html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" xml:lang="en" lang="en" dir="ltr"> Diálogos picantes del Profesor Bruburundu Gurusmundu y su ayudante Chalapán Malacacha: La mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón

jueves, 11 de noviembre de 2010

La mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón

-Permiso... ¿puedo?
-Adelante, Chalapán. Entra y toma asiento. Estás en tu casa.
-Gracias, Lar de Lares. Lo veo solito.
-La Sofía me pidió vacaciones.
-¿Que no se las había tomado?
-Me pidió unos días extras. La invitaron a un bautizo en Loncoche. Tú sabes que allá los bautizos y los velorios duran cuatro días, con sus noches.
-Así me han contado, Maestro. ¿Y cómo quedó con el porrazo del otro día?
-¿Ella o yo?
-Ella.
-Le aparecieron unos moretones en las rodillas, pero fuera de eso, bien.
-Me alegro, Maestro. Tiene su genio la señora. Osó alzarle la voz.
-Mira, Chalapán. Es mejor un diablo conocido. Con eso te digo todo.
-A un maestro no se le trata así, Virtuoso de la Humanidad.
-Olvídalo y vamos al grano.
-Usted dirá.
-¿Quieres un brandy?
-Más ratito. Ahora prefiero reposar en el berger, cruzar las piernas y beber sus palabras, Eximio Catador de la Filosofía Pueril.
-Como gustes. Y ya que me voy adentrando más y más en los abismos de la locura, donde todo se ve mejor, pues las señales se van haciendo cada vez más nítidas, he de intentar una ligera reflexión acerca de la mujer, dicho lo cual me lanzo al tirante contra los molinos de viento que ha levantado esta sociedad progresista ociosa descreída y apologista de la diversidad.
-¡Viva la diversidad, ay!
-¿Qué te pasa?
-Se me estranguló un higo, Maestro.
-Decía que la mujer, como mujer que es, ve todo con ojos de mujer. Lógico, porque si viera las cosas con ojos de hombre sería hombre. A todo esto la ciencia no hace mayor diferencia entre los ojos de un hombre y los de una mujer, salvo el rímel en las pestañas y esos lentes de contacto de color que se usan ahora, artificios que delatan en ambos casos una aspiración estética más femenina que masculina, pero así como están las cosas esto ya tampoco hace la diferencia, incluso si nos remitimos a la antropología descubrimos que el verdadero hommo sapiens de género viril, el troglodita o cavernícola que se le llama, era bien pavo real para sus cosas, al menos así lo muestran las fotos de los selknam, de los sioux y de las tribus amazónicas, si no que lo diga Lévi-Strauss, pero noto que la locura me desvía de nuevo de mi centro: ¡Qué destino el de nosotros los locos, que por todo verlo nada vemos, y además nos creemos Napoleón!, como si fuera una gracia creerse Napoleón, cuando es vox populi que Josefina se pasaba gorreando al gran emperador debido a que, según se dice, se comenta, Napoléon tenía el pico chico, de allí sus ansias de grandeza...
-Habló con mayor pasión que Hitler cuando fracasó en la PSU, Oberste Führer.
-No me cortes el hilo en lo más delgado, Malacacha. Decía que como la mujer ve con ojos de mujer, si fuera por ella su hombre debiera terminar inscribiéndose en el club de los colepatos, luego de haber hecho el trabajo que debe hacer, que es meter el pico en la zorra, botar moquillo y cofabricar la guagua. Y cuando lo consigue; o sea, cuando su hombre paga la cuota de inscripción en el club de los colepatos y tira cheques a fecha por las mensualidades, ella ni lo pesca porque lo que de verdad le importa a la mujer... es ser mujer, y que le digan que es linda. Acabada la reflexión me veo en la obligación de rellenarla con vaguedades y ejemplos, cosa que este diálogo no parezca tan miserable, pues de entenderse, yo creo que se entendió perfectamente y no necesita explicaciones.
-Yo, que tengo un cerebro limitado, pediría explicaciones, Genio del Coeficiente Intelectual.
-Trataré, Chalapán. Y como lo que se dice primero no es necesariamente lo más importante, ya que se usa que lo más importante se deslice a continuación de lo primero, me tocaría entonces, dicho lo primero, enunciar lo más importante ahora. Y así lo resumiría: "¡Ámame, cariñito!".
