html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" xml:lang="en" lang="en" dir="ltr"> Diálogos picantes del Profesor Bruburundu Gurusmundu y su ayudante Chalapán Malacacha: Estrategias desesperadas para evitar que la amante vaya a tocar el timbre a la casa

miércoles, 29 de febrero de 2012

Estrategias desesperadas para evitar que la amante vaya a tocar el timbre a la casa

-Permiso, Profesor.
-Qué tal, Chalapán, adelante.
-¡Qué me dice de los calores!, Vulcano de la Desesperanza.
-Que son calurosos.
-Yo venía pensando por la calle, mientras me corría la gota, que si los calores fuesen menos calurosos seguirían siendo calores, pero con menor intensidad, Serenísima Reverencia.
-Lo que equivale a decir que serían calores más fríos, Chalapán.
-Exactamente, Maestro. Usted lo ha dicho.
-¿Y si fuesen calores más calurosos?
-Entonces deberíamos preocuparnos, Paladín de la Democracia.
-¿Y este último título honorífico, a qué viene?
-No sé, me gusta esa expresión que tan bien refleja el contenido de su alma, Master.
-Preferiría Paladín de Autocracia.
-Sus deseos se transforman en materia apenas los trasluce, Paladín de la Autocracia.
-El calor es como una cuerda floja sobre la que transita la humanidad sin darse cuenta. Dos o tres grados hacen una gran diferencia y quince grados pueden terminar acabando con la vida en la Tierra. Qué decir del momento, que llegará, en que el Sol se trague a nuestro humilde planeta.
-Qué calor va a hacer ese día, Profesor. No quiero ni pensar.
-Noto que tu timidez te impide pedirme un vaso de agua, querido Chalapán.
-Es profética su forma de interpretar la vida, Sosias de Isaías.
-Ve a buscar el jarro de jugo del refrigerador y trae dos vasos. Están en la puerta de más acá.
-Ya los vi, Arquitecto del Diseño de la Felicidad.
(Beben).
-Salud, Chalapán.
-Salud, Manantial de la Verdad.
-Y ahora entremos en materia, a menos que quieras proseguir ahondando en esas lúgubres reflexiones.
-Por mí, directo a la clase, Maestro.
-Entonces vamos a la clase. Leyendo el caso de una joven a la cual la mafia de Calabria disolvió en ácido por irse de lengua me ha venido a la memoria la situación vivida recientemente por uno de los socios del Club de la Lengua de Vaca. Dicho espécimen, del cual no daré su nombre, aterrizó en mi consulta para revelarme el temor ancestral que se aloja en el alma de todo hombre que se precie de tal, terror que en él revivió en la forma de una atroz pesadilla que lo hizo saltar en la cama, sudando, con el corazón a todo dar.
-¿Qué soñó el socio, Maestro?
-Me juró que no lo sabía. Su mujer lo había removido al escucharlo dando alaridos de terror. Gritaba "¡Aaag! ¡Nooo! ¡No estoy! ¡No hay naaadie!", y por eso acudía a mi oficina a dilucidar el misterio.
-¿Dilucidó, Gran Maharajá?
-Al someterlo a una sencilla sesión de hipnosis el misterio se aclaró en cosa de minutos. La pesadilla consistía simplemente en que la amante iba a su casa y le tocaba el timbre. Al momento de abrir se asomaba toda su familia y le preguntaban quién era esa mujer con dos maletas en la mano. La que más preguntaba era la suegra. Como se sabe, las maletas en las manos de una mujer que toca el timbre significan que el que sueña está en peligro de muerte, según reveló Freud en su libro "La interpretación de los sueños". En el caso al que hago mención, y que ya se prolonga demasiado, le sugerí a mi pobre cliente que se deshiciera de su amante, si es que la tenía (si hubiese sabido lo de la mafia calabresa le habría sugerido el método, claro que en broma, no vayan a acusarme más tarde de complicidad). A la semana siguiente me sorprendí porque su nombre figuraba de nuevo en la lista de clientes que anota mi secretaria, lista que después de almuerzo vamos leyendo juntos, ella sobre mis rodillas y yo con la mano yendo y viniendo del portaligas a su sapito rococó, hasta que de pronto ella no puede seguir leyendo, se saca los lentes, empieza a jadear, a decir obscenidades...
-¿Esa consulta suya dónde funciona, Maestro? Porque yo conocí a la pura señora Sofía de su casa.
-Funciona por ahí, pero me vuelvo a desviar de un tema que aún no logro afrontar, la cosa es que el cliente de la pesadilla pidió hora de nuevo y me contó que basado en mis consejos había llevado a su amante a un muelle y que al momento de tomarle una foto la empujó al mar como por descuido, con tan mala suerte que la amante había sido campeona de natación en sus tiempos y lo acusó a los carabineros de echarle a perder el peinado, pero con tan buena suerte que le tocó un carabinero que también tenía una amante fregada, y que sin dejar constancia alguna del criminal suceso les ordenó que se entendieran entre ellos. Retomando el hilo, el socio al que hago mención vivió en carne propia la situación que antes describí sólo a modo de ejemplo a través de un sueño que habría tenido y que en realidad nunca tuvo, porque el hecho cierto fue que ¡la amante sí fue a tocarle el timbre a su casa!
-¿O sea que vuestro socio no lo soñó, Maestro?
-No. Fue.
-Por eso mi mamá me aconseja que nunca tenga una sucursal como las que decía que tenía mi papá.
-El tema del timbre es asaz complejo y nadie está libre, Chalapán, salvo los que no tienen amante, como tú, que ni siquiera te has casado, y los que no tienen plata para timbre. Aún así, no falta la loca que llega al inmaculado hogar y hace entrar en sospechas a la santa dueña de casa. Te haré escuchar esta grabación que te aclarará aún más las cosas.
-Escucho atentamente, Adalid de la Electrónica.
(Corre la cinta).
-Dice que te conoce.
-No le hagas caso, mi amor, está loca.
-Pero dio hasta tu segundo apellido.
-Se lo habrá preguntado a la verdulera de la esquina.
-Tienes razón. ¡Oiga, váyase, aquí no vive!
(Silencio, pasa un minuto).
-Gordi...
-¿Qué pasa, vieja?
-¿Por qué la verdulera sabe tu segundo apellido?
-¿Que no te acuerdas que hace un mes le pagué con un cheque?
-De veras.
(Fin de la cinta).
-¿Y qué pasó, Cardenal del Vicio?
-Pasó que la vieja quedó metida, porque la loca le sembró la cizaña. Por ahí se empieza, luego el gusano que se ha  introducido en la manzana hará su trabajo.
-Ah.
-A todo esto, no es llegar y disolver en ácido. Para eso hay que comprar ácido, y en una buena cantidad. O robárselo si uno ejerce su oficio en una mina. Pero tampoco es fácil. Hay que sobornar al capataz o conseguirse lo que le sobró a la mina San José. Luego está el asunto de la palangana. Las venden bien grandes en Sodimac, pero esta palangana que se necesita debería ser casi una piscina y no solo eso, sino que de metal o de concreto, y esas no se venden. En resumen: lo único realmente abordable sería llenar de ácido la piscina de una casa abandonada y disolver a la amante en la noche, tomando la precaución de amarrar el tapón con una cadena a prueba de ácido, de modo que concluido el proceso se retire el tapón desde la orilla, sin meter el cuerpo a la piscina. Pero no faltaría el detalle que incriminaría al cristiano. Después de todo, el crimen perfecto falla cuando entra a funcionar la conciencia o el corazón delator, bien lo sabía el alcohólico demente.
-¿Se refiere a Hemingway o a Faulkner, Catedrático de la Lengua?
-No contestaré esa pregunta tramposa, Chalapán, pero como te habrás dado cuenta, ya comienzan a surgir los temas principales de este diálogo, a saber: ¿Existe el crimen perfecto? ¿Las amantes, una vez que han tocado el timbre y les va mal, insisten o bajan la guardia? ¿Por qué, si las amantes chiflan como las diosas, los hombres se desprenden de ellas, llegando al ácido si es necesario? ¿Las amantes son malas por naturaleza o la sociedad las hizo malas? Y en definitiva: cómo diablos deshacerse de una amante majadera sin dejar huella.
-Siempre me ha intrigado el tema del crimen perfecto, Maestro. El otro día el profesor Ricardo Santibán sostuvo en la Academia que es aquel que se comete a plena luz del día, delante de todos y aceptado por todos. Cuando le pedimos ejemplos el profesor Ricardo...
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales...
-No ha tomado en cuenta lo que dije, Maestro.
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales, querido Chalapán, cuando un socio relató la desgraciada experiencia vivida días antes con su amante ocasional, que culminó con uno de sus dedos magullados. El accidente podía pasar como consecuencia de una poda de ligustrinas o cambio de llave del lavamanos, pero el socio nos dejó en claro y con un cierto orgullo que se trataba de una herida de guerra. Al tomar el café paraba el dedito, para que se le viera el tajo. Como en el grupo que conformábamos se encontraba una damisela y El Polaco, le pregunté a la damisela si ella iría a tocar el timbre a la casa de su amante y dijo que jamás lo haría, pues si la dejaran de querer daría simplemente el romance por terminado, ante lo cual pronuncié una de mis clásicas salidas: "Eres la amante ideal para dejar". La frase, dicha con toda inocencia, le provocó tal risa al Polaco, que fue como si hubiese visto al diablo. Al día siguiente el socio del dedo magullado me hizo ver una enorme verdad, en la que no había reparado. Comentando la opinión de esa damisela, que era su amiga, dictaminó: "Habría que ver lo que hace de verdad, llegado el caso".
-¡Cuánta sabiduría en once palabras!, la del socio del dedo magullado.
-Dedicarse a investigar si existe o no existe el crimen perfecto es una idiotez, Chalapán, da lo mismo, pues ya se cometió. Lo verdaderamente contributivo al capítulo moral de la ciencia criminológica sería descubrir si se puede evitar la desaparición forzada de la amante o si el delito es inevitable. Mis observaciones me hacen sostener que el crimen es evitable si la amante toca una sola vez el timbre y que si lo llega a tocar dos o más veces es inevitable. Ejemplos de crímenes abundan, fuera del mencionado caso del ácido.
-¿Tiene algunos, Maestro?
-¿Acaso las cámaras de seguridad no han registrado una sombra que se escabulle detrás de cada una de las mujeres que se han arrojado al Metro? Y aquellas que terminaron sus días bajo los efectos de somníferos, ¿qué te hace pensar que se los tomaron voluntariamente y no bajo una tierna frase inductiva del tipo tómese estas pastillas mijita y se sentirá mejor, no se preocupe, que jamás me iré de su lado, apenas me salga el divorcio me caso con usted? Hay tantos casos. Me parece estar viendo el de la amante que se lanzó en paracaídas y no se le abrió, el de la mujer que fue a pasear en bicicleta al San Cristóbal y de bajada se le cortaron los frenos, el de la rubia falsa que se intoxicó con champiñones recogidos en el bosque, el de la gordita que se ahogó de placer mientras se la chiflaban en la tina, el de la profesora que se infectó el ano con una tiza envenenada, el de la aseadora que "se suicidó" metiendo la cabeza al water y ensartándose el plumero en el poto. Podría seguir, pero qué demuestran: a mi entender, que no fueron meros accidentes, Chalapán, como quedaron registrados en la bitácora policial, sino asesinatos hechos y derechos originados en el acto de tocar un timbre dos veces mínimo.
-Oh, jamás hubiese imaginado que el corazón del amante destilara tanto refinamiento, tanto cálculo, tanta crueldad, Máximo César de los Borgia.
-La necesidad tiene cara de hereje, Chalapán.
-Hay límites, se dice en la Academia.
-Córtala con la Academia, Malacacha. No me voy a chupar.
-Perdón, Maestro. Se me sale.
-Esos actos de arrojo del amante, cuya conciencia es capaz de sacrificar el tesoro de su plácido devenir a cambio del simple cuerpo de aquella que osa tocar el timbre de su casa, lleva a la pregunta que sigue: ¿Por qué, si las amantes chiflan como diosas orientales, los hombres se desprenden de ellas? O formulada de otra manera: ¿Por qué las amantes van a tocar el timbre?
-Me encantaría saberlo.
-Descontando por improcedentes los pensamientos de Aristóteles, Descartes, Kant, Schopenhauer y sin ir más lejos Adorno e incluso Steiner y Barthes, El Polaco deslizó durante ese mismo café una respuesta tan original como obvia: la tensión del nervio tiene su límite.
-No se entiende, Filósofo de la Cuneta.
-Lo mismo le dijimos nosotros. Y esto habló:

Primera ley del Polaco

"Sabido es que el nervio masculino es como un alambre de elástico que recorre el cuerpo, y que al contacto con la amante primero se afloja, luego se estira, luego se afloja. Pues bien, como toda materia, el nervio se oxida, en este caso se vence. Pero no se vence como pensaría uno que el nervio se vence, sino que se vence al revés de como pensaría uno".

-¡Cómo! -le insistimos a coro. Y El Polaco añadió.

El Polaco elucida su principio

"Queda estirado, y el efecto resulta insoportable. Es mil veces preferible desprenderse de la amante que vivir con el nervio estirado".

-Al menos yo, sigo sin comprender del todo, aunque algo vislumbro ya.
-El Polaco aclaró que no se refería al priapismo que afecta al pico ante la picada de una araña de poto colorado o debido a la excesiva ingesta de Viagra, sino que al nervio mismo que recorre el cuerpo de pies a cabeza. Recordó además que el nervio femenino es diametralmente opuesto al nervio masculino, de tal forma que al contacto con su amante se estira, se relaja y se estira y que al oxidarse queda relajado.
-Ah.
-Dado que el nervio del hombre es tan sensible, para qué tensarlo de esa manera, le preguntamos los dos varones del café, mas no así la damisela. El Polaco contestó:

Segunda ley del Polaco

"El hombre hace leseras más grandes por chiflar".

-Pero qué pasa con el nervio cuando uno se pisa a la esposa, si es el mismo nervio, más que preguntamos, rogamos. El Polaco contestó:

Tercera ley del Polaco

"El nervio distingue perfectamente las relaciones con papel de las relaciones sin papel. Y el nervio casado se acostumbra a todo".

-¡Pero por qué la amante va a tocar el timbre! -gritamos. El café entero se dio vuelta. El Polaco contestó:

Cuarta ley del Polaco

"No sé por qué perdió la "U" el sábado y voy a saber por qué la amante toca el timbre".

-La damisela intervino: "No me miren a mí. Yo ya dije que nunca lo haría", declaró. ¿Qué tal, Chalapán?
-No sé, Maestro.
-Exactamente. Estamos casi en las mismas. Apenas hemos dado dos o tres consejos para desprenderse de tan peligrosa compañía: LA AMANTE LOCA.
-¿Y entonces? Este diálogo debe precaverme de futuros avatares, Sultán del Sexo.
-Entonces llegamos a la penúúúúúltima pregunta de la noche: ¿Es la amante mala por naturaleza o la sociedad la hizo mala? O en otras palabras: ¿Por qué las amantes se vuelven locas?
-Debiesen decirlo ellas, sugiero humildemente, Venerable Profesor.
-La bestiecilla siempre guardará silencio, porque es astuta como la zorra. De modo que os lo diré yo.
-Qué bien. Luz para mis oídos.
-Luz para tus ojos, lieder para tus oídos, siempre que sea de Schubert.
-Mi favorita es La rueca, Maestro.
-A mí la que más me gusta es Standchen para solista y coro masculino.
-¿La tiene, para escucharla?
-Claro que sí. Espera un poco.
(Sale, vuelve con el disco y enciende el reproductor).
-Escucha, Chalapán.
(Suena la canción).
-Qué linda.
-No te precipites, Chalapán. Este lieder gusta recién a la tercera vez que se oye.
(Al rato).
-Sí, tiene razón. Ahora me gusta más que antes. Se me está pegando.
-Con la canción de fondo pasaré a explicarte lo que enuncié denantes.
-Luz para mi alma, lieder para mis oídos, Califa del Pentagrama.
-La primera amante de la historia fue pillada culiando detrás de las matas por la mujer de un cromañón, a quien se le planteó allí una de las primeras dudas existenciales que aquejan a toda esposa casada ante las tres leyes: el palo en la cabeza ¿se lo pego primero a la maraca o al maricón culiado? Despejada la incógnita, que en dicho caso se despejó a favor de la segunda opción, tal como lo revela el cototo en la calavera prehistórica del cromañón que se conserva en el museo de Rouan, digo que despejada la incógnita vino de inmediato la primera máxima: si la amante lo hace detrás de las matas, la amante lo hace para callado. Esto de hacerlo para callado no es ninguna simpleza. No se trata de echar a culiar a dos mudos ni de culiar mirando la hora como hacen muchos, sino de algo más extravagante, ya que "hacerlo para callado" es evidentemente una metáfora sobre el acto escondido; esto es, prohibido.
-Ya voy entendiendo, Maestro.
-¿Es malo hacer algo prohibido?, Chalapán.
-Sí.
-Entonces LA AMANTE ES MALA.
-Pero, ¿nació mala o se hizo mala, Profesor?
-He allí la duda.
-¿Qué piensa Usted?
-Sostengo tras mi larga experiencia de Insigne Calavera que la amante se hizo mala al nacer. Lo prueba el siguiente experimento secreto al que tuve acceso. Lo desarrolló la Asociación de ginecólogos de Chile, que siguió las vidas de 2.312 guagüitas mujeres durante 40 años. Aquellas que al momento de nacer se escondieron y debieron ser sacadas con fórceps o cesárea se convirtieron con el tiempo en amantes consumadas. Las que salieron como un pescado fueron esposas y dueñas de casa ejemplares. La segunda variable se consagró en sólo 111 casos; la primera, en 2201, cifra preocupante.
-Ha dicho mala y también loca, Maestro.
-Mala y loca, Chalapán, así es.¡Por qué tanto calvario para el género viril! Y ojo, que la locura de la amante es progresiva y se manifiesta primero en simplísimos detalles que no se saben cortar a tiempo. Todo podría evitarse si el saco de huevas no estuviera tan empotado.
-¿Cuál es la idea, Serenísimo Gran Maestre?
-Las ideas madre para cada paso de su progresión sicótica son las siguientes, Chalapán. Anota, porque lo que viene es muy importante.
-Dicte, Decano del Saber.

Las 13 tablas de la ley de la amante loca

1.- Se dice ella a sí misma, luego de enamorarse: "He visto a Dios". Luego le dice a él: "No importa si usted no me da ni siquiera un minuto de su vida, pues me basta saber que existe".
2.- Proclamación de lo sublime en una frase para el bronce: "La vida es bella". Traducida al sentimiento que le inspira su ídolo queda como sigue: "Mi sueño es que usted sea feliz en su hogar, pues lo que yo deseo es su felicidad".
3.- ¡Ay, el flechazo de Cupido!: "Sólo me conformaría con un beso suyo, y sólo cuando pueda dármelo".
4.- Calentura obsesiva. Cambio abrupto de la necesidad: "Necesito que me enchufe la callampa mi amor, si tiene un tiempito disponible para esta humilde servidora".
5.- Se desatan las bajas pasiones: "Quisiera culiar todo el día con usted mijito rico. Paso con el sapo mojado y me lo tengo que refregar a cada rato con una escobilla de lavar ropa".
6.- Primeros signos del descenso, a la altura de los tres meses de relación. Se altera la forma verbal del trato: "Están dando Avatar en 3D. ¿Me llevas?".
7.- El discreto encanto de la burguesía: "Este fin de semana me encantaría ir al Monticello contigo. Hay un menú súper rico y no sale tan caro, te juro".
8.- La subida por el chorro de frentón: "¿Me regalarás unos días de tus vacaciones? ¡Me los merezco!, ¿nocierto?".
9.- Cobro de sentimientos cochinos: "Tú piensas solamente en el sexo".
10.- A los seis meses se despierta la madre que toda amante lleva adentro: "¿No te había contado que dejé de tomar la píldora?".
11.- La bruja se saca la máscara y se sube a la escoba: "¿Cuándo vai a dejar a la vieja huevón mentiroso?".
12.- Ultimátum: "Siempre me decís lo mismo, pero ya no te creo. O nos vamos esta semana o terminamos para siempre".
13.- ¡Riiing! ¡Riiing!

-He quedado atónito, Visir del Placer.
-Y así llegamos a la úúúúúúltima pregunta de la noche, Chalapán.
-¿Que sería?
-Cómo me deshago de la amante para volver a disfrutar de la fresca brisa de la mañana y del canto de la alondra, mientras los cocos descansan como gatos en el tejado y se llenan plácidamente de moquillo, sin que nadie los moleste. A propósito, como decía nuestro ilustre socio Matta, no ha sido considerado un punto extremadamente relevante, imposible de seguir evadiendo, que te presento a continuación con letras de oro. Espera, voy a cambiar al disco por uno de Philip Sousa.
(Redoble de tambores).
-La amante constituye la prueba definitiva de que el tamaño no importa.
-Oh.
-Así es, Chalapán. A las hetairas o maracas les da lo mismo el porte de la diuca, porque su vicio es estirar la manito. Recuerda que de tanto pisar, a la escort le deja de gustar el pico, justamente por un asunto de rutina. Para confirmar esta hipótesis basta que te hagas una sola pregunta: ¿Te gustaría gozar de la vulva si tuvieras que trabar relaciones carnales con mujeres seis veces al día como mínimo, todos los días de la semana excepto el domingo? De modo que si se te ocurre salir de dudas con una maraca, no esperes que te diga la verdad, porque ella te dirá cualquier cosa, lo primero que se le venga a la cabeza, ya que el tema de la longitud y el ancho de tu chagualín no le interesa en lo más mínimo. Yendo a las esposas, tampoco podrás confiar de lo que digan, porque trabajan con el tamaño que les dio la suerte y está demostrado que, más que el breve suspiro del sábado en la noche, lo que realmente les importa es que el culiado corte el pasto, haga la cama, lave la loza, regale flores y pague las cuentas. Así llegamos a la amante, de la que nos consta que en sus momentos culminantes hay que sacarle la callampa con un diablito. ¿Por qué lo hace? ¿Y por qué con tal grado de calentura? ¿A pito de qué se le mojan los cuadros cuando ve la pirula de su gordi levantando el pantalón?
-No sé.
-Yo te diré por qué, Chalapán. Porque la amante es el único espécimen de la humanidad que no se fija en el tamaño del Julio Martínez con paperas, ya que el placer lo extrae de otras fuentes, vaya a saber uno de cuáles. De modo que en este apartado del diálogo me veo obligado a abrir un paréntesis para rendirle pleitesía a la nunca bien ponderada amante. ¡Gloria a la pulenta amante inmaculada! ¡Tuyo sea el sabor del poder! Mereces quedarte con el plasma de 42 pulgadas. Es poco, considerando el favor que le hiciste al culiado de pico chico.
-Pero cómo deshacerse de la amante, Maestro.
-Un amigo la disfrazó de perro y la metió a la jaula de un león de circo y el león empezó a jugar a la pelota con el perro de mentira.
-No pudo.
-Amenazarla con darle una chanca si sigue hueveando y mandarla a la calle de un portazo, impertérrito ante sus arañazos y sus lágrimas. No es la solución ideal, querido Chalapán, porque siempre quedará pendiendo sobre nuestra cabeza la famosa espada de Pericles a la que hice alusión no sé si en este o en otro diálogo.
-Parece que fue la semana pasada que le oí hablar de eso, Guía del Peloponeso. Me salió verso.
-Ya hemos visto además que el ácido y sus variantes del empujoncito sin querer al Metro, los frenos cortados, la caída al barranco o el misterioso resbalón dentro del cráter del volcán Villarrica no constituyen las mejores soluciones, porque la conciencia se empieza a acumular de légamo hasta que no queda otra que limpiarla abruptamente, como el ducto del lavamanos cuando se llena de pelos. Y la limpieza equivale a confesión.
-Lo mismo se dice en la Academia, perdón.
-Uno de mis pacientes convenció a su amante de que se encadenara a la cama y le empezó a leer "Lumpérica" y la amante expiró en el capítulo 2. Pero le quedó la conciencia manchada y cuando confesó el crimen, el juez lo condenó a tres años y un día por comprar el libro.
-No he tenido el gusto de leer ese libro, Bibliotecario del Bajo Deseo.
-Hay una solución muy linda que le escuché el otro día a mi amigo y socio el Sargento Roldán. Me contaba que su amante había quedado bastante conforme cuando él le anunció que la dejaba, con estas palabras: "Dame un tiempo, mi amor. No eres tú, soy yo". El pequeño problema es que dicha solución deja la puerta abierta para que la mina vaya a tocar el timbre. Escucha esta grabación, que él mismo me convidó en calidad de pequeño grano de arena de aporte a la humanidad.
(Corre la cinta).
-¡Riiing!
-¿Quién será, mi amor?
-Dice que es tu amante. ¿Que tienes una amante? ¿Desde cuándo, que no me habías dicho?
-No le haga caso, mi amor, y no le vaya a abrir la puerta. ¿Qué querrá esa loca?
-Quiere saber si terminaste tu retiro espiritual. Debe conocerte, porque se sabe hasta tu grado.
(Fin de la cinta).
-Si me preguntan a mí, querido Chalapán, creo que la fórmula que más se acerca a la perfección es la que aplica un condenado calavera de la plaza y que te invito a imitar cuando llegue el momento.
-La anotaré en un cuaderno de oro, Singular Conductor.
-Consiste en pagar el precio de la amistad con sus ex amantes, llamándolas para sus cumpleaños, comprándoles regalitos para la Navidad, financiándoles la liposucción por ningún motivo, es muy cara, esa es misión del amante nuevo, pero sí un cafecito de vez en cuando y por qué no una cachita, qué daño le hace, claro que se trata de un repaso. Ante tan elevadas muestras de cariño la amante entiende perfectamente la figura, porque con el tiempo se ha puesto cínica, ha tomado en serio su papel y le ha sacado todo el provecho que ha podido. Sabe, como su socio de amores, que esto no es más que un juego, la eterna fantasía del paso del hombre por la tierra. Honor, templanza y dignidad, Chalapán.
-Honor, templanza y dignidad, Eximio Gurú.

1 comentarios:

Blogger las divagaciones de Carola ha dicho...

Querido profesor:

No sabe cómo ha alegrado mi noche de sábado sus elucubraciones sobre como deshacerse de las amantes y la forma que tienen estas de operar.
No soy ni esposa gorreada ni amante de turno, pero me aportó mucho su extenso artículo.

27 de noviembre de 2010, 17:33  

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