html xmlns="http://www.w3.org/1999/xhtml" xml:lang="en" lang="en" dir="ltr"> Diálogos picantes del Profesor Bruburundu Gurusmundu y su ayudante Chalapán Malacacha

lunes, 14 de diciembre de 2015

¡Hasta que salió el libro!



Estimados y estimadas lectoras
El Profesor Bruburundu Gurusmundu tiene a bien comunicarles que ya se encuentra a la venta en las mejores librerías del ramo la segunda parte de la trilogía iniciada por las míticas "Actas secretas del Club de la lengua de Vaca".
La presente edición se intitula "Diálogos picantes" y a continuación destaco algunos de los nombres de los capítulos, muchos de ellos accesibles en este blog.
Por ejemplo:
La duda que aflige a los cocos: ¿Hacerlo sin ganas o no hacerlo?
***
La dramática paradoja del negro de la tula chica
***
El problema del clítoris en la vida de las monjitas
***
¿Debe suspenderse el preludio amoroso si dan ganas de hacer caca? (Un tema que la iglesia y la sexología persisten en seguir ocultando)
***
¿Qué misteriosa causa hace que la maraca se ofrezca voluntaria, mas no gratuitamente, como carne para el pico?
***
No hay nada más difícil que chiflarse a la señora (de uno)
***
Estrategias desesperadas para evitar que la amante vaya a tocar el timbre a la casa
***
Trucos que usan “ellas”, me reprimo al calificarlas, para engañar a sus pobres mariditos
***
La epidemia de obesidad que afecta al orbe tiene en las cuerdas al pico flaco

Y así, suma y sigue.
¡Que lo disfruten aquellos que logren sacarse los cocodrilos del bolsillo!
Atte.
El Profesor Bruburundu Gurusmundu

jueves, 10 de enero de 2013

La epidemia de obesidad que afecta al orbe tiene en las cuerdas al pico flaco

-¿Puedo entrar?
-Adelante, Chalapán. Estás en tu casa.
-Muchísimas gracias, Máximo Anfitrión del Goce.
-Observo que has venido de terno y sombrero.
-En la Academia nos exigen cierta compostura cuando damos exámenes de fin de año, Maharajá Fashion, como se dice.
-Pero a ti se te pasó la mano, chiquillo.
-Lo mismo que pensaba yo, Maestro, pero mi mamá me dijo que fuera presentable y no tuve el valor de llevarle la contra.
-¿Desentonaste?
-No, Sultán de los Manjares del Placer, varios llegaron igual que yo, ¿no ve que los sombreros se volvieron a poner de moda? ¡Y muchos van hoy de bigotes por el mundo!
-¿Tú no?
-No me quieren salir todavía, Emperador del Vicio.
-Échate grasa de carreta. Si no te resulta, prueba con caca de gallina.
-Ya lo hice, Maestro, le confesaré. Si pasa un año más, me resignaré a ser lampiño.
-Tiene grandes ventajas ser lampiño, querido Chalapán, pero no saco nada con enumerártelas, consciente de que el hombre ansía lo que no tiene. Ya ves tú el calvario de los seres humanos de pico grande. Darían la mitad del miembro por tenerlo más chico.
-¿Será verdad, si todos quisiéramos ser como ellos?
-Es verdad, Malacacha. Me consta, por las numerosas consultas que recibo en la oficina del centro. Una tarde llegó un pobre con el cuero del pico áspero. Me confesó que se lo había lijado porque las mujeres le reclamaban que lo tenía muy grueso. Al día siguiente un chico me contó que cuando se le paraba se le iba el cuerpo para adelante.
-¿Y se caía al suelo el chico?
-Estamos hablando de un problema crónico, Chalapán. Al principio debió caerse, pero con el tiempo se vio obligado a desarrollar un sistema que le evitase cualquier tipo de contratiempo.
-¿Se lo reveló?
-En mi eterna búsqueda de la verdad le pedí que lo hiciera y accedió. Me contó que siempre andaba trayendo una pitilla amarrada a la cabeza del pico. El hilo le pasaba por los cocos, por la raya del poto, le subía por la espalda y le salía por encima del hombro, para terminar amarrado al primer botón de la camisa. Cuando iba caminando y el pico se le paraba, jalaba el hilito de tal forma que el pico se le iba para atrás o se le pegaba en la pierna si estaba muy duro. Así había solucionado el problema. Pero la insastisfacción es general, Chalapán. Los chicos quieren ser altos y los flacos, más gordos. Y así llegamos al tema que nos convoca hoy.
-¿Qué ejemplo de erudición ha preparado para esta tarde, Filósofo de la Herramienta?
-Hoy hablaremos de la epidemia de obesidad que envuelve al ancho mundo en una capa de grasa gelatinosa y que tiene en los huesos al pico flaco, así de simple, querido Chalapán.
-Ardo en deseos de escuchar sus palabras, Artífice de la Sabiduría Terrenal.
-¿Antes quieres servirte algo? No hay mucho, te advierto.
-Una agüita podría ser.
-Hay un jarro de agua con hojas de cedrón. Está fresquita. Sácalo del refrigerador y a mí sírveme un vaso también, mira que es muy temprano para cañonearme.