-Oh.
-Esta simple frase dicha por una mujer a un hombre convierte al hombre en colepato como por arte de magia. Se parece al flechazo de Cupido, que algunos niegan que exista y lo atribuyen a meros intercambios químicos del cuerpo, propios del materialismo científico por el que estamos pasando. O sea, y sea lo que sea, el ámame cariñito lo convierte en colepato y al oír y obedecer esas palabras el hombre inicia el áspero sendero que lo llevará a su inmortalidad del cangrejo.
-¿Por qué se dan así las cosas, Maestro?
-Elemental, Chalapán. Porque el sexo disfrazado de amor es sinónimo de colepatez y lesbiandad, aunque en este caso la lesbiandad no toma cuerpo, ya que la astuta petición es egoísta y no implica desprendimiento por lado alguno. Lo que la dama está diciendo, ordenando mejor dicho, es enchúfalo con cuidado, sin que duela tanto. O en palabras más prosaicas no me la metái a la brutanteque animal, ¿no veís que me podís rajar el hoyo? Y el animal con higos que es el varón obedece porque se está jugando la vida. La tengo casi lista pero esta maraca me quiere dejar con las ganas y si me la violo, fijo que parte a la comisaría con el moco adentro y me toman preso, claro que parte luego de irse cortina, no antes, y después los presos de la cárcel me toman de Perkins a la primera noche, y a la segunda noche y después a la tercera noche que me pasen por las armas ya no voy a reclamar y a la cuarta noche le voy a encontrar el gustito y a la quinta noche me va a tocar a mí con el pajarito nuevo, porque esto de la cárcel es uno de los misterios más grandes de la humanidad. Consiste en desenmascarar al hombre al desviarlo hacia su naturaleza más oscura, no como dicen los "expertos", que atribuyen esta forma de colepatez a un hecho coyuntural; de modo que volviendo al tema, si lo meto fuerte cago y me quedo con las ganas, así que hay que meterlo despacio, pero no sólo eso, también hay que contestar con puros síes preguntas como ¿me querí?, ¿te vai a casar conmigo?, ¿me hací una guagua?, ¿me pagái el arriendo de la casa de Maipú?, ¿me llevái al casino el viernes?, sí sí sí sí sí, bueno ya, entonces mándamelo guardar, ¿así vidita? ¡no tarado, más fuerte!, ¿así?, ¡yes yes yes yes cómeme perro meicía!. El ámame cariñito es el primer paso, que ya cumplido tiene al varón casi con la falda puesta. Pero a qué voy, me he vuelto a desviar del tema que lleva por título... País: ¡Chile! Título de la canción: "La mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón", como decía la madre inferiora de apellido Allende, pues la madre superiora tiene un apellido que no me acuerdo bien, parece que termina con tit.
-Amado Doctor del Conocimiento Carnal, permítame una infantil digresión. La mujer, eso es, la mujer, ¿por qué la mujer tendría que ser lesbiana, habiendo tantos hombres dando vueltas por el mundo, de los cuales aproximadamente el 15 por ciento tiene el miembro grande, o sea, habría donde regodearse? ¿Qué motivos habría de tener una mujer para renegar de su sexo, mejor dicho de su sexualidad, e irse para el bando de las tortilleras? ¿Qué lógica aristotélica aplica un sapo así?
-Has dado en el clavo de la contradicción, querido Chalapán. Para que se entienda este sinsentido habremos de hacer un pequeño repaso de la historia de la mujer, vista desde el punto de vista biológico individual, o sea la historia científica del cuerpo humano de la mujer.
-Esa parte siempre me gusta, pero la preferiría acompañada del brandy que me ofreció denantes, Profesor.
-Trae la botella con dos copas de coñac. Están en la vidriera. Y que no te suceda lo del otro día.
-Descuide, Maestro.
(Se escancian las copas).
-¡Momento! No te lo vayái a tomar al seco, Chalapán. Agítalo, huélelo y degústalo.
-Se me puede salir para afuera de la copa, Maestro.
-Una vez que el alcohol comienza a girar dentro del cristal ya no hay ese riesgo. Procede sin temor.
-Ah chucha.
-Tómatelo a la chilena no más, Malacacha.
-Glu glu glu...
-Mmm... delicioso. Y a ti, ¿te ha gustado?
