se las arreglan para cagarlo a uno, Chalapán, ten cuidado cuando te toque. ¡Os advierto que en este mismo momento uno de nuestros socios de número está siendo traicionado por aquellas que no tienen nombre!, y que para evitar suspicacias o reclamos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (me cago con todo respeto en la Ilustrísima Comisión Interamericana de Derechos Humanos), llamaré pololas, novias, esposas o en su defecto, mujeres. A esa putita de salón a la que me refiero, a la que también se le puede llamar consorte o cónyuge, ojo, se dice cónyuge, no cónyugue, a esta hora la deben tener ensartada por Detroit o quizás le dio sed y se bajó al pilón. Así se comportan, llegadas las circunstancias. Humillante es reconocerlo, de allí mi sufrimiento atroz.
-Mi mamá dice que nunca engañó a mi papá, y yo le creo.
-Es que tu mamá es una santa, pero las demás, no tanto, Malacacha.
-Si Usted lo dice, Adalid de la Franqueza, yo también le creo.
-A todo esto, siempre se dice, y hasta los socios del Club de la Lengua de Vaca lo repiten orgullosos, como huevones, siempre se dice que los hombres son más califas que las mujeres. La más elemental lógica desprendería de aquella falacia que los culiados se lo pasan echando cacha entre ellos, porque de lo contrario de dónde iban a salir mujeres para tantos hombres calientes; por lo tanto los hombres serían más colepatos que las mujeres. ¡No, Chalapán! ¡Craso error! Las mujeres son más califas que los hombres y se sabe del caso de una sola que se despachó a más de 30 en una noche, y conste que no era maraca. Es que las mujeres son como los camellos: cuando culean, culean de verdad y la cacha les dura como el agua en la joroba, otro famoso mito que por ahora nos conviene dejar en remojo.
-Lo que acaba de proclamar es un detalle no menor, Maestro.
-Un detalle no menor, como dicen ahora los que se las dan de genios del lenguaje. No te contagies también tú por favor Malacacha te lo pido por Nuestra Señora de Guadalupe. "Un detalle no menor", "se viene el conjunto azul", "cabe recordar", "¡avisa el Real Madrid!", "sin ir más lejos", "y nada, a echarle padelante no más", "o sea, igual vamos a ganar"... ¡pico para los lugares comunes! y perdóneme la Virgen de Guadalupe si yo también uso alguno de repente, errar es patuno como dijo el hombre bajándose de la gallina, como iba diciendo, otro detalle no menor es que los pelotas somos todos los mismos haciendo una ronda alrededor de la zorra. Vale decir, el cornudo es al mismo tiempo patas negras y el patas negras, cornudo. Es el carrusel de la vida, por decir algo bonito. Pero qué hacemos en vez de unirnos: cagarnos.
-Pobre de nosotros.
-Tiendo a irme por las ramas últimamente, Chalapán. Me han aconsejado pastillas de salmón. Me compré un frasco y no son malas, pero repiten. ¿En qué estaba?
-En los trucos de las mujeres para engañar a sus esposos.
-Ah, sí, los trucos de las maracas para engañar a sus mariditos. ¿Quieres otro vaso de agua, Chalapán?
-No, Profesor, muchas gracias. ¿Viene algo fuerte?
-Si gustas te tapas los oídos.
-Seré valiente. Escucharé y aprenderé, Sultán del Conocimiento.
-Hay un personaje muy interesante de mujer que se llama la Tonta Lesa. Posee tres a cuatro puntos más de coeficiente intelectual que un zapato de taco alto y por eso es la preferida de los cerebros maquiavélicos, aquellos depravados ansiosos de manipular a las personas. Una Tonta Lesa en manos de un cerebro maquiavélico es un festín de placer oculto tras las cortinas, como lo dicta la conveniencia.
-¿Y cómo es ella?
-La Tonta Lesa suele ser una esposa bastante fiel, aunque sólo hasta que se le atraviesa uno de estos rufianes. El colmo de su calentura es echar cacha patita al hombro. Encuentra que esa es la perversión máxima, de Tonta Lesa que es. Jamás ha chupado la sustancia entre los dedos y encuentra asquerosa la bufanda de quesillo, nunca le ha tirado un chorro de pichí en la cara a su amante y al momento de volver a ponerse las panties lanza un suspiro divertido, como diciendo ¡huy lo que hice! Pues bien, aunque cuesta creerlo, hasta la Tonta Lesa es capaz de engañar al más sagaz de los maridos, al más celoso. Su truco consiste simplemente en hacerse la tonta, más bien no hacerse, sino comportarse de la manera más natural, ya que así el saco de huevas se va confiado a la pega, sin sospechar que la sesos de aserrín espera inocentemente la llegada del patas negras, digo inocentemente porque en realidad lo que hace es trapear el piso, poner a cocer las papas y pasar el plumero hasta que de repente tocan el timbre. Si la cosa no se complica en ese momento crucial se debe a la malévola inteligencia del Señor... no, ¡me niego a decirle Señor Molina al culiado! Cabro chico me dan ganas de pegarle una chuleta en la raja cuando lo veo en la tele, tan engominado el huevón enano, y la huevá que dice del tordo de queque gordo, se nota que el comercial lo inventó una anoréxica de gimnasio o un creativo colepato, pero menos mal que ya lo dejaron de dar, ya la gente lo está olvidando.
-Con mi mamá lo vimos una vez y nos reímos, Profesor.
-Decía que el cerebro maquiavélico del Señor Molina, que llega a la casa cuando el marido está en la oficina, borra todas las pistas y no deja huella. Por ejemplo, cuando toca el timbre no es para entrar. Es para avisar que la va a estar esperando en el cíber de la esquina. Cuando la Tonta Lesa entra al cíber, el cerebro maquiavélico ya está con el pico afuera y le tiene calentita la cabina privada del fondo. Ella se sienta en la callampa y se va cortada como a los dos minutos y quiere ir por la segunda altiro, pero se olvida de que el otro no es de fierro. El sinvergüenza, mientras se recupera, le pone los Youtube de Heidi o de El Chavo del Ocho que ella veía cuando chica y cuando la Tonta Lesa va como en el video número 12 el patas negras se lo manda a guardar por Detroit sin que se dé cuenta. Y así completan más de una hora en la cabina y la cacha le viene saliendo al maricón por miserables 800 a 1.100 pesos.
-Bueno saberlo para cuando me llegue la hora de acudir al bufete.
-Hay otro ejemplar que se llama la Tonta Viva. Tal como su nombre lo indica, no tiene un pelo de lesa, sino que aprovecha su calidad de rucia teñida para dárselas de Marilyn Monroe, o sea para hacerse la mosca muerta. Todas las cosas "le pasan por casualidad" y su marido siempre es el "bichito", el "gordi" o "papá". Papá esto papá esto otro, gordi aquí gordi allá y mientras el huevón está en las nubes a la Tonta Viva le llega a chorrear el cuáquer por la comisura de los labios.
-¿Cómo protegerse de una Tonta Viva, General de la Precaución?
-Es muy difícil, si no imposible, querido Chalapán. A lo más sugeriría seguir estos consejos, pero sabiendo de antemano que la batalla está prácticamente perdida.
-¿Cuáles serían?
-Hago hincapié en que brindo gratuitamente estos consejos para que el marido se ponga en actitud de alerta y así no aumente la cornamenta que exhibe a la entrada de su casa o departamento (aunque no sería malo que comprara el libro "Actas secretas del Club de la lengua de vaca", se vende en la Feria Chilena del Libro, precio alrededor de 10 mil pesos de los cuales este Profesor se lleva apenas una luca, así podría retribuir el desinteresado favor de estos consejos).