-A su orden, General del Buen Beber.
(Beben).
-Salud, Profesor.
-Salud, Chalapán. ¿En qué estábamos?
-Decía que el mundo vive una epidemia de obesidad, Maestro.
-Gloriosos los tiempos en que los teucros combatían contra los dánaos y sus mujeres los esperaban en casa, ansiosas de lavarles sus heridas, querido Chalapán. Ellos regresaban llenos de calugas y a ellas se les llegaban a traslucir las venas bajo la nívea piel. Una vez que eran repartidas las calugas ellas se las comían pero no engordaban, a lo más subían un cuarto de kilo que al día siguiente ya habían perdido, debido a que por la noche los valientes soldados las habían hecho arar a cachas. A todo esto era bien visto que los teucros se afilaran entre ellos detrás de las matas en los largos intermedios de la guerra, viril acción que también emprendían los dánaos, quienes preferían para esos avatares las tiendas de campaña, de modo que espacio para la gordura no había.
-Creo que ahora las cosas han cambiado para mal, Mandamás Fakir.
-¡Se ve cada guatona que camina por la calle tratando de fruncir el poto! Y el poto en vez de fruncirse se abre. La raja ya está empezando en la cadera y terminando en las corvas.
-¿Qué son las corvas, Profesor?
-La parte opuesta a las rodillas, Chalapán, ahí recién se vienen a separar las piernas de las guatonas de hoy. Con esos medios culos no sería raro que en unos años viéramos sirenas con cuerpo de cetáceos caminando en dos patitas. Y lo peor es que uno se calienta igual, o más. Yo me fijo en las caras de los viejos, se llegan a dar vuelta a mirar los cachetes que se mueven pallá y pacá. Debajo de unos pantalones ajustados como prietas se adivina un calzón enano que puta que debe sufrir tratando de tapar el hoyo, y los viejos mientras tanto ponen cara como de acomodador de cine o de relojero, quiero decir que miran el poto desconfiados, al detalle, pensando cómo es posible tanta carne en un solo poto y parten a hacerse la manflinfla al baño de la fuente de soda más cercana. Hay quienes no se aguantan y corren mano a la pasada y le echan la culpa a la vereda angosta y las guatonas ni se dan cuenta, porque las terminales nerviosas del tacto que antes les ocupaban todos los poros de la raja ahora tuvieron que redistribuirse y no alcanzan para tanto, de modo que queda mucha zona despoblada, los viejos califas parecieran haber tomado conciencia de esto porque he notado que la lujuria callejera ha ido en aumento.
-Si la cosa fuera así, como la ha descrito con su proverbial sabiduría, todo iría peor que extraordinario como dice en la Academia mi amigo Marcelo Semilichái, y andaríamos a los puros abrazos.
-Córtala de una vez por todas con la Academia, Malacacha.
-Perdón, Maestro.
 -No andamos a los puros abrazos, para que sepas, porque alguna vez llega el momento sublime de hacer el amor con alguna representante de estos carnavales del huachalomo y entonces se ven atrocidades que da pena describir. ¡Oh, musas! ¡Inspiradme para relatar el pasaje que vendrá a continuación! ¡Dadme, o prestadme, por último arrendadme la virtud de la piedad! ¡Aleja de mi alma toda huella de ironía y de sarcasmo!, que no están los tiempos para burlas ni denuncias, sobre todo con las juezas que hay ahora.
-Le suplico que vaya sin más al asunto que nos mueve, Maestro, el del pico flaco metido a grande.
-Una guatona bailaba en una disco del barrio Bellavista cuando notó que un chicoco de paquete falso le miraba el poto, se dio cuenta del paquete falso porque el chicoco se arreglaba a cada rato el manguaco hasta que en un descuido se le salió una toalla por el marrueco que le quedó abierto cuando fue a hacer pichí. Pero no era momento de reparar en pequeñeces y al otro baile ya estaban atracando, al tercer baile se declararon eterno amor y al cuarto estaban perdidamente enamorados (de hecho me dijeron que al tiempo tuvieron guagua, después se casaron y ahora están separados porque el chicoco la pilló haciendo tortilla con otra guatona un día que llegó más temprano a la casa, parecían luchadoras de sumo le contó a su compadre a la quinta botella de Escudo de litro y el compadre le exigía que siguiera hablando porque se había calentado con el refriegue de tetas, tras lo cual el chicoco se ofendió y le partió la botella en la cabeza, el compadre terminó en la posta y el chicoco cayó preso y lo mandaron a Colina 2 donde se transformó en un Perkins). Esa noche de la disco terminó románticamente para ambos en los prados del Parque Forestal; como a las 4 de la mañana la guatona se levantó la minifalda, se corrió el calzón y le dijo enchúfamelo pero no tan fuerte no me hagái daño culiado mira que soy virgen; el chicoco se sacó el cuchuflí, no se le veía mucho por la oscuridad pero no hubo caso, no podía entrar, entonces la guatona levantó sus extremidades inferiores y se las puso al chicoco al hombro, el chicoco sintió como si lo aplastara un elefante de circo y con la presión le dio un vahído y se le llegaron a hundir las rodillas en el pasto, lo que a la postre logró su efecto porque el pico entró y se fue cortado, la guatona ni siquiera alcanzó a decir ¡háceme una guagua! A todo esto no pensaba ser virgen, se estaba haciendo. El chicoco reaccionó cuando sus ojos tornaron del blanco a su color natural y la increpó. ¡Dónde está la sangre! La guatona agarró lo primero que tuvo a mano y le mostró, era una hez de can, el chicoco motivado por los celos se llevó la mano a la nariz y dijo tiene olor como a caca de perro, y se quedó con ciertas dudas, pero igual al tiempo se casaron, como se ha relatado.