-Como que se me quiere prender la garganta, Profesor. Siento una cosa rara. Lástima que se me acabó. ¿Me da otro poquito?
-Más tarde. Escucha ahora lo que voy a decir.
-Bueno.
-Como sabrás, la mujer nace igual que el hombre, pero sin piquito. Al nacer le ponen dos aros de perlas blancas, uno en cada oreja. Al segundo día llegan las tías con ropa rosada y cascabeles. Como a los tres meses le ponen una faldita encima de los pañales y cuando va al jardín se junta con otras niñitas y el Día de la Mamá cada niñita dibuja una cabeza de redondela con chascas de palotes igual que los niños hombres, de lo que desprende que a esa altura la diferencia entre ambos sexos es mínima. A veces no les gustan las muñecas, pero tienen la pieza llena de muñecas. Mientras las visten ellas miran por la ventana a los niños jugando a la pelota o al paquito ladrón, hasta que un día les sale sangre del conejito y gritan ¡mamá! y la mamá aparece llorando a moco tendido... ¡Hija mía, ya eres una mujercita!, cuando la cabra chica se suponía que era mujer desde que nació, porque tenía un tajito en vez de la pirula. A todo esto, la primera vez que se dio cuenta de que los niñitos tenían pico y ellas no, dicen que se llenó la cabeza de traumas inconscientes, que la marcaron para el resto de sus días por la amputación que había sufrido la parte de su cuerpo por donde hace pichí. ¡Qué traumas ni que ocho cuartos! ¡Puro negocio para los loqueros, para las trasnacionales farmacéuticas y para los dueños de los derechos de Freud, vamos pagando y vamos comprando!
-La pura verdad, Doctor de la Cabeza.
-Mira por la ventana, Chalapán. Ahí va Coctelito.
-¿Ese caballero medio andrajoso, Maestro?
-Así es, Chalapán. Es un pícaro que no se pierde coctel, parece que averigua la pauta del día en alguna agencia de noticias y se deja caer a aquellos actos, conferencias o premiaciones que rematan con un cheese and wine; anda con un bolso verde para echar el pan, el queso y las almendras y si se da la ocasión, los salmones y ceviches, mas no el vino, que se lo toma allí mismo. Dice que se llama Fernando Ravanal y como hoy impera la democracia, nadie se atreve a cortarle el paso. Una vez el organizador del evento de turno, mosqueado al comprobar que comía como animal durante el break, le preguntó a qué había venido a la charla. Coctelito le respondió: "He venido a buscarme a mí mismo".
-No sé si a mí me dan lástima o rabia esos tipos, Profesor.
-Pero volviendo con la historia del cuerpo humano de la mujer, después de la primera regla viene la etapa del desarrollo, cuando crecen las tetas y los bigotes y los pelos de las piernas. La niña se olvida de las muñecas y aprende a preparar la cera en un tarro usado de Nescafé, pero a veces la cera se le sube y se derrama sobre el tostador de pan y el pan sale gusto a cera para depilar. Es impresionante: las mujeres nunca gritan al arrancarse los cañones y uno que es hombre da el medio alarido cuando le tiran un padrastro hasta el codo, no es para tanto.
-Yo veo burros verdes cuando mi mamá me retira la cera de los oídos con un fosforito, Maharajá del Vicio.
-Entonces he aquí que les llega la hora del grito de Arquímedes. El espejo le recuerda a la mujer lo mujer que es y le dice todos los días erí bonita, erí fea, erí más bonita que la Tati Segura, erí más fea que la huevona de la Quenita Larraín, tonta más rica, más tonta que la Adriana Barrientos; no, esa es más tonta pero tiene las medias tetas, ¿y yo cuándo voy a ser como la Paris Hilton espejito, si no me alcanza la plata y este rollo no se quiere ir por Dios? Porque esa es una huevona suertuda que nació flaca y encima rica, se pasó, le dice el espejito. Pero no todo es belleza espejito, cuéntate otra cabra fea, mentira espejito la belleza no es todo están los grandes valores cristianos de la Iglesia espejito, que huevá si ahora que se pusieron a pisar a diestra y siniestra los cagaron a todos los curas culiados, esa mina sí que tiene buenas piernas espejito y el poto paradito parece mulata quiero ser como ella, tai más loca cabra principiante ¿no veí que usa calzones levantaglúteos? No creo espejito se le notarían y yo la miro todos los días y siempre el mismo poto la media raja obligada a usar abrigo delante de ella y le digo oye huevona ¿cómo lo hiciste? ¿Vai cuantos días al gimnasio? ¿Vamos juntas?
-Y así se hacen amigas, Maestro. Ya veo.
-Así se van acercando y ni se dan cuenta cuando están tortilleando, la fea con la bonita.
-Oh.
-Qué gana la fea: se comió a la bonita para ver si se le queda pegado un pendejo de lindura. Qué gana la bonita: fue adorada.
-¿Me da otra copita ahora?
-Sírvete. Huele y degusta. Déjalo reposar un momento en el paladar. ¿Te gustó?
-Se me anduvo quemando la boca. ¿Pero se puede saber qué concluye de lo anterior, Maestro de la Viña del Señor? Me salió verso sin ningún esfuerzo.
-Es evidente: la mujer sólo tiene ojos para ella y por extensión, para las demás mujeres, Chalapán. "Ama a las demás como te amas a ti misma" es el mandato. El hombre sería el resto, la comida de los perros. De allí que tantas veces este Sultán del Erotismo ha advertido a sus seguidores: hombres de penca grande que criáis músculos: ¡No cantéis victoria frente a los maníes, porque el que ríe último ríe mejor!
-¿Qué quiere decir con eso, Maestro?
-Quiero decir que si la mujer tiene zorra es pasiva, anhela recibir, quiere que se lo enchufen, pero que se lo enchufen cómo, he allí la pregunta que el hombre nunca ha entendido, porque el hombre tiene pico y quiere dar, quiere meterlo en la zorra para tirar moquillo.
-¿Y cómo entonces, qué anhela realmente una mujer, Mustafá Profeta?
-La respuesta es muy simple, querido Chalapán. La mujer, que vive mirándose al espejo, le pide al hombre que antes de metérselo se convierta en mujer, con cuidado papito, ¿me quiere papi? ¿me amas? ¡dime cosas lindas! ¡ya estás pensando en eso! ¡calma, baby! ¿o crees que los tesoros son gratis? Primero hay que mirarlos, hay que disfrutar los tesoros, hay que hablarles y hay que adorarlos, luego tendrás lo que viniste a buscar, de lo que se desprende que la mujer es vanidosa y egoísta y el hombre, humilde y desprendido.
-Pero qué han hecho, qué han logrado con eso, Maestro.
-Con la inapreciable ayuda de una cohorte de profesores de yoga y de tai chi, más los infaltables sicólogos de la escuela vienesa Manuela Palma que escriben en las revistas femeninas, las mújeres inocularon en la mente del cándido varón una idea brillante, mediante una técnica que se la hubieran querido la NSA, la CIA, el MI5 y la KGB. Nos convencieron de que para afilar había que ser colepato. La idea, así expresada, es absurda, pero mi mente superior ha sabido rastrearla hasta llegar a la raíz. De partida, la palabra colepato jamás se pronuncia. Lo que ellas ansían es el "verdadero hombre".
-¿Cuál es, Artífice de la Virilidad?
-Un hombre cariñoso, amigo y compañero, tierno, atento, desprendido, elegante, sensible, que sepa esperar y que incluso, llegada la ocasión, no contenga las lágrimas. ¡Un colepato! Y la artillería mundial es tan pesada que están convenciendo al género fuerte; y así vemos que algunos van al gimnasio, otros se arreglan las uñas después de planchar y lavar la loza, otros se tiñen el pelo, otros ¡van a las reuniones de apoderados!, otros regalan flores firmando con seudónimo, lloran con Toy Story 3, envían cartas perfumadas y miran a los ojos, practican pilates y bailan salsa. Les lavaron el cerebro y piensan que el baile libera y que si se mueven al ritmo de la música no harán el ridículo y no se preguntarán de repente qué chucha estoy haciendo en una pista de baile. El baile nos libera, claro que nos libera, pregúntenles a los bailarines de ballet si los libera, todos felices con sus ojitos pintados y la media callampa de trapo que se ponen para encandilar a las damas de la primera fila, ¡sádicos culiados!
-Pero queda el roto del barrio, Maestro.
-Sí. Ahí lo tienen, fumando pasta base para evadirse.
-Estamos cagados, Excelentísimo.