-Yo ya tengo el libro. Está en mi velador.
-Primer consejo: dude cuando lo estén tratando demasiado bien. Eso quiere decir que la maraca está transfiriendo su sentimiento de culpa hacia una buena acción que la deje livianita. Si de pronto le sugiere que se dé un baño de tina, solo, y el pelota se lo da y ella le echa sales de baño y le prende incienso y le lleva un cortito de ron para que disfrute viendo cómo le flotan las huevas en el agua caliente, ¡fijo que se la acaban de pisar! Al revés, si la ve intranquila, desganada, de mal genio, debe darse con una piedra en el pecho, porque es señal de que le falta pico y de que al menos le ha sido fiel ese día.
-Qué mala puede ser una mujer, Maharajá de la Corneta.
-Un truco más viejo que el hilo negro, no sólo de la Tonta Viva sino de varias tontas más, querido Chalapán, es la compra del supermercado. Yo, con mis propios ojos, he visto cuando la mosca muerta estaciona el auto en el subterráneo del Líder, toma un carrito para hacer teatro, deja el carrito a la entrada y corre a meterse a otro auto que la está esperando para salir rajados al motel. Un día miré cuando iban saliendo y la Tonta Viva le iba corriendo la paja al patas negras y el auto pasó a llevar un fierro a la salida del estacionamiento y quedó abollado. A veces incluso los he visto pisar en el mismo auto, en la oscuridad del rincón del estacionamiento, porque no aguantaron las ganas y se fueron cortados ahí mismo.
-Me fijaré de aquí en adelante.
-No te vaya a dar por el voyerismo, Chalapán. Es un placer incompleto; la mente jamás se satisface, quiere siempre más y eso no lleva a nada bueno.
-Lo haré solamente por un afán detectivesco, Maestro.
-Los Martes Femeninos son mandados a hacer para las esposas de vodevil. Pierden toda compostura y entre cuatro tratan de chuparle la callampa y los cocos al negro que el Padrino Aravena trajo de Haití por dos completos y una Coca Cola. Es increíble que los maridos las dejen ir con sus amigas, habiendo demostrado Comte, Durkheim y Weber hace más de cien años que entre varias se potencian y se audacian, por inventar un verbo. Escucha esta grabación, correspondiente al momento en que la miserable traidora vuelve a la casa.
-Soy todo oídos.
(Corre la cinta).
-¿Cómo le fue cariñito? ¿Se desestresó mi vida?
-¡Más fome, papá, lo mismo de siempre!
-Acuéstese, venga a la camita, debe estar cansada.
(Fin de la cinta).
-Qué corta la grabación.
-Si la mina se acuesta y se lanza al maní con ojos de loca quiere decir que sus amigas se comieron al negro y no le dejaron ni las migas. Si pretexta neuralgia, migraña, cefalea o jaqueca quiere decir que el negro la hizo arar a cachas. En este único caso y en mi calidad de Profeta del Sexo condeno a los quintos infiernos al cornudo, porque se lo buscó.
-Bien dicho.
-Es increíble que ante las mismas barbas del saco de huevas su mujer lo engañe. Uno de los trucos socorridos es la patita debajo de la mesa, ilustrada en tantos filmes. Luego de retirado el pie del zapato, la patita se usa generalmente para acordar un contacto posterior, pero ha habido casos en que la mujer infiel y su amante se han hecho la paja debajo del mantel, frotando el dedo gordo en el correspondiente órgano sexual. Todo mientras comparten una provoleta y un congrio a la plancha con papas fritas acompañado de una botella de espumante junto con sus respectivas parejas, quienes ocupan su valioso tiempo dándose datos útiles para acortar camino y evitar los tacos al llevar a sus hijos al colegio, por las mañanas.
-No sé si podré seguir oyendo tanta depravación, Paladín del Vicio.
-Hay un caso muy bonito de infidelidad, al que le llamo el Caso Sacro, Santo o Sagrado. Lo cometen las pechoñas o beatas, curioso, mientras más edad tienen más calientes se ponen. Estas almas del Señor son de misa diaria y de confesión semanal. El marido dirá qué santa es mi mujer, cuando muera se va directo a los altares. ¡Despertad, saco de higos, bajad del Atalaya! A su mujer le tocó, para mala suerte suya, un cura anormal en la parroquia. El curita tiene la media coronta y no es de esos que andan detrás de los niños, porque los encuentra demasiado tiernos. Prefiere lejos a las mujeres hechas y derechas de cuarenta parriba, porque no se quejan cuando él se las chifla, más bien ayudan, muy discretamente, a entrar de nuevo la coronta a la embocadura cuando se sale. A menudo ambos materializan el acto después de prenderles velas a los santos, ocasión que el religioso aprovecha para meterle de llapa una vela en el ano a la beata, sin que ella intente la más mínima protesta, salvo que la vela se halle encendida, hasta los curitas cometen errores. También se da mucho que se pongan a culiar mientras pasean por los vetustos patios de la parroquia o cuando ella se va a confesar, de preferencia esto último porque es más emocionante. La calentura los lleva primero al placer y luego a los negocios: luego de arrodillarse ante el dios pilón, la beata aprovecha luego de confesarse mientras él se limpia el moquillo del hábito sacerdotal con ese vestido blanco que se ponen encima. El primer pecado que confiesa es haber engañado a su marido. El segundo, haberle chupado la callampa al curita. El tercero, haberse dejado penetrar por Detroit por el curita. A todo esto el humano representante de Dios se vuelve a calentar al oír la confesión y tras otorgarle el perdón y darle una penitencia a la rápida se lo manda a guardar. Cuando la va a dejar a la puerta la despide con la siguiente frase, mientras le da la bendición con agua bendita en la frente: "Tu contumacia me está llevando lentamente a la perdición, hija mía. Abandónala, pero si no puedes, te espero la próxima semana, como a esta misma hora". La beata se va corriendo a la casa a ver en el diccionario qué significa contumacia y como no entiende se queda pensando.
-Cuesta creer lo que he oído del representante de Jesús en la Tierra, Arzobispo del Pecado.
-Si dudas de las revelaciones de este Visionario Perfecto, querido Chalapán, acude un domingo en la mañana a la parroquia del curita una hora antes de la misa, y métete para callado al confesionario. Verás que el piso está viscoso. Allí mismo fue donde estas beatas vieron ángeles entre las nubes...
-¿Pero de qué tipo de infidelidad habla a fin de cuentas, Maestro Perfecto?
-Preciso es admitir que por infidelidad yo entiendo toda acción u omisión, ya sea mental o física, que conduzca a que la abnegada esposa se moje de repente los calzones en la parte de la zorra, debido a una causa ajena al sujeto de su amor eterno, esto es, su maridito. Si no se entiende, mala cueva. En todo caso, hay quienes se obstinan en tapar el sol con un dedo y admiten ser víctimas de infidelidad solamente cuando la mujer compromete su corazón además de su sapo. Para ellos un "simple gustito" con un amante de paso o una paja con un pico de goma del porte de una Coca Zero de medio litro no representan traición, qué decir una cacha swinger. En lo último estoy de acuerdo por razones que no viene al caso analizar, pero en los dos primeros ejemplos nadie me saca de la cabeza que la putita de hogar está cometiendo un acto asaz infiel cuando practica pollito pastando con un señor que conoció en la micro o cuando se ensarta a dos manos el manguaco de goma, más encima si al abrir los dedos de los pies durante el acto masturbatorio susurra un nombre extraño o se imagina a alguien que no sea su maridito encima de ella, sea éste un desconocido, un viejo amigo que volvió a encontrar en Facebook, una colega de oficina, la voz de Barry White, el pelado italiano del almacén, el violador de Renca, el doctor Ben Casey o el caballo del Llanero Solitario. Hay ríos y oceános de literatura que apoyan esta postura, la de la infidelidad según la fórmula Macaca + Pensamiento, impresa, por dar dos o tres ejemplos, en el Código de Derecho Canónico, el Manual de Carreño, los experimentos de Masters y Johnson, la Biblia de La Cuarta y el mencionado volumen "Actas secretas del Club de la lengua de vaca".