-Me cuesta creer que los chilenos seamos capaces de cosas así, Profesor de Maestros.
-Durante una entrevista radial la doctora Cordero se ufanó de sus aposentadurías, afirmando que en su tiempo eran las mejores de la Universidad Católica, debió decir las más grandes. Su interlocutor se chupó y no fue más allá, yo le habría preguntado si un pico flaco puede aspirar a poto gordo o debe dar paso a las nuevas generaciones.
-Siempre he pensado que el poto gordo exige un miembro dotado, Maestro.
-Y no es así, Chalapán. La Universidad de Kensington publicó un estudio en la revista Science, basado en dos mil pacientes, en el que demostró que las guatonas son de vagina estrecha y corta, de  modo que la cópula perfecta se da con pico chico y flaco. La razón se debería a que la carne sobrante que acumulan en los muslos y la que le cuelga de la guata tiende a presionar la vulva y recogerla hacia dentro del cuerpo hasta prácticamente hacerla desaparecer, dejándola convertida en una minúscula rayita como de lápiz pasta. En cuanto al ano, los investigadores demostraron que el mojón hecho por una guatona o un guatón, por muy duro que fuere, llega al agua de la taza del water convertido en una especie de sopaipilla amasada naturalmente por los cachetes en el momento de la puja y la salida. ¡Ay, musas! ¡Les rogué! ¡No me están escuchando! ¡Alejad de mí estas imágenes coprolálicas, resabios de la primera infancia!
-Continúe, por favor, Serenísimo Gran Maestre.
-En 1983 la Nasa quiso mandar a tres guatonas a la luna para hacer un experimento pero el cohete se chingó, no le dieron las fuerzas para levantar vuelo. El experimento se tuvo que hacer en una sala cerrada, a la entrada de la base Cabo Cañaveral, a mano izquierda, al lado de un café que hay para las visitas. Consistía en saber cuánto tiempo resistían tres guatonas sin comer hamburguesas. A los dos días se empezaron a sentir gritos de horror que provenían de la sala. Cuando abrieron la puerta las guatonas estaban llorando.
-Oh, qué dolor.
-Recojo de Internet el caso de un español del pueblito de Llanes, en la costa cantábrica, Don Pedro Peláez y Peláez, casado con Doña Ofelia de las Corrientes, flaca de nacimiento, espiga de joven y esqueleto ambulante en la madurez, viciosa del cigarrillo, el tabaco le había reducido el cuerpo a un colgajo de nervios y se lo pasaba viendo televisión y direccionando la antena para captar mejor la señal, se le iba el día en levantarse del sillón hasta el televisor, mover la antena, sentarse, prender el cigarro y levantarse de nuevo. Hablaba con voz de hombre y dicen que hasta un chagualín tenía entre las piernas, aunque sus compañeras de curso han hecho hincapié de que se trataba no de un pico atrofiado sino del mismísimo clítoris, pues recuerdan que en las clases de gimnasia éste se le aparecía por debajo del pantalón. Por razones misteriosas que su buen marido no lograba comprender, el matrimonio no andaba bien. La casa patas parriba, en la noche Ofelia se acostaba rumiando insensateces y a cada rato se levantaba a fumar y le  interrumpía los ronquidos a Don Pedro. Un día el esposo le preguntó cielito se me hace la idea de que no eres completamente feliz; pero la pilló atravesada y recibió esta brutal respuesta en traducción nacional: ¿Y con esa puntita de caracol pretendí hacerme feliz, roto infeliz? (Nótese la indirecta redundancia, reveladora de su estado de angustia). Don Pedro miró hacia abajo y al no divisar nada más que su abdomen tomó conciencia de su artefacto y sollozó. Al otro día caminó a los acantilados, dispuesto a reventar su cuerpo contra las rocas. En eso estaba cuando vio a una guatona recolectando zanahorias silvestres, ¿le ayudo señora? Gracias caballero no se moleste, si no es molestia en serio, muchas gracias pero no se vaya a quemar con el sol, póngase este bonete, la guatona que se agacha y el viejo que se lo mete, pero fracasó estruendosamente, quedó como a medio metro del hoyo Don Pedro. La guatona, que no era tonta, vislumbró que de aquí al final del día y quizás  del mes y del año iba a ser difícil que se pegara otra cacha, de modo que llevó de la mano a Pedro detrás de unas rocas, lo puso de espaldas sobre los guijarros y se le sentó en la boca, el pobre trataba de sacar la lengua para respirar y sin querer mandó cortada a la guatona dos veces, hasta que la guatona dio vuelta la cabeza y divisó una protuberancia como verruga que iba creciendo hasta llegar al tamaño de una pila Triple A, esas que son más chicas que las Doble A; era el piquito parado de Don Pedro, lo que la excitó sobremanera porque se imaginó a un niño y sin aviso echó el poto patrás y se ensartó la diuca, con tan mala suerte que la pilló en inclinación de 45 grados y se la fracturó. El hombre fue a dar a la posta, donde los galenos le repararon la falla con un dedal que abrieron por el extremo y que utilizaron en vez de yeso. Como el metal quedó bailando fue necesario adherirlo al lomo del pico fracturado con palitos de fósforo, pero el cirujano olvidó cortarles la cabeza y un día que hacía mucho calor se prendió un fósforo y éste encendió a otro y a otro y Don Pedro se quemó el pico.