-Casi estaría por dejar en libertad de acción a nuestros socios del querido Club de la Lengua de Vaca, ya que como nunca lo dijo Maquiavelo, pero debió decirlo, el fin justifica los medios. Mas advierto nuevamente: ¡cuidado con los cantos de sirena! ¡Ellas sólo buscan atraerlos a sus roqueríos llenos de choros para que ustedes se despedacen!, pues habiéndolos conquistado, habiéndoles dado de beber el néctar del placer sólo les espera dolor y humillación, de tal forma que un día cualquiera los harán vestirse de mujer, ponerse ligas y hacer el amor para satisfacer sus fantasías escondidas que son cuáles: amarse entre ellas, amarse a ellas mismas.
-Uno se preguntará, Maestro, por qué no lo hacen derechamente. Por qué, en cambio, son capaces de idear un plan tan retorcido que de paso mancilla nuestro honor.
-¡Ah!, no sé, Chalapán, cosas de mujeres. Sospecho que ellas poseen códigos de lenguaje secretos que escapan a nuestro vil entendimiento.
-Casi estoy por preferir no haber sabido las cosas que hoy me han entrado a la cabeza, Jeque Máximo.
-Cosa no dicha hasta el momento: ya van preparando el plan desde el momento en que nos crían. Cierto, muy cierto. Como ellas nos desearon en la cuna y el tabú les recordó que no debían tomarnos, nos hicieron hombrecitos desde que dimos los primeros pasos y nos convencieron de nuestra superioridad y de nuestra fuerza, nos reprimieron el llanto y nos convirtieron en pobres edipos. Así se fueron entregando a sus fantasías más oscuras y se autodelataron. Esta es la fórmula secreta: si no lo tuvieron cuando chico, ¡que se jodan las que lo tengan cuando grande! O sea, lo que hacen es cagarse entre ellas ofreciéndonos a nosotros, desgraciadas víctimas, como carnada. Y nosotros los saquitos de güevas creyéndole todo a la mami y dejando siempre a la hermanita detrás. ¡Ah, pequeña arpía! ¡Cómo preparas tus garras desde niñita para hundirlas en vuelo rasante!
-A que sí.
-Y qué gracia le encuentran a refregarse las tetas, no sé, pero yo me caliento de puro pensar cuando los pezones se hinchan con el roce y abajo empieza a salir olor a merluza, y lo peor es la lentitud con que lo hacen, cuando uno, que es macho, se montaría encima, agarraría los cachetes del poto con las dos manos y le mandaría a guardar la penca hasta irse cortado, todo rapidito antes de que empiece el partido del Manchester, no vaya a ser que Rooney meta un gol al minuto.
-Maestro, con todo respeto, ¿sería mucho pedirle que luego de esta afiebrada exposición hiciese un pequeño resumen para que se entendiera bien lo dicho anteriormente?
-La mujer se ama a sí misma antes que a nadie, Chalapán, incluso que a Dios, porque como individuo que es, lo primero que hace es fijarse en ella, en su imagen, en sus tetas y en su sapo. Enfrentada al momento en que deba cruzarse con alguien elegirá a un hombre porque no es huevona, sabe que sólo así se prolongará la especie. Pero cuando está caliente de verdad, eso ya es otra cosa, ahí primero piensa en sí misma y se corre la paja con los ojos cerrados, luego lleva su fantasía hacia el objeto de su deseo y entonces se enfrenta con la cruel interrogante: ¿se atraen los polos opuestos o se atraen las almas gemelas? Como la costumbre indica lo primero, seduce al culiado para que se la pise, pero como en las profundidades de su pantano late un sapo de mujer, procede como en el cuento, pero al revés; o sea, vuelve sapo al príncipe para que se la pise y colme su fantasía. Este puro párrafo habría evitado toda la lectura anterior, pero he dicho hasta el cansancio que los libros no se hacen con un puro párrafo sino con una idea genial más paja molida, en este caso, pajas sin moquillo, porque estamos hablando de la mujer, esa gran tortillera que sueña con volver colepato a su cromañón.
-Se entendió clarito, Profesor.
-La nave está arribando a puerto o como se dice, está atracando. En las fiestas del liceo me acuerdo de que el Tatán Berríos contaba que se ponía a atracar mientras bailaba Sonambulismo. Cuando venía la nota larga de la guitarra eléctrica la mina hacía un meneíto inocente y el Tatán se iba cortado y el moquillo le corría por los pantalones blancos, que estaban de moda en los años sesenta. No faltaba el pajero enano sapo que se pasaba toda la noche al lado de la orquesta, porque no se atrevía a sacar a bailar, y no se atrevía porque no sabía bailar, porque cuando sacó a una mina la pisó y la mina se fue a reclamar a la inspectoría con los zapatos sucios en la punta y el huevón se traumó; decía que el enano sapo del rincón comenta el asunto con los otros pajeros que fuman y todos indican con el dedo el pantalón del Tatán manchado con el mapa de Chile, y el Tatán obligado a irse de la fiesta y el lunes, fijo que el sapo le comenta a la maestra: "Profe, el Tatán se fue cortina el sábado", y la maestra ¿a ver, qué está pasando? y podría seguir toda una historia si este diálogo versara acerca de la pedofilia y los secretos castigos infligidos a los alumnos por sus profesoras. Pero como la nave está atracando, debemos ocuparnos de otro asunto asaz complejo, querido Chalapán, que he dejado ex profeso para el momento de la descarga.
-Diga usted, Maestro Perfecto. Lo escucho.
-Quién me manda a meterme en estos enredos, digo yo. El diálogo pudo terminar en el párrafo de arriba lo más bien, porque quedaba redondito y sobre todo, verosímil, pero lo que diré ahora lo echa todo al agua y no sé cómo me las voy a arreglar. Debo mirar siempre la llama de la honestidad, que alumbra el sendero de los sacos de güevas honrados, jamás volver la vista ni inclinarla hacia los lados. Lo que pasó es que ayer en la tarde me pregunté qué pasa si hay cariño verdadero como en el bolero, solamente una vez, bésame mucho, ansiedad, somos novios, ¿se van todas las teorías a la cresta de la loma o el corazón encendido es un engaño, un mero volador de luces que recorre el cielo durante tres meses? Porque en tal caso no cabrían los estudios ni las estrategias y el que quiere quiere y el que no quiere no quiere, pero ahora nos preocupa el que quiere quiere, no el que no quiere no quiere, de modo que si el que quiere, quiere, entonces no se puede hablar de un hombre convertido al colepatismo, salvo que quiera a otro hombre, y allí sí que estaríamos ante un colepato hecho y derecho. Pero si el que quiere, quiere a una mujer y le regala miraditas y le lava la zorra, perdón iba a decir la loza, si el que quiere, imbuido de un estado cardiaco superior, es capaz de amar hasta dar su vida por ella como Tristán la dio por Isolda, y de chiflarse a su peor es nada aunque tenga tetas de longaniza, incluso de sacrificar su deseo si la dulce amada anda con la regla y le da pudor ver salir el pico con cuajarones de sangre, entonces qué pasa, ¿es colepato o no es colepato quien experimenta tan sublime sentimiento? Yo digo que no es colepato, lo absuelvo porque no le impusieron una conducta para poder chiflar sino que él mismo se colocó la soga al cuello y como ningún colepato se puede meter el pico a sí mismo está absuelto, hijo mío. Por el otro lado, si la mina quiere que el patas negras se lo mande a guardar a lo perro, ¿es por ese sólo deseo llevado a la acción una dama que se transfigura en varón, ya que lo que en el fondo desea ella con ese acto es volverse un hombre callampón? Yo digo que no, que sólo quiere pisar como Dios manda, que al igual que el ejemplo del instinto de prolongación de la especie, ella le hizo caso a su sapo latente. A todo esto al enfermito de Hawking se le ocurrió ahora llamar la atención diciendo que Dios no creó el Universo. O sea, cagamos todos y el huevón tan tranquilo sacando los dientes de abajo, como burlándose.
-Así las cosas, Maestro, ¿se atrevería a concluir que cuando la llama alumbra el camino y los fieles la siguen, todos absueltos hagan lo que hagan, pero si dan vuelta la cabeza o la inclinan hacia cualquiera de los dos lados, todos presos por colepatos?
-¿Era eso? Parece que no estoy seguro. Mejor sirve dos copas más y esto se acaba por hoy.
-Ya están.
-Mmm... salud, Chalapán. Honor, templanza y dignidad.
-Salud, Maestro. Honor, templanza y dignidad.

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