-Concuerdo con sus palabras, Su Excelencia Reverendísima.
-Otro truco que me han dicho que se está usando mucho en el último tiempo es el de la radio a tubo. La adorada esposa se las ha ingeniado para comprar una radio a tubo en la feria persa Biobío y ahora le da por repararla y dejarla tiqui taca. Por lo menos una vez a la semana llega a su casa con el dato de que hay un maestro que repara radios a tubo en la población El Cortijo o en la Villa Frei, en San Pablo, en el Apumanque, en los Dos Caracoles, bla bla bla, la cosa es que los datos resultan fallidos. Qué te dijo el maestro Bertita. No estaba, Ramón, andaba almorzando y me cansé de esperarlo. Cómo te fue hoy mi vida. Mal, el maestro se había cambiado la semana pasada. ¿Llevaste la radio a tubo? Sí, Ramón, me dijeron que la dejara y que me la van a tener la semana que viene. ¿Y trajiste la radio a tubo? Sí mi amor, pero viene igual. Pero cómo igual, si te la iban a tener hoy día. Es que el maestro me salió con que se le echó a perder el tubo y ahora encargó uno directamente a la Philips de Alemania. Pero si la casa central de la Philips está en Holanda. No sé, así me dijo el maestro, yo creo que me está chamullando. Cuándo vas a aprender, Bertita, ¡te pasan haciendo lesa! Sí mi Ramoncito, nunca aprendo ji ji.
-Cuánta maldad, Profesor.
-Penoso es admitirlo, Chalapán, pero de tanto visitar moteles con la radio a tubo a cuestas la zorra de la esposa se gasta culiando y lo peor es que los labios internos hasta adquieren el poder de sintonizar la radio Cooperativa. El maridito lo experimenta en la cacha semanal del sábado en la noche. Escucha esta grabación.
-Soy todo oídos, aunque me pese.
(Corre la cinta).
-Como que le noto áspera su conchita mi amor...
-Culea tranquilo Ramón, que me desconcentrái.
-Siento como si tuviera el pico ensartado en un hoyo de hilo curado.
-¿No te gusta? Es más rico.
-Ay verdad... ¡Bertita me fuiii!
-¡Te fuiste y no me dijiste que me quieres, papá!
-Shhh, que escucho de lejos un penal a favor de Colo Colo.
(Fin de la cinta).
-Lo que me temía, Gran Califa.
-Ciertas damiselas amantes del pérfido placer de llevar a la cama a un roto insolente estacionan sus BMW frente a edificios en plena construcción y en vez de visitar el departamento piloto suben para callado hasta los pisos superiores, donde se ejecutan las obras. En el sector son conocidas como "Las Arañitas del pico". Para muestra un botón, querido Chalapán: una dama de la alta sociedad, casada con un distinguido empresario del rubro pesquero, digo pesquero para evitar la cacofonía o verso sin esfuerzo que se habría producido al decir empresario del sector inmobiliario, aunque realmente este señor las emprende en el sector inmobiliario; digo que cierta dama casada con un distinguido empresario del sector inmobiliario cuyo nombre no debo revelar, ni el de la dama ni el de su maridito, cumple su fantasía precisamente con los obreros de la construcción, ella, no él, visitando regularmente edificios a medio levantar y para más recacha de la empresa de su peor es nada. Luego de intrusear en el departamento piloto para darse importancia como esposa del jefe y enterarse de las maravillas que ofrece el inmueble, sube discretamente hasta el último piso y cuando divisa el primer casco da vuelta el poto y se baja los calzones. Una vez había tres cascos juntos y la dama de alta sociedad apechugó de lo más bien. ¿Pero sabes cuál es su máximo placer?
-No, Sultán Maharajá.
-Cuando los rotos van a acabar, ella se saca el pico del poto y lo apunta al vacío para contemplar el golpe de la lluvia blanca contra el pavimento o contra la cabeza de alguien que vaya pasando.
-¿Las esposas que trabajan son más infieles que las dueñas de casa, Sultán de Sultanes?
-Da lo mismo, Malacacha, pero los trucos que usan son diferentes. A las dueñas de casa siempre se les echan a perder las llaves del lavaplatos o se demoran en buscar los cien pesos para pagarle al cartero y lo hacen pasar al buen cristiano para que les ayude a buscar en la chauchera. Como el lechero y el panadero desaparecieron de las calles idearon la pillería de que las acompañen con el carro del supermercado a la casa y ahora se están afilando a tiernos muchachitos en vez de los bigotudos grasientos pasados a ala. ¿Quieres más ejemplos?
-Si tuviera...
-Llaman a la Pizza Hut antes del mediodía, conscientes de que se trata de un polvo de lujo que les costará justificar, porque la pizza mediana está saliendo a más de seis lucas. Siguiendo con las dueñas de casa, dicen que los almaceneros de la esquina, que se han puesto de moda en los barrios que se llenaron de edificios de departamentos, han habilitado pequeñas garçonnières en discretos espacios ubicados detrás de las verduras, separados con una cortina que deja ver los pies. La garçonnière consiste en una camilla, un velador, un rollo de papel confort y un jarro con agua. Está prohibido decir garabatos. Son cachas de emergencia y salen bien económicas, porque la vecina se va con una bolsa de choclos gratis.
-¿Y las que trabajan, Eximio Proletario?
-En cuanto a las esforzadas mujeres que trabajan, llámense enfermeras, secretarias, periodistas, profesoras, académicas, aseadoras, lo que venga, fijo que el patas negras se encuentra camuflado en el mismo centro de labores. Se lo reconoce por sus ojos lánguidos, ansiosos de vulva. Es cargante y se sale con la suya porque la verdad es que ellas, me reprimo al calificarlas, lo buscan y lo necesitan. No vale la pena entrar en detalles, me da asco la figura, el mundo no vale nada y no hay mujer santa, excepto tu madre y la Virgen, querido Chalapán, a quienes no vamos a tocar ni con el pétalo de una rosa.
-Gracias por su delicadeza, Sublime Emperador del Filorte.
-Mencioné la palabra ansiedad. Hay esposas ansiosas, que viven pensando en la callampa ajena, la que no tienen en su casa. Son esas mismas de los Martes femeninos. Nunca se conforman con el filorte que se tragan hasta las campanillas de la garganta y a los dos días andan pidiendo datos nuevos a sus amigas. Conforman una especie de círculo del placer y son llamadas con justa razón las maracas de la población. Curiosamente, el cornudo no tiene la menor idea y para los patas negras no constituyen mayor desafío, pues con ellas no hay que ejercitar la sesera y sin trabajo el gustito como que no es igual. Honor, templanza y dignidad.
-Honor, templanza y dignidad, Maestro Perfecto.

Estrategias desesperadas para evitar que la amante vaya a tocar el timbre a la casa

-Permiso, Profesor.
-Qué tal, Chalapán, adelante.
-¡Qué me dice de los calores!, Vulcano de la Desesperanza.
-Que son calurosos.
-Yo venía pensando por la calle, mientras me corría la gota, que si los calores fuesen menos calurosos seguirían siendo calores, pero con menor intensidad, Serenísima Reverencia.
-Lo que equivale a decir que serían calores más fríos, Chalapán.
-Exactamente, Maestro. Usted lo ha dicho.
-¿Y si fuesen calores más calurosos?
-Entonces deberíamos preocuparnos, Paladín de la Democracia.
-¿Y este último título honorífico, a qué viene?
-No sé, me gusta esa expresión que tan bien refleja el contenido de su alma, Master.
-Preferiría Paladín de Autocracia.
-Sus deseos se transforman en materia apenas los trasluce, Paladín de la Autocracia.
-El calor es como una cuerda floja sobre la que transita la humanidad sin darse cuenta. Dos o tres grados hacen una gran diferencia y quince grados pueden terminar acabando con la vida en la Tierra. Qué decir del momento, que llegará, en que el Sol se trague a nuestro humilde planeta.
-Qué calor va a hacer ese día, Profesor. No quiero ni pensar.
-Noto que tu timidez te impide pedirme un vaso de agua, querido Chalapán.
-Es profética su forma de interpretar la vida, Sosias de Isaías.
-Ve a buscar el jarro de jugo del refrigerador y trae dos vasos. Están en la puerta de más acá.
-Ya los vi, Arquitecto del Diseño de la Felicidad.
(Beben).
-Salud, Chalapán.
-Salud, Manantial de la Verdad.
-Y ahora entremos en materia, a menos que quieras proseguir ahondando en esas lúgubres reflexiones.
-Por mí, directo a la clase, Maestro.
-Entonces vamos a la clase. Leyendo el caso de una joven a la cual la mafia de Calabria disolvió en ácido por irse de lengua me ha venido a la memoria la situación vivida recientemente por uno de los socios del Club de la Lengua de Vaca. Dicho espécimen, del cual no daré su nombre, aterrizó en mi consulta para revelarme el temor ancestral que se aloja en el alma de todo hombre que se precie de tal, terror que en él revivió en la forma de una atroz pesadilla que lo hizo saltar en la cama, sudando, con el corazón a todo dar.
-¿Qué soñó el socio, Maestro?
-Me juró que no lo sabía. Su mujer lo había removido al escucharlo dando alaridos de terror. Gritaba "¡Aaag! ¡Nooo! ¡No estoy! ¡No hay naaadie!", y por eso acudía a mi oficina a dilucidar el misterio.
-¿Dilucidó, Gran Maharajá?
-Al someterlo a una sencilla sesión de hipnosis el misterio se aclaró en cosa de minutos. La pesadilla consistía simplemente en que la amante iba a su casa y le tocaba el timbre. Al momento de abrir se asomaba toda su familia y le preguntaban quién era esa mujer con dos maletas en la mano. La que más preguntaba era la suegra. Como se sabe, las maletas en las manos de una mujer que toca el timbre significan que el que sueña está en peligro de muerte, según reveló Freud en su libro "La interpretación de los sueños". En el caso al que hago mención, y que ya se prolonga demasiado, le sugerí a mi pobre cliente que se deshiciera de su amante, si es que la tenía (si hubiese sabido lo de la mafia calabresa le habría sugerido el método, claro que en broma, no vayan a acusarme más tarde de complicidad). A la semana siguiente me sorprendí porque su nombre figuraba de nuevo en la lista de clientes que anota mi secretaria, lista que después de almuerzo vamos leyendo juntos, ella sobre mis rodillas y yo con la mano yendo y viniendo del portaligas a su sapito rococó, hasta que de pronto ella no puede seguir leyendo, se saca los lentes, empieza a jadear, a decir obscenidades...
-¿Esa consulta suya dónde funciona, Maestro? Porque yo conocí a la pura señora Sofía de su casa.
-Funciona por ahí, pero me vuelvo a desviar de un tema que aún no logro afrontar, la cosa es que el cliente de la pesadilla pidió hora de nuevo y me contó que basado en mis consejos había llevado a su amante a un muelle y que al momento de tomarle una foto la empujó al mar como por descuido, con tan mala suerte que la amante había sido campeona de natación en sus tiempos y lo acusó a los carabineros de echarle a perder el peinado, pero con tan buena suerte que le tocó un carabinero que también tenía una amante fregada, y que sin dejar constancia alguna del criminal suceso les ordenó que se entendieran entre ellos. Retomando el hilo, el socio al que hago mención vivió en carne propia la situación que antes describí sólo a modo de ejemplo a través de un sueño que habría tenido y que en realidad nunca tuvo, porque el hecho cierto fue que ¡la amante sí fue a tocarle el timbre a su casa!
-¿O sea que vuestro socio no lo soñó, Maestro?
-No. Fue.
-Por eso mi mamá me aconseja que nunca tenga una sucursal como las que decía que tenía mi papá.
-El tema del timbre es asaz complejo y nadie está libre, Chalapán, salvo los que no tienen amante, como tú, que ni siquiera te has casado, y los que no tienen plata para timbre. Aún así, no falta la loca que llega al inmaculado hogar y hace entrar en sospechas a la santa dueña de casa. Te haré escuchar esta grabación que te aclarará aún más las cosas.
-Escucho atentamente, Adalid de la Electrónica.
(Corre la cinta).
-Dice que te conoce.
-No le hagas caso, mi amor, está loca.
-Pero dio hasta tu segundo apellido.
-Se lo habrá preguntado a la verdulera de la esquina.
-Tienes razón. ¡Oiga, váyase, aquí no vive!
(Silencio, pasa un minuto).
-Gordi...
-¿Qué pasa, vieja?
-¿Por qué la verdulera sabe tu segundo apellido?
-¿Que no te acuerdas que hace un mes le pagué con un cheque?
-De veras.
(Fin de la cinta).
-¿Y qué pasó, Cardenal del Vicio?
-Pasó que la vieja quedó metida, porque la loca le sembró la cizaña. Por ahí se empieza, luego el gusano que se ha  introducido en la manzana hará su trabajo.
-Ah.
-A todo esto, no es llegar y disolver en ácido. Para eso hay que comprar ácido, y en una buena cantidad. O robárselo si uno ejerce su oficio en una mina. Pero tampoco es fácil. Hay que sobornar al capataz o conseguirse lo que le sobró a la mina San José. Luego está el asunto de la palangana. Las venden bien grandes en Sodimac, pero esta palangana que se necesita debería ser casi una piscina y no solo eso, sino que de metal o de concreto, y esas no se venden. En resumen: lo único realmente abordable sería llenar de ácido la piscina de una casa abandonada y disolver a la amante en la noche, tomando la precaución de amarrar el tapón con una cadena a prueba de ácido, de modo que concluido el proceso se retire el tapón desde la orilla, sin meter el cuerpo a la piscina. Pero no faltaría el detalle que incriminaría al cristiano. Después de todo, el crimen perfecto falla cuando entra a funcionar la conciencia o el corazón delator, bien lo sabía el alcohólico demente.
-¿Se refiere a Hemingway o a Faulkner, Catedrático de la Lengua?
-No contestaré esa pregunta tramposa, Chalapán, pero como te habrás dado cuenta, ya comienzan a surgir los temas principales de este diálogo, a saber: ¿Existe el crimen perfecto? ¿Las amantes, una vez que han tocado el timbre y les va mal, insisten o bajan la guardia? ¿Por qué, si las amantes chiflan como las diosas, los hombres se desprenden de ellas, llegando al ácido si es necesario? ¿Las amantes son malas por naturaleza o la sociedad las hizo malas? Y en definitiva: cómo diablos deshacerse de una amante majadera sin dejar huella.
-Siempre me ha intrigado el tema del crimen perfecto, Maestro. El otro día el profesor Ricardo Santibán sostuvo en la Academia que es aquel que se comete a plena luz del día, delante de todos y aceptado por todos. Cuando le pedimos ejemplos el profesor Ricardo...
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales...
-No ha tomado en cuenta lo que dije, Maestro.
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales, querido Chalapán, cuando un socio relató la desgraciada experiencia vivida días antes con su amante ocasional, que culminó con uno de sus dedos magullados. El accidente podía pasar como consecuencia de una poda de ligustrinas o cambio de llave del lavamanos, pero el socio nos dejó en claro y con un cierto orgullo que se trataba de una herida de guerra. Al tomar el café paraba el dedito, para que se le viera el tajo. Como en el grupo que conformábamos se encontraba una damisela y El Polaco, le pregunté a la damisela si ella iría a tocar el timbre a la casa de su amante y dijo que jamás lo haría, pues si la dejaran de querer daría simplemente el romance por terminado, ante lo cual pronuncié una de mis clásicas salidas: "Eres la amante ideal para dejar". La frase, dicha con toda inocencia, le provocó tal risa al Polaco, que fue como si hubiese visto al diablo. Al día siguiente el socio del dedo magullado me hizo ver una enorme verdad, en la que no había reparado. Comentando la opinión de esa damisela, que era su amiga, dictaminó: "Habría que ver lo que hace de verdad, llegado el caso".
-¡Cuánta sabiduría en once palabras!, la del socio del dedo magullado.
-Dedicarse a investigar si existe o no existe el crimen perfecto es una idiotez, Chalapán, da lo mismo, pues ya se cometió. Lo verdaderamente contributivo al capítulo moral de la ciencia criminológica sería descubrir si se puede evitar la desaparición forzada de la amante o si el delito es inevitable. Mis observaciones me hacen sostener que el crimen es evitable si la amante toca una sola vez el timbre y que si lo llega a tocar dos o más veces es inevitable. Ejemplos de crímenes abundan, fuera del mencionado caso del ácido.
-¿Tiene algunos, Maestro?
-¿Acaso las cámaras de seguridad no han registrado una sombra que se escabulle detrás de cada una de las mujeres que se han arrojado al Metro? Y aquellas que terminaron sus días bajo los efectos de somníferos, ¿qué te hace pensar que se los tomaron voluntariamente y no bajo una tierna frase inductiva del tipo tómese estas pastillas mijita y se sentirá mejor, no se preocupe, que jamás me iré de su lado, apenas me salga el divorcio me caso con usted? Hay tantos casos. Me parece estar viendo el de la amante que se lanzó en paracaídas y no se le abrió, el de la mujer que fue a pasear en bicicleta al San Cristóbal y de bajada se le cortaron los frenos, el de la rubia falsa que se intoxicó con champiñones recogidos en el bosque, el de la gordita que se ahogó de placer mientras se la chiflaban en la tina, el de la profesora que se infectó el ano con una tiza envenenada, el de la aseadora que "se suicidó" metiendo la cabeza al water y ensartándose el plumero en el poto. Podría seguir, pero qué demuestran: a mi entender, que no fueron meros accidentes, Chalapán, como quedaron registrados en la bitácora policial, sino asesinatos hechos y derechos originados en el acto de tocar un timbre dos veces mínimo.
-Oh, jamás hubiese imaginado que el corazón del amante destilara tanto refinamiento, tanto cálculo, tanta crueldad, Máximo César de los Borgia.
-La necesidad tiene cara de hereje, Chalapán.
-Hay límites, se dice en la Academia.
-Córtala con la Academia, Malacacha. No me voy a chupar.
-Perdón, Maestro. Se me sale.
-Esos actos de arrojo del amante, cuya conciencia es capaz de sacrificar el tesoro de su plácido devenir a cambio del simple cuerpo de aquella que osa tocar el timbre de su casa, lleva a la pregunta que sigue: ¿Por qué, si las amantes chiflan como diosas orientales, los hombres se desprenden de ellas? O formulada de otra manera: ¿Por qué las amantes van a tocar el timbre?
-Me encantaría saberlo.
-Descontando por improcedentes los pensamientos de Aristóteles, Descartes, Kant, Schopenhauer y sin ir más lejos Adorno e incluso Steiner y Barthes, El Polaco deslizó durante ese mismo café una respuesta tan original como obvia: la tensión del nervio tiene su límite.
-No se entiende, Filósofo de la Cuneta.
-Lo mismo le dijimos nosotros. Y esto habló:

Primera ley del Polaco

"Sabido es que el nervio masculino es como un alambre de elástico que recorre el cuerpo, y que al contacto con la amante primero se afloja, luego se estira, luego se afloja. Pues bien, como toda materia, el nervio se oxida, en este caso se vence. Pero no se vence como pensaría uno que el nervio se vence, sino que se vence al revés de como pensaría uno".

-¡Cómo! -le insistimos a coro. Y El Polaco añadió.

El Polaco elucida su principio

"Queda estirado, y el efecto resulta insoportable. Es mil veces preferible desprenderse de la amante que vivir con el nervio estirado".

-Al menos yo, sigo sin comprender del todo, aunque algo vislumbro ya.
-El Polaco aclaró que no se refería al priapismo que afecta al pico ante la picada de una araña de poto colorado o debido a la excesiva ingesta de Viagra, sino que al nervio mismo que recorre el cuerpo de pies a cabeza. Recordó además que el nervio femenino es diametralmente opuesto al nervio masculino, de tal forma que al contacto con su amante se estira, se relaja y se estira y que al oxidarse queda relajado.
-Ah.
-Dado que el nervio del hombre es tan sensible, para qué tensarlo de esa manera, le preguntamos los dos varones del café, mas no así la damisela. El Polaco contestó:

Segunda ley del Polaco

"El hombre hace leseras más grandes por chiflar".

-Pero qué pasa con el nervio cuando uno se pisa a la esposa, si es el mismo nervio, más que preguntamos, rogamos. El Polaco contestó:

Tercera ley del Polaco

"El nervio distingue perfectamente las relaciones con papel de las relaciones sin papel. Y el nervio casado se acostumbra a todo".

-¡Pero por qué la amante va a tocar el timbre! -gritamos. El café entero se dio vuelta. El Polaco contestó:

Cuarta ley del Polaco

"No sé por qué perdió la "U" el sábado y voy a saber por qué la amante toca el timbre".

-La damisela intervino: "No me miren a mí. Yo ya dije que nunca lo haría", declaró. ¿Qué tal, Chalapán?
-No sé, Maestro.
-Exactamente. Estamos casi en las mismas. Apenas hemos dado dos o tres consejos para desprenderse de tan peligrosa compañía: LA AMANTE LOCA.
-¿Y entonces? Este diálogo debe precaverme de futuros avatares, Sultán del Sexo.
-Entonces llegamos a la penúúúúúltima pregunta de la noche: ¿Es la amante mala por naturaleza o la sociedad la hizo mala? O en otras palabras: ¿Por qué las amantes se vuelven locas?
-Debiesen decirlo ellas, sugiero humildemente, Venerable Profesor.
-La bestiecilla siempre guardará silencio, porque es astuta como la zorra. De modo que os lo diré yo.
-Qué bien. Luz para mis oídos.
-Luz para tus ojos, lieder para tus oídos, siempre que sea de Schubert.
-Mi favorita es La rueca, Maestro.
-A mí la que más me gusta es Standchen para solista y coro masculino.
-¿La tiene, para escucharla?
-Claro que sí. Espera un poco.
(Sale, vuelve con el disco y enciende el reproductor).
-Escucha, Chalapán.
(Suena la canción).
-Qué linda.
-No te precipites, Chalapán. Este lieder gusta recién a la tercera vez que se oye.
(Al rato).
-Sí, tiene razón. Ahora me gusta más que antes. Se me está pegando.
-Con la canción de fondo pasaré a explicarte lo que enuncié denantes.
-Luz para mi alma, lieder para mis oídos, Califa del Pentagrama.
-La primera amante de la historia fue pillada culiando detrás de las matas por la mujer de un cromañón, a quien se le planteó allí una de las primeras dudas existenciales que aquejan a toda esposa casada ante las tres leyes: el palo en la cabeza ¿se lo pego primero a la maraca o al maricón culiado? Despejada la incógnita, que en dicho caso se despejó a favor de la segunda opción, tal como lo revela el cototo en la calavera prehistórica del cromañón que se conserva en el museo de Rouan, digo que despejada la incógnita vino de inmediato la primera máxima: si la amante lo hace detrás de las matas, la amante lo hace para callado. Esto de hacerlo para callado no es ninguna simpleza. No se trata de echar a culiar a dos mudos ni de culiar mirando la hora como hacen muchos, sino de algo más extravagante, ya que "hacerlo para callado" es evidentemente una metáfora sobre el acto escondido; esto es, prohibido.
-Ya voy entendiendo, Maestro.
-¿Es malo hacer algo prohibido?, Chalapán.
-Sí.
-Entonces LA AMANTE ES MALA.
-Pero, ¿nació mala o se hizo mala, Profesor?
-He allí la duda.
-¿Qué piensa Usted?
-Sostengo tras mi larga experiencia de Insigne Calavera que la amante se hizo mala al nacer. Lo prueba el siguiente experimento secreto al que tuve acceso. Lo desarrolló la Asociación de ginecólogos de Chile, que siguió las vidas de 2.312 guagüitas mujeres durante 40 años. Aquellas que al momento de nacer se escondieron y debieron ser sacadas con fórceps o cesárea se convirtieron con el tiempo en amantes consumadas. Las que salieron como un pescado fueron esposas y dueñas de casa ejemplares. La segunda variable se consagró en sólo 111 casos; la primera, en 2201, cifra preocupante.
-Ha dicho mala y también loca, Maestro.
-Mala y loca, Chalapán, así es.¡Por qué tanto calvario para el género viril! Y ojo, que la locura de la amante es progresiva y se manifiesta primero en simplísimos detalles que no se saben cortar a tiempo. Todo podría evitarse si el saco de huevas no estuviera tan empotado.
-¿Cuál es la idea, Serenísimo Gran Maestre?
-Las ideas madre para cada paso de su progresión sicótica son las siguientes, Chalapán. Anota, porque lo que viene es muy importante.
-Dicte, Decano del Saber.

Las 13 tablas de la ley de la amante loca

1.- Se dice ella a sí misma, luego de enamorarse: "He visto a Dios". Luego le dice a él: "No importa si usted no me da ni siquiera un minuto de su vida, pues me basta saber que existe".
2.- Proclamación de lo sublime en una frase para el bronce: "La vida es bella". Traducida al sentimiento que le inspira su ídolo queda como sigue: "Mi sueño es que usted sea feliz en su hogar, pues lo que yo deseo es su felicidad".
3.- ¡Ay, el flechazo de Cupido!: "Sólo me conformaría con un beso suyo, y sólo cuando pueda dármelo".
4.- Calentura obsesiva. Cambio abrupto de la necesidad: "Necesito que me enchufe la callampa mi amor, si tiene un tiempito disponible para esta humilde servidora".
5.- Se desatan las bajas pasiones: "Quisiera culiar todo el día con usted mijito rico. Paso con el sapo mojado y me lo tengo que refregar a cada rato con una escobilla de lavar ropa".
6.- Primeros signos del descenso, a la altura de los tres meses de relación. Se altera la forma verbal del trato: "Están dando Avatar en 3D. ¿Me llevas?".
7.- El discreto encanto de la burguesía: "Este fin de semana me encantaría ir al Monticello contigo. Hay un menú súper rico y no sale tan caro, te juro".
8.- La subida por el chorro de frentón: "¿Me regalarás unos días de tus vacaciones? ¡Me los merezco!, ¿nocierto?".
9.- Cobro de sentimientos cochinos: "Tú piensas solamente en el sexo".
10.- A los seis meses se despierta la madre que toda amante lleva adentro: "¿No te había contado que dejé de tomar la píldora?".
11.- La bruja se saca la máscara y se sube a la escoba: "¿Cuándo vai a dejar a la vieja huevón mentiroso?".
12.- Ultimátum: "Siempre me decís lo mismo, pero ya no te creo. O nos vamos esta semana o terminamos para siempre".
13.- ¡Riiing! ¡Riiing!

-He quedado atónito, Visir del Placer.
-Y así llegamos a la úúúúúúltima pregunta de la noche, Chalapán.
-¿Que sería?
-Cómo me deshago de la amante para volver a disfrutar de la fresca brisa de la mañana y del canto de la alondra, mientras los cocos descansan como gatos en el tejado y se llenan plácidamente de moquillo, sin que nadie los moleste. A propósito, como decía nuestro ilustre socio Matta, no ha sido considerado un punto extremadamente relevante, imposible de seguir evadiendo, que te presento a continuación con letras de oro. Espera, voy a cambiar al disco por uno de Philip Sousa.
(Redoble de tambores).
-La amante constituye la prueba definitiva de que el tamaño no importa.
-Oh.
-Así es, Chalapán. A las hetairas o maracas les da lo mismo el porte de la diuca, porque su vicio es estirar la manito. Recuerda que de tanto pisar, a la escort le deja de gustar el pico, justamente por un asunto de rutina. Para confirmar esta hipótesis basta que te hagas una sola pregunta: ¿Te gustaría gozar de la vulva si tuvieras que trabar relaciones carnales con mujeres seis veces al día como mínimo, todos los días de la semana excepto el domingo? De modo que si se te ocurre salir de dudas con una maraca, no esperes que te diga la verdad, porque ella te dirá cualquier cosa, lo primero que se le venga a la cabeza, ya que el tema de la longitud y el ancho de tu chagualín no le interesa en lo más mínimo. Yendo a las esposas, tampoco podrás confiar de lo que digan, porque trabajan con el tamaño que les dio la suerte y está demostrado que, más que el breve suspiro del sábado en la noche, lo que realmente les importa es que el culiado corte el pasto, haga la cama, lave la loza, regale flores y pague las cuentas. Así llegamos a la amante, de la que nos consta que en sus momentos culminantes hay que sacarle la callampa con un diablito. ¿Por qué lo hace? ¿Y por qué con tal grado de calentura? ¿A pito de qué se le mojan los cuadros cuando ve la pirula de su gordi levantando el pantalón?
-No sé.
-Yo te diré por qué, Chalapán. Porque la amante es el único espécimen de la humanidad que no se fija en el tamaño del Julio Martínez con paperas, ya que el placer lo extrae de otras fuentes, vaya a saber uno de cuáles. De modo que en este apartado del diálogo me veo obligado a abrir un paréntesis para rendirle pleitesía a la nunca bien ponderada amante. ¡Gloria a la pulenta amante inmaculada! ¡Tuyo sea el sabor del poder! Mereces quedarte con el plasma de 42 pulgadas. Es poco, considerando el favor que le hiciste al culiado de pico chico.
-Pero cómo deshacerse de la amante, Maestro.
-Un amigo la disfrazó de perro y la metió a la jaula de un león de circo y el león empezó a jugar a la pelota con el perro de mentira.
-No pudo.
-Amenazarla con darle una chanca si sigue hueveando y mandarla a la calle de un portazo, impertérrito ante sus arañazos y sus lágrimas. No es la solución ideal, querido Chalapán, porque siempre quedará pendiendo sobre nuestra cabeza la famosa espada de Pericles a la que hice alusión no sé si en este o en otro diálogo.
-Parece que fue la semana pasada que le oí hablar de eso, Guía del Peloponeso. Me salió verso.
-Ya hemos visto además que el ácido y sus variantes del empujoncito sin querer al Metro, los frenos cortados, la caída al barranco o el misterioso resbalón dentro del cráter del volcán Villarrica no constituyen las mejores soluciones, porque la conciencia se empieza a acumular de légamo hasta que no queda otra que limpiarla abruptamente, como el ducto del lavamanos cuando se llena de pelos. Y la limpieza equivale a confesión.
-Lo mismo se dice en la Academia, perdón.
-Uno de mis pacientes convenció a su amante de que se encadenara a la cama y le empezó a leer "Lumpérica" y la amante expiró en el capítulo 2. Pero le quedó la conciencia manchada y cuando confesó el crimen, el juez lo condenó a tres años y un día por comprar el libro.
-No he tenido el gusto de leer ese libro, Bibliotecario del Bajo Deseo.
-Hay una solución muy linda que le escuché el otro día a mi amigo y socio el Sargento Roldán. Me contaba que su amante había quedado bastante conforme cuando él le anunció que la dejaba, con estas palabras: "Dame un tiempo, mi amor. No eres tú, soy yo". El pequeño problema es que dicha solución deja la puerta abierta para que la mina vaya a tocar el timbre. Escucha esta grabación, que él mismo me convidó en calidad de pequeño grano de arena de aporte a la humanidad.
(Corre la cinta).
-¡Riiing!
-¿Quién será, mi amor?
-Dice que es tu amante. ¿Que tienes una amante? ¿Desde cuándo, que no me habías dicho?
-No le haga caso, mi amor, y no le vaya a abrir la puerta. ¿Qué querrá esa loca?
-Quiere saber si terminaste tu retiro espiritual. Debe conocerte, porque se sabe hasta tu grado.
(Fin de la cinta).
-Si me preguntan a mí, querido Chalapán, creo que la fórmula que más se acerca a la perfección es la que aplica un condenado calavera de la plaza y que te invito a imitar cuando llegue el momento.
-La anotaré en un cuaderno de oro, Singular Conductor.
-Consiste en pagar el precio de la amistad con sus ex amantes, llamándolas para sus cumpleaños, comprándoles regalitos para la Navidad, financiándoles la liposucción por ningún motivo, es muy cara, esa es misión del amante nuevo, pero sí un cafecito de vez en cuando y por qué no una cachita, qué daño le hace, claro que se trata de un repaso. Ante tan elevadas muestras de cariño la amante entiende perfectamente la figura, porque con el tiempo se ha puesto cínica, ha tomado en serio su papel y le ha sacado todo el provecho que ha podido. Sabe, como su socio de amores, que esto no es más que un juego, la eterna fantasía del paso del hombre por la tierra. Honor, templanza y dignidad, Chalapán.
-Honor, templanza y dignidad, Eximio Gurú.