-Oh, qué dolor, Master.
-La pirula chica en poto grande es un problema más bien estético que ético. La obesa, que gusta de verse al espejo durante el acto, goza al mirar cómo le entra una callampa gruesa como tronco de árbol; al contrario, su experiencia visual declina con un miembro de gato. El placer objetivo derivado del roce mengua frente al placer mayor derivado de la excitación ante un pico grande entrando y saliendo por los labios de la vulva, de tal manera que esa visión envía un mensaje que el cerebro interpreta erróneamente y a las finales a la guatona le da la impresión de que gozara más con un pico grande que con un pico chico, lo que se ha demostrado que es falso de falsedad absoluta, ya que las pruebas de Masters y Johnson mostraron las mismas rayitas en los encefalogramas de orgasmos de guatonas en cachas con pico chico y de guatonas en cachas con pico grande. Esta última teoría, denominada Magnus penis voluptatem mendax o El placer mentiroso del pico grande, la publicó en la revista Nature el neurobiólogo Anders Kaputnik, renombrado investigador de pico chico.
-Seguramente se lo fotografiaron en el urinario de la universidad investigadores chaqueteros, Maestro.
-La penca gigante es víctima de un problema que nunca ha sido tratado por la ciencia y que un olvido feroz me hizo ignorarlo en la primera edición de mi libro "Actas secretas del Club de la lengua de vaca", querido Chalapán. Es un problema que sus dueños padecen todos los días, o día por medio o cada tres o cuatro días, dependiendo de si su tránsito es rápido, normal o lento. Consiste en que cuando el hombre de pico grande va al baño a hacer caca, el pico le cuelga y le flota en el agua de la taza, ¡oh, Musas, no me desviéis del camino recto!
-¿Existe el enano de pico chico, Majestad del Metraje?
-Un enano de pico chico es lastimoso, Chalapán, las mujeres que se los llevan a la cama esperan hallar lo que les han dicho que van a encontrar, de allí el desconsuelo posterior. Cuéntase al respecto el caso de la gorda del circo que se enamoró a primera vista del enano. Era una guatona barbuda para más remate y dale con querer pescarse al enano. Cierta noche, al finalizar la última función del domingo, el señor Corales les dio chipe libre y la gorda Elsa invitó al enano a su carromato diciéndole que había arrendado una película de Los tres chiflados. El enano entró desprevenido y apenas subió los tres escalones la gorda lo agarró al vuelo y cerró con candado, echó a andar la película y le dijo espérame que me voy a poner cómoda y al rato apareció con un baby doll transparente, la barba le tapaba las tetas y la champa le llegaba al ombligo, se veía mona; ponte cómodo tú también le ordenó y al enano qué le han dicho, a los 15 segundos estaba en calzoncillos. La gorda, caliente como un cautín, lo agarró de los cachetes y se echó en la cama con las piernas abiertas sin soltar al enano, que no podía pedir auxilio porque tenía la cara entre las tetas, el piquito fue entrando y la guatona le gritaba MÁS MÁS MÁS y lo baboseaba entero MÁS MÁS MÁS ENANITO mientras Curly decía ñan ñam ñam hasta que el pobre enano tuvo que advertirle que el hilo de la carretilla le llegaba hasta ahí no más y la gorda lo levantó de las caderas y le examinó el pico, optando por refregarse al enano entero en la zorra y así acabó tres veces, claro que el enano anduvo pegajoso como dos días.
-He leído que una mujer caliente equivale a tres califas, Monseñor del Pecado.
-No nos desviemos del tema, Malacacha.
-Perdón, Maestro.
-La señora Eulogia Cárdenas tiene una residencial en Cartagena que es como un libro de cuentos. Yo en ese tiempo le vendía el pescado y una tarde de invierno sin turistas me invitó a tomar mate con arrollado y cuando el brasero estaba en lo mejor le pedí que sacara anécdotas de su repertorio. ¿Le conté cuando vino a jugar un equipo de fútbol a San Antonio? No, le respondí, fue un día de invierno hace como cuarenta años, yo era jovencita y le ayudaba a mi mamá con la residencial, era más gordita que ahora, pero durita, mire aprete, más durita, tuavía no había conocido al finado porque en ese tiempo el finado era pescador. Entonces tocaron el timbre y era el equipo de O'Higgins, ese de Rancagua que venía punteando así que los jugadores se creían reyes y tomaron ocho habitaciones, dos para cada jugador y las otras para la reserva y para el dentrenador. En ese tiempo yo no me las traía como ahora, que me gusta cuartearme mirando por un portillo, estaban las piezas limpiecitas, pero déjeme contarle porque para allá voy, en la noche me llamó un jugador reclamando que había un ratón en la pieza ¡Jesús María y José! le dije yo y pesqué una escoba y partimos a matar al ratón, pero cuando dentramos habían tres jugadores en pelota que me le tiraron encima mientras el que me fue a buscar cerraba la puerta para que no escuchara mi mamá, me hicieron arar a cachas y fijesé que la que más me gustó fue la del que tenía el pirulín chico, lo movía con talento y yo me imaginé a Sandro y a Leonardo Favio que en esa época estaban de moda, le gustaba darme pellizcones en los cachetes hasta que me mandó cortá y justo entonces sentí un ruido como de motor, pensé que era de las estrellas que veía pero después me di cuenta que el arquero estaba haciendo un portillo con un taladro para mirar padentro de la pieza, ahí se me pegó el vicio, era un arquero que se llamaba como Casali o algo así, ¿se acuerda? No mucho pero siga, le ordené, entonces ella me contó que cuando se la iban a montar de nuevo se fijó que otro que le decían El maestrito se calentó con la herramienta del centrodelantero y se la llevó al poto y después le pidió que jugaran a las cambiaditas, al otro día empataron cero a cero y San Antonio celebró el empate como un triunfo, terminó la historia y me rellenó el mate, me hizo tomar como siete mates hasta que me tuve que levantar a hacer pichí. Fijo que me vio por un portillo que no pude descubrir, era una maestra del encubrimiento. A la vuelta me volvió a rellenar el mate y pasamos a la segunda historia de la tarde, no sin antes echar su par de lagrimones por el finado que era tan bueno me decía, medio desobediente pero bueno al fin y al cabo. No me va a creer que un día llegaron dos colitas y yo que no soy fijada les arrendé una pieza pero no quiero escándalos les dije, no señora cómo se le ocurre somos educadas, me dijo la más guatona. En la noche me picó el bichito y abrí el portillo de esa pieza justo cuando el maraco guatón, que era de pico grande, le metía la callampa al maraco flaco, que era de pico chico, cállate huevona no te pongái a gritar mira que estamos advertidas le dijo y el maraco flaco cerró los ojitos y mordió la almuá, y qué hizo usted le pregunté, yo me piqué con la envidia y mandé al finado a parar la fiesta anda a despegar a esos maricones le dije yo; el finado abrió la puerta de par en par y acto seguido cerró la puerta de par en par y en cuanto volví a mirar por el portillo, porque el finado no sabía que yo le había pasado taladro a todas las piezas, era un secreto mío nomás, cuando puse el ojo en el portillo estaban haciendo trencito, y qué hizo usted señora Eulogia inquirí ansioso chupando el mate con malicia y me dijo salí al pasillo y abrí la puerta de par en par y después cerré la puerta de par en par y me puse de locomotora; me tocó el maraco flaco de pico chico y yo que siempre he sido de intestino suelto de un puro pitazo me lo saqué del hoyo y fabriqué un descarrilamiento para armar de nuevo el tren. ¿Qué te parecieron las historias de la señora Eulogia, querido Chalapán?
-No es de fiar marucho de lupanar, dice mi mamá, Gurú del Vicio.
-Tu madre no sabe de esas cosas, muchacho. Escucha esta cinta que en un momento de angustia le envió un maricón de casa de putas a su maraco, luego de presidir una orgía de falos erectos entrando en poto fuerte.
-Escucho no sin un dejo de pudor, Maestro.
(Corre la cinta).
"Amorcito de mi vida, mi culebrita de mazapán, supiera lo que esta vida degradada que llevo me ha hecho ver anoche, si tan solo lo intuyera me vendría a rescatar y a llevarme entre sus brazos al nidito de amor. A propósito, ¿pagó el arriendo? No se le vaya a olvidar mire que la última vez tuve que pagar el año completo y eso afectó mi presupuesto, pero no quiero darle preocupaciones, ¡ardo en deseos de ser suyo mi tripita de colibrí! Fíjese que anoche llegaron unos huasos del campo, venían de Codegua y las querían todas los brutos, pero no se imaginaban la chichita con que se iban a curar, el salón estaba lleno de mineros que venían llegando de Caletones, andaban nadando en plata, gastaban más que el maestro Cárdenas. Los huevones me tocaban el poto a cada ponchera que pedían, creen que una ponchera les da chipe libre, hieren mi sensibilidad, a una hay que conquistarla como me conquistó usted con ese ramo de cardenales que me regaló el 13 de octubre, nunca me olvidaré de esa fecha, ¡la llevo guardada en el corazón!
"Pero le cuento. Fíjese que de repente se armó la grande y vi una cuchilla de este porte. ¡Pórtesen como caballeros o si no se me van todos para la casa! les dije yo y me puse bien seria, y se anduvieron calmando, guardaron las cuchillas y se hizo un brindis por las niñas. El huaso más bruto pidió que desfilaran en pelota y los mineros aplaudieron y gritaron ¡en pelota, en pelota! Yo les paré el carro y les dije bueno cabritos pero antes póngasen con cien lucas, miren que las niñas no están para la corneta. ¡Maricón, maricón!, empezaron a gritar los rotos y me hicieron llorar, ¡me hicieron llorar y usted tan lejos!, pero se pusieron con la plata y le ordené al pianista que empezara a tocar la de siempre, la Rabeski. Salieron las niñas una por una y después todas juntas y no faltó el huevón que empezó a gritar ¡paso parada, paso parada! y las pobres niñas se vieron obligadas a desfilar, hubiera visto a la Bárbara Rock, apenas podía levantar las patas la pobre y las várices le llegaban a bailar en las piernas, pobrecita. Total que con el trago se pusieron con otras cien lucas y  las hicieron darse vuelta para elegir el mejor poto de la casa. Los huevones se creyeron con derecho a prueba, pasaban examinando y les metían el dedo en la raja, en eso eran los dos grupos iguales, no hubo diferencias y cuál de ellos tenía los dedos más sucios, usted sabe que yo me fijo en eso y que no me gustan las uñas largas porque hieren, como que desgarran los intestinos, los huasos y los mineros venían directo del arado y de la mina.
"Las niñas no reclamaban, a lo más daban un saltito, hasta que una llegó al techo, era un huevón que le quiso meter la mano entera, ahí paré el escándalo y se las canté claritas. Ya niñitos, ¿eligieron? les dije y me contestaron al unísono ¡Sí! ¡Al maricón, al maricón! Ay si supieran lo que una sufre con esas cosas, se creen muy graciositos los conchas de su madre, por eso en esos momentos me amparo en su recuerdo, mi pirulita silvestre.
"Al final los huasos y los mineros se sacaron las herramientas del marrueco y dieron la orden a las asiladas que eligieran ellas. Ahí salté y exigí la plata antes que todo. Un minero se golpeó el bolsillo varias veces, sacó un fajo de billetes, me lo pasó. Que no se note pobreza Manuela, me dijo. Un huaso no quiso ir en menos y me pasó otro fajo. Yo tampoco reparo en gastos maricón culiado me dijo y me tiró el fajo, yo me hice la ofendida y no lo quería recoger hasta que cedí a la presión y me agaché, entonces el huaso me pegó la media patada en la raja y me mandó a acostar. No, le dije yo, aquí la última que se acuesta soy yo.
"Pero aquí viene la cuestión que quería contarle en esta lóbrega noche de insomnio, mi lapicito Faber número 2. Fíjese que las niñas no se tiraron como hacha a los miembros grandes, como hubiera hecho quien habla, perdonando el dicho, sino que se disputaban las flautas de cuatro notas, por usar una metáfora. Mientras más guatonas, más chicas elegían la diuca, lo que me hizo pensar en que los potos gordos se relamen mejor con las verguitas tiernas, ¿será por eso que me enamoré de usted?"
(Fin de la cinta).
-¿Eso es todo, Mercader del Sexo?
-Eso es todo, querido Chalapán. Y hasta aquí llega por hoy el diálogo pagado, porque es la hora de mi aperitivo. ¿Gustas servirte un whisky en las rocas o tienes que estudiar para un nuevo examen?
-No, Decano de la Lengua. Hoy di mi último examen del año, de modo que para mí será un placer acompañarlo, si es que soy digno de compartir su tiempo libre un momentito.
(Beben).
-Salud.
-¡Salud, Maestro!
-Honor, templanza y dignidad, Chalapán.
-Honor, templanza y dignidad, Profesor.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Trucos que usan "ellas", me reprimo al calificarlas, para engañar a sus pobres mariditos

-Sí, Chalapán. Hemos llegado al penoso momento siempre postergado para más tarde, para quizás nunca, el momento de la verdad. No estamos hablando de si la vida fluye o no fluye o de si existe o no existe Dios, porque todos sabemos que... pero dejemos eso para más tarde. Hoy decido abandonar el plural mayestático y hacerme cargo de la primera persona del singular para declarar que lo que ahora concentra mi pensamiento hasta el límite del dolor, aquel límite que no se sabe si es soportable o no (aunque confieso que tengo en la cubierta de la mesa un revólver cargado, como un tarado ansioso de fama del que oí hablar), decía que finalmente he optado por hablar, sí, querido Chalapán, por sacar a flote los cuajarones de sangre guardados en mi corazón, para sacarme esta cruz que cargo en mis hombros por todos vosotros, y que es nada más y nada menos que el dolor que provoca en la parte de atrás de la cabeza el engaño artero del que sois regularmente víctimas por parte de vuestras mujercitas, dolor que yo, insisto una vez más, experimento únicamente desde el punto de vista sicosomático o simbólico, puede ser incluso moral, pues tomé hace muchos años la precaución de no hipotecar mi corazón a ninguna matriz y culiar puertas afuera, y de lo más bien que me ha ido. ¿Pero, te sirves algo? No has abierto la boca.
-Si tuviera algo para beber, Arcipreste del Manantial del Saber.
-Hay agua. Puedes sacar hielo del refrigerador y le echas unas gotitas de limón. Queda refrescante.
-Muchas gracias, Maestro. Así lo haré. ¿Usted, qué se sirve?
-¿Será hora de tomarse un whisky?
-Son las tres y cuarto.
-Ya, tráete un whisky. La botella está en el lustrín. La tenía escondida por la vieja.
-¿Esa que dice Wattson's, de Licores Mitjans?
-Esa misma. Sírveme un buen vaso, con dos cubos de hielo.
(Vuelve).
-Salud, Chalapán.
-Salud, Venerable Guía.
-Así es la cosa.
-Claro.
-De lo más bueno este whisky. ¿Quieres probarlo?
-Mi mamá me dice que no beba sino hasta que cumpla 21 años, porque a esa edad se es mayor de edad.
-Las leyes dicen otra cosa, muchacho. Tú deberías conocerlas.
-Me llevo aprendida hasta la número 18.674, Profesor. No he llegado a la Ley de Alcoholes todavía, pero eso no tiene importancia, porque para mi mamá las leyes son las de antes. Y a veces me inclino por encontrarle la razón.
-La única ley es la de la necesidad, querido Chalapán. Consiste en satisfacerla por las buenas o por las malas. Es mejor por las buenas, pero de lo contrario hay que usar la astucia.
-¿Y qué hay del precepto tan en boga en la Academia, de que la libertad mía termina donde empieza la del otro?
-Toda acción humana involucra un perjuicio.
-Le rogaría que me explicara esa sentencia tan fuera de lugar en el mundo de hoy, Maestro de la Superchería Positiva.
-Toma como ejemplo el simple acto de caminar por la calle, Chalapán. Matas microbios, gastas la suela del zapato, liberas anhídrido carbónico a la atmósfera, provocas un gasto extra de energía a las personas que se cruzan en tu camino, quienes deben desplazarse algunos centímetros para no chocar contigo. Aplica esto a cualquier acción de la vida y hallarás enormes vallas que le saldrán al paso a tu necesidad del momento.
-Volviendo a su comentario del lustrín, ¿qué es de la señora Sofía?
-¿Que dudas de mis palabras, que me cambiaste de tema?
-No, Maestro, jamás. Es que me acordé de ella porque vi pasar una barata.
-Ahí debe estar la vieja, Chalapán, en Loncoche, contando billetes de diez y de veinte. Tan feos que son los de veinte.
-¿Ya le pagó?
-Me faltan dos cuotas. ¿No notas la escasez?
-Algo... pero con tantos pacientes que atiende...
-Cuando se acerca fin de año tienden a escasear. Disminuyen sus males, disipan sus dudas. Y a todos les da por salir de vacaciones. Como a ti.
-Nosotros vamos a salir en febrero. A mi mamá le gusta ir a una residencial cerca de las termas de Panimávida. Lo pasamos lo más bien. Incluye desayuno bien contundente, tres platos al almuerzo y dos platos a la cena. A mi mamá le gusta darse dos baños al día. Uno en la mañana y otro en la tarde. A lo mejor podría acompañarnos.
-Mmm, lo pensaré. Me haría bien un bañito para el dolor de rodillas. ¿Y tú, qué haces en ese ambiente tan juvenil?
-Siempre llevo libros de historia o biografías de líderes mundiales, Megacalifa. Esta vez me llevaré el Derecho Romano.
-Bien. ¿En qué estábamos, querido Chalapán? Se me olvidó por completo.
-Iba a referirse a un tema que no se puede seguir postergando, si mal no recuerdo el tema del dolor que experimenta el hombre casado al descubrir que es engañado por su mujer.
-Estas maracas se las arreglan para cagarlo a uno, Chalapán, ten cuidado cuando te toque. ¡Os advierto que en este mismo momento uno de nuestros socios de número está siendo traicionado por aquellas que no tienen nombre!, y que para evitar suspicacias o reclamos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (me cago con todo respeto en la Ilustrísima Comisión Interamericana de Derechos Humanos), llamaré pololas, novias, esposas o en su defecto, mujeres. A esa putita de salón a la que me refiero, a la que también se le puede llamar consorte o cónyuge, ojo, se dice cónyuge, no cónyugue, a esta hora la deben tener ensartada por Detroit o quizás le dio sed y se bajó al pilón. Así se comportan, llegadas las circunstancias. Humillante es reconocerlo, de allí mi sufrimiento atroz.
-Mi mamá dice que nunca engañó a mi papá, y yo le creo.
-Es que tu mamá es una santa, pero las demás, no tanto, Malacacha.
-Si Usted lo dice, Adalid de la Franqueza, yo también le creo.
-A todo esto, siempre se dice, y hasta los socios del Club de la Lengua de Vaca lo repiten orgullosos, como huevones, siempre se dice que los hombres son más califas que las mujeres. La más elemental lógica desprendería de aquella falacia que los culiados se lo pasan echando cacha entre ellos, porque de lo contrario de dónde iban a salir mujeres para tantos hombres calientes; por lo tanto los hombres serían más colepatos que las mujeres. ¡No, Chalapán! ¡Craso error! Las mujeres son más califas que los hombres y se sabe del caso de una sola que se despachó a más de 30 en una noche, y conste que no era maraca. Es que las mujeres son como los camellos: cuando culean, culean de verdad y la cacha les dura como el agua en la joroba, otro famoso mito que por ahora nos conviene dejar en remojo.
-Lo que acaba de proclamar es un detalle no menor, Maestro.
-Un detalle no menor, como dicen ahora los que se las dan de genios del lenguaje. No te contagies también tú por favor Malacacha te lo pido por Nuestra Señora de Guadalupe. "Un detalle no menor", "se viene el conjunto azul", "cabe recordar", "¡avisa el Real Madrid!", "sin ir más lejos", "y nada, a echarle padelante no más", "o sea, igual vamos a ganar"... ¡pico para los lugares comunes! y perdóneme la Virgen de Guadalupe si yo también uso alguno de repente, errar es patuno como dijo el hombre bajándose de la gallina, como iba diciendo, otro detalle no menor es que los pelotas somos todos los mismos haciendo una ronda alrededor de la zorra. Vale decir, el cornudo es al mismo tiempo patas negras y el patas negras, cornudo. Es el carrusel de la vida, por decir algo bonito. Pero qué hacemos en vez de unirnos: cagarnos.
-Pobre de nosotros.
-Tiendo a irme por las ramas últimamente, Chalapán. Me han aconsejado pastillas de salmón. Me compré un frasco y no son malas, pero repiten. ¿En qué estaba?
-En los trucos de las mujeres para engañar a sus esposos.
-Ah, sí, los trucos de las maracas para engañar a sus mariditos. ¿Quieres otro vaso de agua, Chalapán?
-No, Profesor, muchas gracias. ¿Viene algo fuerte?
-Si gustas te tapas los oídos.
-Seré valiente. Escucharé y aprenderé, Sultán del Conocimiento.
-Hay un personaje muy interesante de mujer que se llama la Tonta Lesa. Posee tres a cuatro puntos más de coeficiente intelectual que un zapato de taco alto y por eso es la preferida de los cerebros maquiavélicos, aquellos depravados ansiosos de manipular a las personas. Una Tonta Lesa en manos de un cerebro maquiavélico es un festín de placer oculto tras las cortinas, como lo dicta la conveniencia.
-¿Y cómo es ella?
-La Tonta Lesa suele ser una esposa bastante fiel, aunque sólo hasta que se le atraviesa uno de estos rufianes. El colmo de su calentura es echar cacha patita al hombro. Encuentra que esa es la perversión máxima, de Tonta Lesa que es. Jamás ha chupado la sustancia entre los dedos y encuentra asquerosa la bufanda de quesillo, nunca le ha tirado un chorro de pichí en la cara a su amante y al momento de volver a ponerse las panties lanza un suspiro divertido, como diciendo ¡huy lo que hice! Pues bien, aunque cuesta creerlo, hasta la Tonta Lesa es capaz de engañar al más sagaz de los maridos, al más celoso. Su truco consiste simplemente en hacerse la tonta, más bien no hacerse, sino comportarse de la manera más natural, ya que así el saco de huevas se va confiado a la pega, sin sospechar que la sesos de aserrín espera inocentemente la llegada del patas negras, digo inocentemente porque en realidad lo que hace es trapear el piso, poner a cocer las papas y pasar el plumero hasta que de repente tocan el timbre. Si la cosa no se complica en ese momento crucial se debe a la malévola inteligencia del Señor... no, ¡me niego a decirle Señor Molina al culiado! Cabro chico me dan ganas de pegarle una chuleta en la raja cuando lo veo en la tele, tan engominado el huevón enano, y la huevá que dice del tordo de queque gordo, se nota que el comercial lo inventó una anoréxica de gimnasio o un creativo colepato, pero menos mal que ya lo dejaron de dar, ya la gente lo está olvidando.
-Con mi mamá lo vimos una vez y nos reímos, Profesor.
-Decía que el cerebro maquiavélico del Señor Molina, que llega a la casa cuando el marido está en la oficina, borra todas las pistas y no deja huella. Por ejemplo, cuando toca el timbre no es para entrar. Es para avisar que la va a estar esperando en el cíber de la esquina. Cuando la Tonta Lesa entra al cíber, el cerebro maquiavélico ya está con el pico afuera y le tiene calentita la cabina privada del fondo. Ella se sienta en la callampa y se va cortada como a los dos minutos y quiere ir por la segunda altiro, pero se olvida de que el otro no es de fierro. El sinvergüenza, mientras se recupera, le pone los Youtube de Heidi o de El Chavo del Ocho que ella veía cuando chica y cuando la Tonta Lesa va como en el video número 12 el patas negras se lo manda a guardar por Detroit sin que se dé cuenta. Y así completan más de una hora en la cabina y la cacha le viene saliendo al maricón por miserables 800 a 1.100 pesos.
-Bueno saberlo para cuando me llegue la hora de acudir al bufete.
-Hay otro ejemplar que se llama la Tonta Viva. