html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" xml:lang="en" lang="en" dir="ltr"> Diálogos picantes del Profesor Bruburundu Gurusmundu y su ayudante Chalapán Malacacha: noviembre 2010

viernes, 12 de noviembre de 2010

Yo y mi chica robot

-¿Te sabes el chiste de Jesucristo, apóstol Chalapán?
-Sí, Mesías del Humor. Ese cuando se estaba desclavando.
-No tonto, ese es sacrílego.
-Entonces no me lo sé, Gran Jefe.
-Este es de corte infantil. Jesús predica en la plaza y una pila de cabros chicos le interrumpe el discurso a cada rato. A los apóstoles se les acaba la paciencia y se lanzan a corretearlos, pero Jesús detiene a los suyos y les ordena: "Calma, hermanos, dejad que los niños vengan a mí".
-¿Y los apóstoles le obedecen?
-A medias, Chalapán, porque están picados con los cabros chicos. "¡No lo están dejando hablar, Maestro!", le hacen ver. Jesús insiste: "Dejad que los niños vengan a mí". En lo mejor de la parábola los cabros se ponen a gritar como desaforados. Los apóstoles hacen amago de callarlos, pero Jesús los contiene: "Dejad que los niños vengan a mí..." Los apóstoles vuelven a guardar silencio. Entonces Jesús les advierte: "... Y cuando estén bien cerca los vamos a levantar de una chuleta en la raja".
-...
-No te dio risa, Chalapán.
-Mi mamá me puso una faja porque se me quiere salir una hernia, Profesor. Estoy tratando de no reírme... ah... ah...
-Te cuento ese viejo chiste, que tanto me hizo gozar en la adolescencia, a propósito de nada, porque buscando la relación con los chinos y los japoneses no se la encuentro, querido Chalapán, salvo que el chiste se interpretara como que los chinos están dejando que los japoneses se acerquen para reventarlos a bombas atómicas en venganza por lo que pasó en Nanjing. Lo que quiero decir es que el gigante chino despertó hace rato, como profetizó Napoleón, y el mundo se va a poner a temblar. Y los primeros que van a cagar van a ser los japoneses.
-Así es, Gurú Táctico Planetario.
-Existe una teoría de un historiador californiano de cuyo nombre no me quiero acordar, que sostiene que los chinos dominaron el mundo hasta el Siglo XVII y que ahora solo estarían recuperando la primacía del poder que siempre fue de ellos, teoría que humildemente no comparto, porque esa visión omnipresente de la historia en la que los poderosos eran los chinos, a pesar de que Occidente lo ignoraba, se contrapone con la de este Maharajá del Sexo, en este caso Sultán de la Sociología Carnal, quien afirma que los hechos ocultos no son parte de la historia, aun ocurriendo o habiendo ocurrido. Si una dama le pone los cuernos a su maridito durante 20 años, ese hecho no forma parte de la linda y tierna historia familiar. Solo cuando se conozca la vil traición la historia cambiará.
-Me place nuevamente llevarle el amén, Conductor Básico.
-Noto que te aburres cada vez más con las introducciones de estos diálogos, Chalapán. Aunque te hagas el interesado, se te nota la desgana en la mirada.
-Permítame entonces llevarle la contra, Gran Califa... ¿mirada de qué?
-A pesar de tu faja, sospecho que lo que te trae a este salón es la búsqueda de sexo y risas, en ese orden, así que iré al grano. Admito que ya no soy lo que era antes, Malacacha. Encuentro que antes mis divagaciones eran simples y efectivas; el hecho de querer botar el lastre, aunque mejora la mente, daña el estilo.
-A propósito, ¿qué es de la señora Sofía, Maestro?
-Sigue de vacaciones. Me mandó un telegrama.
-¿Qué dice?
-Que volverá el día de San Blando. Así que me vi obligado a encargar una chica robot.
-¡Una chica robot! ¡Amo Cibernético!
-Acaba de llegar a esta residencia, pero me temo que las cosas no han resultado como creía.
-¿Qué pasó, Amo Replicante? Cuénteme. ¿Puedo verla?
-No te adelantes, Chalapán. Fue un encargo que hice a través de Amazon hace un par de semanas. Está fabricada en China, no en Japón. Antes todas las cosas tecno venían de Japón, ahora están llegando de China y son más baratas y dicen que salen bien buenas. Otra prueba de que el gigante despertó. En Chile nos creemos jaguares con los 33 mineros, el cobre, el vino tinto, las empanadas y los salmones, sin dejar de lado las humitas, la cazuela y el charquicán, pero no somos capaces de fabricar un auto.
-Los Vargas hacen bicicletas, Constructor Magistral.
-No bien me llegó leí el folleto de mi chica robot y leí sobre los placeres que promete. Ya estoy en condiciones de hacer un breve resumen de las maravillas que se le atribuyen. Decía el papel que siempre estará a mi servicio, el papel lo aguanta todo, que nunca me aburriré con ella y que colmará aun las fantasías más extrañas que se desaten en mi mente. "Nunca volverá necesitar otro mujer", rezaba la traducción. Pero al primer día ya observé ligeros defectos. Por ejemplo, el complemento de ropa interior con la que venía incluida es del gusto oriental, no chileno o al menos no del gusto de este Ilustrísimo y Serenísimo Gran Maestre del Cinismo Erótico. Las tangas resultaron ser de colores chillones y demasiado pequeñas, y a mí siempre me han gustado las que ocultan la mitad de los cachetes del poto, sin dejarlos por completo al aire libre. Sin ir más lejos, las medias le llegan hasta la juntura de la zorra con la cadera, demasiado arriba, de modo que el portaligas no luce en todo su esplendor. Sin embargo, descontando estos detalles, que son superables, pues bastó que me pegara un pique a una lencería baratieri y reemplazara las prendas íntimas por aquellas de mi entero gusto, descubrí que mi chica robot rozaba la perfección, si es que por momentos no la superaba. De modo que ¡honor y gloria a la China milenaria! ¡Que se pudra Mao Tse Tung y la Pandilla de los Cuatro! ¡Loor al visionario Chou en Lai!
-¿Me la muestra, por favor, Mandarín Maravilloso? Pídale que nos sirva un traguito.
-Te la mostraré, pero en la cámara escondida que le grabé ayer. Mira.
(Corre el video).
-¿Quiere un café con leche mi negro?
-¿Cómo que mi negro?
-Disculpe, amo, castígueme para que a través de mis quejidos logre el ansiado éxtasis.
-Déjate de hablar güevás robot culiado y échate en la alfombra con el poto apuntando al techo.
-¿Así?
-¡No, más alto!
-¿Así, mi amo?
-¡Así!
-¿Qué fue a buscar a la cocina mi amo?
-La escoba.
-¿Qué intenta hacer con la escoba, amo?
-¡Te la voy a meter en la raja por andar hablando güevás!
-¡No, amo, por favor, no lo haga, que no fui hecha para esas cosas!
-¡Toma, robotina, siente lo que es ser pisada a la chilean way!
-¡No, amo, que voy a botar el aceite!
-¡Bota el aceite!
-¡Ya se me está saliendo, ahhh...!
(Fin de la cinta).
-Y al ver cómo sufría cuando le chorreaba el aceite me fui cortado. Entonces la vil maraca china fue a buscar un trapero y se puso a limpiar el piso cantando "La cárcel de Sin Sin", mi bolero favorito. Su dolor y sus problemas de pérdida de aceite eran una gran mentira. Leyendo la letra chica del folleto descubrí que los chinos habían previsto ese tipo de relación, que encasillaban en el número 713.
-¡Vive al fin, merecidamente, los refinados placeres orientales, Catedrático del Vicio!
-Mi chica robot sabe hasta tocar el piano, Chalapán. Anoche interpretó los 21 nocturnos de Chopin solo para mí. Yo me calenté con el número 3 y me metí debajo del piano para lamerle el sapo. Se puso nerviosa y se desafinó y eso hizo que me fuera cortado y echara el moquillo al parquet antes de tiempo. Después cuando nos hacíamos cariño en la cama puse el disco de los nocturnos y me fijé que EL NÚMERO 3 ES DESAFINADO. ¡Una vez más la maraca china me había engañado! Así que la di vuelta y le pegué diez nalgadas hasta que la carne sintética se le puso roja. Le abrí el poto y se lo enchufé por detroit y nuevamente llegó al orgasmo, estas maracas chinas con como tontas pal pico. Pero, ¿será verdad o me estará traicionando otra vez? Para saberlo de una vez por todas invité al Cuchuflí Espinoza a la casa y cuando tocó el timbre me escondí detrás de las cortinas. Le abrió mi chica robot y el maricón del Cuchuflí Espinoza se le tiró al dulce altiro, sabía que iba a pasar, los amigos son las personas en las que uno menos debe confiar; por eso lo invité, para probar a mi chica. Apenas mi amigo le agarró el poto, la huevona, que se había disfrazado de empleada, le retiró la mano, con esa humildad que caracteriza a las chinas, y le dijo que su cuerpo le pertenecía a otro.
-¿No quiso invitarme a mí, Maestro?
-Honor, templanza y dignidad, Chalapán. Recuérdalo.
-Gracias por preocuparse demasiado de mí, Amo Protector. Prosiga, se lo ruego.
-Mi chica robot le aclaró el Cuchuflí Espinoza que su cuerpo le pertenecía a otro. A quién, le preguntó el huevón maricón. A mi amo, le soy fiel hasta la muerte. Sale, si vos soi de mentira -le dijo y se lo mandó a guardar. Mi chica robot emitía gemidos de protesta y trataba de sacarse el manguaco del hoyo, pero no con tanta determinación como yo hubiese esperado. Cuando ella cachó con el ojo de palo que me estaba corriendo la paja detrás de la cortina empezó a botar aceite y me fui cortado. Conclusión: toda la escena la había fabricado para mí; me había sido fiel a su manera. En cuanto al amigo, al otro día lo encontré en la calle. Así le hablé y así me respondió: Hola, Cuchuflí, disculpa que ayer no te haya podido recibir, pero me llamaron de la oficina. No importa, compadre, cuando esté en la oficina yo le puedo ir a cuidar la casa o a regar las plantas. Gracias, Cuchuflí, no te molestes. No es ninguna molestia, compadre. Yo te avisaré si es necesario, Cuchuflí. Bueno compadre. Y así me lo saqué de encima, aunque por las noches lo he visto rondando y tirando piedritas a la ventana donde duerme mi chica robot.
-Oh.
-Te preguntarás con toda justicia, Chalapán, por qué tu Profesor Bruburundu Gurusmundu no duerme junto a su chica robot.
-Me lo iba a preguntar cuando lo supiera, Patriarca del Sexo.
-Ni loco, querido Chalapán. Dormir juntos es para esposos cazados por la costumbre y la culpa. Marido y mujer quisieran dormir separados pero ninguno se atreve a proponerlo primero. ¿Durmamos separados mi vida? ¿Que ya me estái poniendo el gorro de nuevo? ¡Cómo se le ocurre, mi amor! ¿Y entonces a qué viene esta peregrina idea? Es que usted siempre reclama que me tiro peítos. Chí, peítos, te cagái como elefante hediondo infeliz y además ventilái las sábanas. ¿No ve? Por eso le digo. Mejor anda al baño a cagarte y con eso basta.
-La pura verdad, Doctor de la Vulgaridad.
-Si lo propone la mujer es así. ¿Y si durmiéramos separados mi huacho? ¿Que ya no me querí? Te quiero más que el sol. Está nublado. Ji ji ji... Aquí hay gato encerrado, dime la firme. Se va a enojar papi... Ya me despertaste la curiosidad. Mejor sigamos durmiendo juntos no más. ¡No, dime! Es que usted ronca como león de circo. Pónete tapones en los oídos y seguís durmiendo tranquila, vieja. De veras, mi huacho, no se me había ocurrido así lo voy a hacer.
-La pura verdad, Magister de la Ternura.
-Ya me estaba desviando. Decía que la zorra de mi chica robot me lee el pensamiento (¿o no lo había dicho?). Ayer amaneció hablando chino mandarín, con lo que me gusta el chino mandarín, y cuando le pregunté qué le pasaba me explicó que se le había quedado pegado un chip y tenía que reformatearla. Le dije que se quedara así "por mientras" y nos echamos a culiar en el sofá, fue una de nuestras grandes cachas, rodamos por la alfombra y de repente chocó la cabeza con la pata del piano y gritó en chino "¡Toi li-ta!" y nos fuimos cortados. Según me tradujo a continuación, toi li-ta significa "estoy lista". Después recordé que varias veces había hablado en español. Se estaba haciendo. Al atardecer releí el folleto y decía que es a prueba de todo, nunca falla, nunca hay que reformatearla.
-Qué viva la chinita, Maestro.
-Anoche fuimos a una fiesta y nos lucimos bailando chic-to-chic. En la barra del bar los amigos me decían de dónde sacaste a la china, puta la china rica, cuánto te costó la china, préstame la china, todos me decían cosas menos mi compadre Espinoza, que la miraba con ojos como de sueño hasta que no aguantó más y la sacó a bailar, pero justo vino un rocanroll y tuvo que excusarse porque el huevón del Cuchuflí nunca aprendió a bailar rocanroll, cagó por maricón. Después cuando íbamos caminando por la calle hacia nuestro nido de amor le pregunté bajo los aromos en flor, de lo que se desprende que estamos hablando de un paisaje de principios de agosto, qué lindo cuadro, le pregunté si le gustaba mi amigo y me dijo no mi Sultán del Sexo, yo solo amo a usted, pero después miré hacia atrás y en el suelo vi unas gotas de aceite. La hice parar, conté los pasos que había entre nosotros y las gotas y me puse a calcular en qué momento de la conversación había expulsado las gotas y llegué a la conclusión científica que las había derramado justo cuando yo había dicho la palabra "amigo". De modo que la increpé a viva voz en la calle, le hice una escena como se dice. Escucha, está todo registrado en la grabadora con forma de flor que llevaba en el ojal.
-Soy todo oídos, Maestro.
(Corre la cinta).
-¡Me engañas con mi mejor amigo, maraca traidora vil!
-Jamás, amo.
-Di que me engañas.
-¿Desea que le diga que lo engaño?
-¡No, princesa del vicio!
-Entonces a usted no lo engaño yo.
-¡Mentira! ¡Me engañas, vergüenza de Confucio!
-Se equivoca, mi amo, no lo engaño a usted.
-Di que me engañas.
-¿Se lo digo?
-¡Sí!
-Lo engaño a veces con su amigo Gusufrí cuando en la oficina se encuentra usted.
-¡No! ¡Lo hiciste, ramera barata! ¡Dime la verdad!
-Yo le digo lo que usted quiere oír, Gran Maestro de mi humilde corazón.
-¡Di que me amas!
-Amo a Usted.
-¡Di que me deseas!
-Deseo a Usted con intensidad mayúscula, mi amo.
-¡Di que te calientas solo con sentir mis pasos!
-Me caliento solo con sentir sus pasos, mi amo.
-¡No, así no! ¡Dilo con convicción!
-¡Amo, poséame detrás de las matas!
(Fin de la cinta).
-Oh. ¡Qué mujer, Maestro!
-Busqué unas matas, nos metimos detrás y la poseí, pero fue una cacha amarga, quedé con una sensación desagradable, no hay cómo saber lo que realmente siente mi chica robot, aun cuando todos los signos son tranquilizadores. Pero si estuviera seguro...
-¿Cómo estarlo, Senador del Congreso del Placer?
-Creo que está todo calculado, Chalapán. A estos chinos no se les va una. Si yo fuera de otra manera mi chica robot se comportaría de otra forma, así de simple. Ayer quise probar una variante, la del cambio de personalidad; o sea, ver la vida de otra forma. Me levanté temprano y la desperté con la bandeja del desayuno y una florcita incluida en el velador, no la reté porque echó mermelada en las sábanas y hasta limpié las migas e hice la cama, con lo que odio hacer la cama, es lo que menos me gusta de todo, prefiero limpiar el water, no sé de dónde me vendrá ese trauma. Después la invité a andar en bicicleta y llegamos a un cerro, donde hicimos un picnic. Noté que ella estaba más feliz que nunca. No se cansaba de repetir que en China no hay paisajes así, que en China no hay hombres así, que los chinos son fríos, que los chinos no son cariñosos, que los chinos no tienen lado femenino, poco faltó para que me dijera colepato, y que por todo eso yo la derretía y su amor por mí aumentaba aún más de lo que de por sí me amaba, que según ella ya era demasiado. Como estábamos relativamente solos se tendió en el chal y con el viento se le subió la falda y se le vieron los calzones, pero no le importó y en vez de taparse me empezó a chupar el pico, pero en eso me vino una angustia, la famosa angustia del hombre en contacto con la naturaleza, y me pregunté qué mierda estaba haciendo arriba de un cerro y me fui cortado con angustia, es lo peor que puede pasar, el sexo se asocia con la crisis de pánico y uno puede andar fácilmente cacho de paraguas unas dos semanas; en mi caso tuve que leer dos manuales de autoayuda, hasta que se me pasó. Nunca más la llevo al cerro. Pero lo que quiero decir es que cuando fui de otra manera la trabajadora sexual cambió sus hábitos y llegó al éxtasis con leves caricias mías y hasta con los besitos en la mejilla que le di de entrada, será cuentista. Nadie me saca de la cabeza que los chinos lo tienen todo estudiado al milímetro.
-Los chinos son los reyes del suplicio chino, Supremo Autor del Libro Rojo.
-Cómo saber si me quiere de verdad, Chalapán, si me desea, esto se está tornando insufrible. Al menos si se portara extraña, si inventara salidas, si le doliera algún día la cabeza. No, señor. Siempre lista para mí, siempre esperando la manifestación de mis más insignificantes sugerencias para abrirse los labios de la zorra. Así debe ser con todos, seguro. Si no la compro yo la habría comprado otro u otra y estaría haciendo las mismas acrobacias, saltando del ropero amarrada a un elástico para caer blandita encima de la penca, postura 213, todo estudiado, nada que salga realmente de su siquis, qué va a tener siquis la china culiá, la tecnología china no ha llegado a tanto.
-¿Puedo echarle una sapeadita, Maestro?
-Mañana nos vamos de vacaciones, Chalapán, así que la tengo haciendo las maletas. Me preguntó si quería que la llevara inflada o desinflada y entonces me bajó un rapto de ternura y le dije que la prefería inflada, porque así me iba conversando en el camino, así que ahora la voy a tener que soportar como dos días guatona, porque entendió mal la idea y se infló mucho, yo creo que está todo calculado, porque hace como un año que no me pescaba a una guatona y ya me estaban dando ganas. Cuando le vi el manso poto parado mientras hacía la maleta en la cama se lo mandé a guardar y echó un gritito de placer, ¡amo no se cansa nunca usted!, exclamó con esa voz oriental que me excita y empezó a mover el poto parriba y pabajo con un ritmo que tuve que suspender la cacha para preguntarle dónde había aprendido a moverse así, y me dijo es que me hicieron algunas piezas en Cuba, mi amo. Cántate Siboney. "Siboneeeeey, yo te quiero..." y nos fuimos cortados, fue excelente. Y ahora te dejo porque tengo que prepararme para el viaje. Nos vamos temprano porque a la china le gusta ver salir el sol, dice le recuerda a su gran nación. Adiós, Chalapán, te escribiré para contarte en qué terminó mi aventura.
-Esperaré su carta con verdaderas ansias, Maestro.
(Días después, en casa de Chalapán Malacacha).
-Hijo, el cartero te dejó una carta.
-¿Quién me la mandó, mami?
-Ese profesor tuyo.
-¡El Maestro! Gracias, mamacita. La leeré en el living.
-¿Le llevo una agüita de manzanilla, Chalapancito?
-Bueno mamacita.
(Lee).
"Como te iba diciendo, querido Chalapán, en el camino, en vez de conversar se tiró como hacha al pico y yo por agarrarle la nuca con la mano derecha me pasé a la berma y casi me caigo a una acequia, apenas logré controlar el manubrio. Al volver a la pista un camión nos tocó la bocina, el chofer estaba luqueando de arriba con cara de Che Copete y la china por mirarlo se sacó el pico de la boca y el moquillo le saltó a la oreja.
Cuando llegamos al hotel me eché en la cama a descansar mientras ella deshacía las maletas, y como yo había pasado muchas horas manejando le dije que llamara a la mucama y se le tirara al dulce, no hay lógica entre una cosa y otra pero así es el deseo. Me escondí en el closet para hacer de voyerista y cuando entró la mucama, una mapuchita del sur, mi chica robot estaba en pelota y le pidió que le echara aceite de coco en el poto. La india, sumisa, le echó. Después mi chica se dio vuelta y le pidió que le echara aceite en las tetas. A todo esto la china tiene las medias tetas. La india, callada, le echaba aceite, pero se demoraba más, como que le sobaba las tetas. Después le pidió que le pasara el dedito con aceite encima de la zorra. La india, callada, le pasaba el dedo, medio negro el dedo, pero se demoraba más de lo común hasta que de repente la india se lanzó a chuparle el sapo a la china y las dos gritando como si hubieran visto a la cabra chica del exorcista dando vuelta la cabeza. La india se sacó el delantal y le puso el sapo en la boca a la china, tenía la zorra lampiña natural porque dicen que los indios tienen poco pelo, mientras tanto se iban cortadas a cada rato y a mí ya no me quedaba moquillo, así que me aburrí y con un leve toquecito di la función por terminada. Mi chica robot se levantó y le enseñó el bidé a la india, pero la india puso una pata arriba del lavamanos, se echó jabón en la champa y se la lavó a mano abierta, dijo que así se acostumbra en el campo.
Por la noche salimos del brazo a pasear para conocer la ciudad, y como tenía el filorte rojo de tanta paja que me había hecho en el closet le pregunté si se sabía algún poema para que me fuera recitando. Me preguntó si quería escuchar El cuervo en inglés, le dije que prefería El tigre o en su defecto, la Oda al otoño. Lo dije por decir, pero me fijé que se los sabía todos. Esto recitó:


¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
El que salga a buscar te encontrará
Sentado con descuido en un granero
Como un niño rendido
El pelo suavemente alzado por la brisa
O en surco no segado sumido en hondo sueño
Aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
La próxima gavilla de entrelazadas flores
O te mantienes firme como una espigadora
Cargada la cabeza cruzando el riachuelo
O al lado de un lagar con paciente mirada
Ves rezumar la última sidra hora tras hora
¿Dónde con tu canto está la primavera?

Cuando terminó me puse a llorar y a sonarme los mocos y le ordené que se bajara los calzones y me la pesqué ahí mismo, en un sitio eriazo detrás de una pandereta. Fue una cacha dulce, la abracé y la besé en los labios, le dije que la amaba y ella como si nada, lo único que había hecho era recitar una poesía, pero se daba cuenta de que era mi necesidad del momento, y la cumplió. Un siete la china.
En conclusión, querido Chalapán, esta endiablada chica robot llena todas mis necesidades, incluso aquellas. ¿No te gustaría trabajar?, le pregunté al volver a casa. No, mi amo, para qué, si todo usted me lo da. Para despejarte, para conocer mundo, para ir al happy hour a pelar a las compañeras de la oficina. No entiendo lo que me dice usted, si me pudiera explicar procedería según deseo de usted. Trabajar, le dije, subirse al Transantiago, llegar a la oficina a tomar café, recibir invitaciones lascivas de los califas de turno, etcétera le dije. No mi amo, todo eso con usted lo tengo menos subirme al Transantiago, eso me gustaría, no conozco yo. Pero ganarías un sueldo y podrías gastarlo a tu entera libertad. No necesito dinero mi amo, solo necesito a usted y me hace feliz usted, soy con usted muy feliz. ¡Ándate a la chucha china culiá, si querís no más! Y la china me obedeció y empezó a correrse la paja. ¡No! ¡Para! ¡Ya me tenís harto! Y la china se fue a lavar las manos pero al regresar noté que se le salían unas lágrimas. Qué pasa, ¿dije algo que te molestó? No soy de fierro, tengo mis sentimientos amo mío, me dijo y la recibí con los brazos abiertos y le dije palabras tiernas, le dije ya, ya, no pasa nada. Por la tarde descubrí que esa táctica figuraba en el número 889 del folleto. Mientras leía el folleto mi chica robot me hacía un kuchen de frutillas.
Al día siguiente, de premio la subí al Transantiago y al Metro. Esto me gusta, mi amo, se siente humano calor. De repente un huevón le agarró el poto y la china se desinfló, tuve que llevarla a una gasolinera pero estaba malo el aire, así que un culiado de la bicicletería me la infló con un bombín de pie. ¿Te sientes bien? Sí, mi amo.
Sin embargo, lo que no estaba en mis cálculos sucedió, Chalapán.
La notaba extraña, algo me estaba ocultando y mi mente se pasaba los peores rollos y sufría. Sufría porque no me atrevía a preguntarle lo que temía hace rato. Pero anoche llegué con unos tragos y abrí la puerta con sigilo, entré en puntillas y antes de prender la luz grité: ¡Me engañas, mujer! La china se sacó las legañas y me miró con cara de gato recién nacido y confesó: sí amo, no me atrevía a decirle a usted. ¡Quién es!, grité enloquecido, ¿mi compadre el Cuchuflí Espinoza? La chica robot se puso la bata y me vino a pedir perdón. ¡Confiesa, maraca del oriente milenario! Estoy encinta mi amo, me dijo y quedé pillo. Así que al día siguiente fuimos al médico y cuando el doctor le pasó la máquina por la guatita se vio una cosa rara, como un pirigüín parecido a He-Man. El galeno ofreció hacerle un raspaje y donar el feto a la ciencia. Ella bajó la cabeza y yo salté, enfurecido: No, doctor, es nuestro hijo y lo amaremos como sea.
Salí orgulloso de la consulta y cuando me di vuelta para mirar a la china que iba detrás mío, a cuatro pasos, la noté más feliz que de costumbre. Me solicitó como gran favor si podíamos pasar a la Casa del Bebé a comprar un cascabel y un pato de goma. En la noche la noté que culiaba como sin ganas.
Para qué sigo, Chalapán, si el cuento se lo saben todos. Mi chica robot ahora tiene la guata del porte de la guata de Patricia Maldonado y en la plaza, cualquier vieja se siente con derecho a tocársela. Va a ser mujercita, acuérdese de mí, va a ser hombrecito porque tiene la guatita puntuda; qué se tienen que andar metiendo en nuestra vida.
Para colmo le han dado antojos y le cambió hasta el carácter. El otro día me mandó al Emporio La Rosa a comprar un helado con sabor a miel de ulmo, con lo salteadores que son los del Emporio La Rosa, y el huevón tonto tuvo que levantarse a las cuatro de la mañana y hacer una fila como de una cuadra hasta que salió el número. El folleto no hablaba de eso, tiene que haberse extraviado una página. Ayer, al darle las buenas noches, le dejé una taza de agua de tilo en el velador y le dije buenas noches mi geisha. Ella se largó a llorar. ¡No soy geisha, no soy geisha!, me decía, ¡Sabe amo usted que odio a okitos lakaos, no soy geisha! Está bien, robotina, fue solo una manera de decir. ¿No me dirá más geisha amo mío, no me dirá? No, no, cálmate china de mierda, nada cambiará entre nosotros. Gracias amo, por eso quiero a usted.
No tiene idea de que ya mandé un mail a la fábrica y quedaron de venirla a retirar en estos días.
Honor, templanza y dignidad, querido Chalapán".

jueves, 11 de noviembre de 2010

La mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón

-Permiso... ¿puedo?
-Adelante, Chalapán. Entra y toma asiento. Estás en tu casa.
-Gracias, Lar de Lares. Lo veo solito.
-La Sofía me pidió vacaciones.
-¿Que no se las había tomado?
-Me pidió unos días extras. La invitaron a un bautizo en Loncoche. Tú sabes que allá los bautizos y los velorios duran cuatro días, con sus noches.
-Así me han contado, Maestro. ¿Y cómo quedó con el porrazo del otro día?
-¿Ella o yo?
-Ella.
-Le aparecieron unos moretones en las rodillas, pero fuera de eso, bien.
-Me alegro, Maestro. Tiene su genio la señora. Osó alzarle la voz.
-Mira, Chalapán. Es mejor un diablo conocido. Con eso te digo todo.
-A un maestro no se le trata así, Virtuoso de la Humanidad.
-Olvídalo y vamos al grano.
-Usted dirá.
-¿Quieres un brandy?
-Más ratito. Ahora prefiero reposar en el berger, cruzar las piernas y beber sus palabras, Eximio Catador de la Filosofía Pueril.
-Como gustes. Y ya que me voy adentrando más y más en los abismos de la locura, donde todo se ve mejor, pues las señales se van haciendo cada vez más nítidas, he de intentar una ligera reflexión acerca de la mujer, dicho lo cual me lanzo al tirante contra los molinos de viento que ha levantado esta sociedad progresista ociosa descreída y apologista de la diversidad.
-¡Viva la diversidad, ay!
-¿Qué te pasa?
-Se me estranguló un higo, Maestro.
-Decía que la mujer, como mujer que es, ve todo con ojos de mujer. Lógico, porque si viera las cosas con ojos de hombre sería hombre. A todo esto la ciencia no hace mayor diferencia entre los ojos de un hombre y los de una mujer, salvo el rímel en las pestañas y esos lentes de contacto de color que se usan ahora, artificios que delatan en ambos casos una aspiración estética más femenina que masculina, pero así como están las cosas esto ya tampoco hace la diferencia, incluso si nos remitimos a la antropología descubrimos que el verdadero hommo sapiens de género viril, el troglodita o cavernícola que se le llama, era bien pavo real para sus cosas, al menos así lo muestran las fotos de los selknam, de los sioux y de las tribus amazónicas, si no que lo diga Lévi-Strauss, pero noto que la locura me desvía de nuevo de mi centro: ¡Qué destino el de nosotros los locos, que por todo verlo nada vemos, y además nos creemos Napoleón!, como si fuera una gracia creerse Napoleón, cuando es vox populi que Josefina se pasaba gorreando al gran emperador debido a que, según se dice, se comenta, Napoléon tenía el pico chico, de allí sus ansias de grandeza...
-Habló con mayor pasión que Hitler cuando fracasó en la PSU, Oberste Führer.
-No me cortes el hilo en lo más delgado, Malacacha. Decía que como la mujer ve con ojos de mujer, si fuera por ella su hombre debiera terminar inscribiéndose en el club de los colepatos, luego de haber hecho el trabajo que debe hacer, que es meter el pico en la zorra, botar moquillo y cofabricar la guagua. Y cuando lo consigue; o sea, cuando su hombre paga la cuota de inscripción en el club de los colepatos y tira cheques a fecha por las mensualidades, ella ni lo pesca porque lo que de verdad le importa a la mujer... es ser mujer, y que le digan que es linda. Acabada la reflexión me veo en la obligación de rellenarla con vaguedades y ejemplos, cosa que este diálogo no parezca tan miserable, pues de entenderse, yo creo que se entendió perfectamente y no necesita explicaciones.
-Yo, que tengo un cerebro limitado, pediría explicaciones, Genio del Coeficiente Intelectual.
-Trataré, Chalapán. Y como lo que se dice primero no es necesariamente lo más importante, ya que se usa que lo más importante se deslice a continuación de lo primero, me tocaría entonces, dicho lo primero, enunciar lo más importante ahora. Y así lo resumiría: "¡Ámame, cariñito!".
-Oh.
-Esta simple frase dicha por una mujer a un hombre convierte al hombre en colepato como por arte de magia. Se parece al flechazo de Cupido, que algunos niegan que exista y lo atribuyen a meros intercambios químicos del cuerpo, propios del materialismo científico por el que estamos pasando. O sea, y sea lo que sea, el ámame cariñito lo convierte en colepato y al oír y obedecer esas palabras el hombre inicia el áspero sendero que lo llevará a su inmortalidad del cangrejo.
-¿Por qué se dan así las cosas, Maestro?
-Elemental, Chalapán. Porque el sexo disfrazado de amor es sinónimo de colepatez y lesbiandad, aunque en este caso la lesbiandad no toma cuerpo, ya que la astuta petición es egoísta y no implica desprendimiento por lado alguno. Lo que la dama está diciendo, ordenando mejor dicho, es enchúfalo con cuidado, sin que duela tanto. O en palabras más prosaicas no me la metái a la brutanteque animal, ¿no veís que me podís rajar el hoyo? Y el animal con higos que es el varón obedece porque se está jugando la vida. La tengo casi lista pero esta maraca me quiere dejar con las ganas y si me la violo, fijo que parte a la comisaría con el moco adentro y me toman preso, claro que parte luego de irse cortina, no antes, y después los presos de la cárcel me toman de Perkins a la primera noche, y a la segunda noche y después a la tercera noche que me pasen por las armas ya no voy a reclamar y a la cuarta noche le voy a encontrar el gustito y a la quinta noche me va a tocar a mí con el pajarito nuevo, porque esto de la cárcel es uno de los misterios más grandes de la humanidad. Consiste en desenmascarar al hombre al desviarlo hacia su naturaleza más oscura, no como dicen los "expertos", que atribuyen esta forma de colepatez a un hecho coyuntural; de modo que volviendo al tema, si lo meto fuerte cago y me quedo con las ganas, así que hay que meterlo despacio, pero no sólo eso, también hay que contestar con puros síes preguntas como ¿me querí?, ¿te vai a casar conmigo?, ¿me hací una guagua?, ¿me pagái el arriendo de la casa de Maipú?, ¿me llevái al casino el viernes?, sí sí sí sí sí, bueno ya, entonces mándamelo guardar, ¿así vidita? ¡no tarado, más fuerte!, ¿así?, ¡yes yes yes yes cómeme perro meicía!. El ámame cariñito es el primer paso, que ya cumplido tiene al varón casi con la falda puesta. Pero a qué voy, me he vuelto a desviar del tema que lleva por título... País: ¡Chile! Título de la canción: "La mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón", como decía la madre inferiora de apellido Allende, pues la madre superiora tiene un apellido que no me acuerdo bien, parece que termina con tit.
-Amado Doctor del Conocimiento Carnal, permítame una infantil digresión. La mujer, eso es, la mujer, ¿por qué la mujer tendría que ser lesbiana, habiendo tantos hombres dando vueltas por el mundo, de los cuales aproximadamente el 15 por ciento tiene el miembro grande, o sea, habría donde regodearse? ¿Qué motivos habría de tener una mujer para renegar de su sexo, mejor dicho de su sexualidad, e irse para el bando de las tortilleras? ¿Qué lógica aristotélica aplica un sapo así?
-Has dado en el clavo de la contradicción, querido Chalapán. Para que se entienda este sinsentido habremos de hacer un pequeño repaso de la historia de la mujer, vista desde el punto de vista biológico individual, o sea la historia científica del cuerpo humano de la mujer.
-Esa parte siempre me gusta, pero la preferiría acompañada del brandy que me ofreció denantes, Profesor.
-Trae la botella con dos copas de coñac. Están en la vidriera. Y que no te suceda lo del otro día.
-Descuide, Maestro.
(Se escancian las copas).
-¡Momento! No te lo vayái a tomar al seco, Chalapán. Agítalo, huélelo y degústalo.
-Se me puede salir para afuera de la copa, Maestro.
-Una vez que el alcohol comienza a girar dentro del cristal ya no hay ese riesgo. Procede sin temor.
-Ah chucha.
-Tómatelo a la chilena no más, Malacacha.
-Glu glu glu...
-Mmm... delicioso. Y a ti, ¿te ha gustado?
-Como que se me quiere prender la garganta, Profesor. Siento una cosa rara. Lástima que se me acabó. ¿Me da otro poquito?
-Más tarde. Escucha ahora lo que voy a decir.
-Bueno.
-Como sabrás, la mujer nace igual que el hombre, pero sin piquito. Al nacer le ponen dos aros de perlas blancas, uno en cada oreja. Al segundo día llegan las tías con ropa rosada y cascabeles. Como a los tres meses le ponen una faldita encima de los pañales y cuando va al jardín se junta con otras niñitas y el Día de la Mamá cada niñita dibuja una cabeza de redondela con chascas de palotes igual que los niños hombres, de lo que desprende que a esa altura la diferencia entre ambos sexos es mínima. A veces no les gustan las muñecas, pero tienen la pieza llena de muñecas. Mientras las visten ellas miran por la ventana a los niños jugando a la pelota o al paquito ladrón, hasta que un día les sale sangre del conejito y gritan ¡mamá! y la mamá aparece llorando a moco tendido... ¡Hija mía, ya eres una mujercita!, cuando la cabra chica se suponía que era mujer desde que nació, porque tenía un tajito en vez de la pirula. A todo esto, la primera vez que se dio cuenta de que los niñitos tenían pico y ellas no, dicen que se llenó la cabeza de traumas inconscientes, que la marcaron para el resto de sus días por la amputación que había sufrido la parte de su cuerpo por donde hace pichí. ¡Qué traumas ni que ocho cuartos! ¡Puro negocio para los loqueros, para las trasnacionales farmacéuticas y para los dueños de los derechos de Freud, vamos pagando y vamos comprando!
-La pura verdad, Doctor de la Cabeza.
-Mira por la ventana, Chalapán. Ahí va Coctelito.
-¿Ese caballero medio andrajoso, Maestro?
-Así es, Chalapán. Es un pícaro que no se pierde coctel, parece que averigua la pauta del día en alguna agencia de noticias y se deja caer a aquellos actos, conferencias o premiaciones que rematan con un cheese and wine; anda con un bolso verde para echar el pan, el queso y las almendras y si se da la ocasión, los salmones y ceviches, mas no el vino, que se lo toma allí mismo. Dice que se llama Fernando Ravanal y como hoy impera la democracia, nadie se atreve a cortarle el paso. Una vez el organizador del evento de turno, mosqueado al comprobar que comía como animal durante el break, le preguntó a qué había venido a la charla. Coctelito le respondió: "He venido a buscarme a mí mismo".
-No sé si a mí me dan lástima o rabia esos tipos, Profesor.
-Pero volviendo con la historia del cuerpo humano de la mujer, después de la primera regla viene la etapa del desarrollo, cuando crecen las tetas y los bigotes y los pelos de las piernas. La niña se olvida de las muñecas y aprende a preparar la cera en un tarro usado de Nescafé, pero a veces la cera se le sube y se derrama sobre el tostador de pan y el pan sale gusto a cera para depilar. Es impresionante: las mujeres nunca gritan al arrancarse los cañones y uno que es hombre da el medio alarido cuando le tiran un padrastro hasta el codo, no es para tanto.
-Yo veo burros verdes cuando mi mamá me retira la cera de los oídos con un fosforito, Maharajá del Vicio.
-Entonces he aquí que les llega la hora del grito de Arquímedes. El espejo le recuerda a la mujer lo mujer que es y le dice todos los días erí bonita, erí fea, erí más bonita que la Tati Segura, erí más fea que la huevona de la Quenita Larraín, tonta más rica, más tonta que la Adriana Barrientos; no, esa es más tonta pero tiene las medias tetas, ¿y yo cuándo voy a ser como la Paris Hilton espejito, si no me alcanza la plata y este rollo no se quiere ir por Dios? Porque esa es una huevona suertuda que nació flaca y encima rica, se pasó, le dice el espejito. Pero no todo es belleza espejito, cuéntate otra cabra fea, mentira espejito la belleza no es todo están los grandes valores cristianos de la Iglesia espejito, que huevá si ahora que se pusieron a pisar a diestra y siniestra los cagaron a todos los curas culiados, esa mina sí que tiene buenas piernas espejito y el poto paradito parece mulata quiero ser como ella, tai más loca cabra principiante ¿no veí que usa calzones levantaglúteos? No creo espejito se le notarían y yo la miro todos los días y siempre el mismo poto la media raja obligada a usar abrigo delante de ella y le digo oye huevona ¿cómo lo hiciste? ¿Vai cuantos días al gimnasio? ¿Vamos juntas?
-Y así se hacen amigas, Maestro. Ya veo.
-Así se van acercando y ni se dan cuenta cuando están tortilleando, la fea con la bonita.
-Oh.
-Qué gana la fea: se comió a la bonita para ver si se le queda pegado un pendejo de lindura. Qué gana la bonita: fue adorada.
-¿Me da otra copita ahora?
-Sírvete. Huele y degusta. Déjalo reposar un momento en el paladar. ¿Te gustó?
-Se me anduvo quemando la boca. ¿Pero se puede saber qué concluye de lo anterior, Maestro de la Viña del Señor? Me salió verso sin ningún esfuerzo.
-Es evidente: la mujer sólo tiene ojos para ella y por extensión, para las demás mujeres, Chalapán. "Ama a las demás como te amas a ti misma" es el mandato. El hombre sería el resto, la comida de los perros. De allí que tantas veces este Sultán del Erotismo ha advertido a sus seguidores: hombres de penca grande que criáis músculos: ¡No cantéis victoria frente a los maníes, porque el que ríe último ríe mejor!
-¿Qué quiere decir con eso, Maestro?
-Quiero decir que si la mujer tiene zorra es pasiva, anhela recibir, quiere que se lo enchufen, pero que se lo enchufen cómo, he allí la pregunta que el hombre nunca ha entendido, porque el hombre tiene pico y quiere dar, quiere meterlo en la zorra para tirar moquillo.
-¿Y cómo entonces, qué anhela realmente una mujer, Mustafá Profeta?
-La respuesta es muy simple, querido Chalapán. La mujer, que vive mirándose al espejo, le pide al hombre que antes de metérselo se convierta en mujer, con cuidado papito, ¿me quiere papi? ¿me amas? ¡dime cosas lindas! ¡ya estás pensando en eso! ¡calma, baby! ¿o crees que los tesoros son gratis? Primero hay que mirarlos, hay que disfrutar los tesoros, hay que hablarles y hay que adorarlos, luego tendrás lo que viniste a buscar, de lo que se desprende que la mujer es vanidosa y egoísta y el hombre, humilde y desprendido.
-Pero qué han hecho, qué han logrado con eso, Maestro.
-Con la inapreciable ayuda de una cohorte de profesores de yoga y de tai chi, más los infaltables sicólogos de la escuela vienesa Manuela Palma que escriben en las revistas femeninas, las mújeres inocularon en la mente del cándido varón una idea brillante, mediante una técnica que se la hubieran querido la NSA, la CIA, el MI5 y la KGB. Nos convencieron de que para afilar había que ser colepato. La idea, así expresada, es absurda, pero mi mente superior ha sabido rastrearla hasta llegar a la raíz. De partida, la palabra colepato jamás se pronuncia. Lo que ellas ansían es el "verdadero hombre".
-¿Cuál es, Artífice de la Virilidad?
-Un hombre cariñoso, amigo y compañero, tierno, atento, desprendido, elegante, sensible, que sepa esperar y que incluso, llegada la ocasión, no contenga las lágrimas. ¡Un colepato! Y la artillería mundial es tan pesada que están convenciendo al género fuerte; y así vemos que algunos van al gimnasio, otros se arreglan las uñas después de planchar y lavar la loza, otros se tiñen el pelo, otros ¡van a las reuniones de apoderados!, otros regalan flores firmando con seudónimo, lloran con Toy Story 3, envían cartas perfumadas y miran a los ojos, practican pilates y bailan salsa. Les lavaron el cerebro y piensan que el baile libera y que si se mueven al ritmo de la música no harán el ridículo y no se preguntarán de repente qué chucha estoy haciendo en una pista de baile. El baile nos libera, claro que nos libera, pregúntenles a los bailarines de ballet si los libera, todos felices con sus ojitos pintados y la media callampa de trapo que se ponen para encandilar a las damas de la primera fila, ¡sádicos culiados!
-Pero queda el roto del barrio, Maestro.
-Sí. Ahí lo tienen, fumando pasta base para evadirse.
-Estamos cagados, Excelentísimo.
-Casi estaría por dejar en libertad de acción a nuestros socios del querido Club de la Lengua de Vaca, ya que como nunca lo dijo Maquiavelo, pero debió decirlo, el fin justifica los medios. Mas advierto nuevamente: ¡cuidado con los cantos de sirena! ¡Ellas sólo buscan atraerlos a sus roqueríos llenos de choros para que ustedes se despedacen!, pues habiéndolos conquistado, habiéndoles dado de beber el néctar del placer sólo les espera dolor y humillación, de tal forma que un día cualquiera los harán vestirse de mujer, ponerse ligas y hacer el amor para satisfacer sus fantasías escondidas que son cuáles: amarse entre ellas, amarse a ellas mismas.
-Uno se preguntará, Maestro, por qué no lo hacen derechamente. Por qué, en cambio, son capaces de idear un plan tan retorcido que de paso mancilla nuestro honor.
-¡Ah!, no sé, Chalapán, cosas de mujeres. Sospecho que ellas poseen códigos de lenguaje secretos que escapan a nuestro vil entendimiento.
-Casi estoy por preferir no haber sabido las cosas que hoy me han entrado a la cabeza, Jeque Máximo.
-Cosa no dicha hasta el momento: ya van preparando el plan desde el momento en que nos crían. Cierto, muy cierto. Como ellas nos desearon en la cuna y el tabú les recordó que no debían tomarnos, nos hicieron hombrecitos desde que dimos los primeros pasos y nos convencieron de nuestra superioridad y de nuestra fuerza, nos reprimieron el llanto y nos convirtieron en pobres edipos. Así se fueron entregando a sus fantasías más oscuras y se autodelataron. Esta es la fórmula secreta: si no lo tuvieron cuando chico, ¡que se jodan las que lo tengan cuando grande! O sea, lo que hacen es cagarse entre ellas ofreciéndonos a nosotros, desgraciadas víctimas, como carnada. Y nosotros los saquitos de güevas creyéndole todo a la mami y dejando siempre a la hermanita detrás. ¡Ah, pequeña arpía! ¡Cómo preparas tus garras desde niñita para hundirlas en vuelo rasante!
-A que sí.
-Y qué gracia le encuentran a refregarse las tetas, no sé, pero yo me caliento de puro pensar cuando los pezones se hinchan con el roce y abajo empieza a salir olor a merluza, y lo peor es la lentitud con que lo hacen, cuando uno, que es macho, se montaría encima, agarraría los cachetes del poto con las dos manos y le mandaría a guardar la penca hasta irse cortado, todo rapidito antes de que empiece el partido del Manchester, no vaya a ser que Rooney meta un gol al minuto.
-Maestro, con todo respeto, ¿sería mucho pedirle que luego de esta afiebrada exposición hiciese un pequeño resumen para que se entendiera bien lo dicho anteriormente?
-La mujer se ama a sí misma antes que a nadie, Chalapán, incluso que a Dios, porque como individuo que es, lo primero que hace es fijarse en ella, en su imagen, en sus tetas y en su sapo. Enfrentada al momento en que deba cruzarse con alguien elegirá a un hombre porque no es huevona, sabe que sólo así se prolongará la especie. Pero cuando está caliente de verdad, eso ya es otra cosa, ahí primero piensa en sí misma y se corre la paja con los ojos cerrados, luego lleva su fantasía hacia el objeto de su deseo y entonces se enfrenta con la cruel interrogante: ¿se atraen los polos opuestos o se atraen las almas gemelas? Como la costumbre indica lo primero, seduce al culiado para que se la pise, pero como en las profundidades de su pantano late un sapo de mujer, procede como en el cuento, pero al revés; o sea, vuelve sapo al príncipe para que se la pise y colme su fantasía. Este puro párrafo habría evitado toda la lectura anterior, pero he dicho hasta el cansancio que los libros no se hacen con un puro párrafo sino con una idea genial más paja molida, en este caso, pajas sin moquillo, porque estamos hablando de la mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón.
-Se entendió clarito, Profesor.
-La nave está arribando a puerto o como se dice, está atracando. En las fiestas del liceo me acuerdo de que el Tatán Berríos contaba que se ponía a atracar mientras bailaba Sonambulismo. Cuando venía la nota larga de la guitarra eléctrica la mina hacía un meneíto inocente y el Tatán se iba cortado y el moquillo le corría por los pantalones blancos, que estaban de moda en los años sesenta. No faltaba el pajero enano sapo que se pasaba toda la noche al lado de la orquesta, porque no se atrevía a sacar a bailar, y no se atrevía porque no sabía bailar, porque cuando sacó a una mina la pisó y la mina se fue a reclamar a la inspectoría con los zapatos sucios en la punta y el huevón se traumó; decía que el enano sapo del rincón comenta el asunto con los otros pajeros que fuman y todos indican con el dedo el pantalón del Tatán manchado con el mapa de Chile, y el Tatán obligado a irse de la fiesta y el lunes, fijo que el sapo le comenta a la maestra: "Profe, el Tatán se fue cortina el sábado", y la maestra ¿a ver, qué está pasando? y podría seguir toda una historia si este diálogo versara acerca de la pedofilia y los secretos castigos infligidos a los alumnos por sus profesoras. Pero como la nave está atracando, debemos ocuparnos de otro asunto asaz complejo, querido Chalapán, que he dejado ex profeso para el momento de la descarga.
-Diga usted, Maestro Perfecto. Lo escucho.
-Quién me manda a meterme en estos enredos, digo yo. El diálogo pudo terminar en el párrafo de arriba lo más bien, porque quedaba redondito y sobre todo, verosímil, pero lo que diré ahora lo echa todo al agua y no sé cómo me las voy a arreglar. Debo mirar siempre la llama de la honestidad, que alumbra el sendero de los sacos de güevas honrados, jamás volver la vista ni inclinarla hacia los lados. Lo que pasó es que ayer en la tarde me pregunté qué pasa si hay cariño verdadero como en el bolero, solamente una vez, bésame mucho, ansiedad, somos novios, ¿se van todas las teorías a la cresta de la loma o el corazón encendido es un engaño, un mero volador de luces que recorre el cielo durante tres meses? Porque en tal caso no cabrían los estudios ni las estrategias y el que quiere quiere y el que no quiere no quiere, pero ahora nos preocupa el que quiere quiere, no el que no quiere no quiere, de modo que si el que quiere, quiere, entonces no se puede hablar de un hombre convertido al colepatismo, salvo que quiera a otro hombre, y allí sí que estaríamos ante un colepato hecho y derecho. Pero si el que quiere, quiere a una mujer y le regala miraditas y le lava la zorra, perdón iba a decir la loza, si el que quiere, imbuido de un estado cardiaco superior, es capaz de amar hasta dar su vida por ella como Tristán la dio por Isolda, y de chiflarse a su peor es nada aunque tenga tetas de longaniza, incluso de sacrificar su deseo si la dulce amada anda con la regla y le da pudor ver salir el pico con cuajarones de sangre, entonces qué pasa, ¿es colepato o no es colepato quien experimenta tan sublime sentimiento? Yo digo que no es colepato, lo absuelvo porque no le impusieron una conducta para poder chiflar sino que él mismo se colocó la soga al cuello y como ningún colepato se puede meter el pico a sí mismo está absuelto, hijo mío. Por el otro lado, si la mina quiere que el patas negras se lo mande a guardar a lo perro, ¿es por ese sólo deseo llevado a la acción una dama que se transfigura en varón, ya que lo que en el fondo desea ella con ese acto es volverse un hombre callampón? Yo digo que no, que sólo quiere pisar como Dios manda, que al igual que el ejemplo del instinto de prolongación de la especie, ella le hizo caso a su sapo latente. A todo esto al enfermito de Hawking se le ocurrió ahora llamar la atención diciendo que Dios no creó el Universo. O sea, cagamos todos y el huevón tan tranquilo sacando los dientes de abajo, como burlándose.
-Así las cosas, Maestro, ¿se atrevería a concluir que cuando la llama alumbra el camino y los fieles la siguen, todos absueltos hagan lo que hagan, pero si dan vuelta la cabeza o la inclinan hacia cualquiera de los dos lados, todos presos por colepatos?
-¿Era eso? Parece que no estoy seguro. Mejor sirve dos copas más y esto se acaba por hoy.
-Ya están.
-Mmm... salud, Chalapán. Honor, templanza y dignidad.
-Salud, Maestro. Honor, templanza y dignidad.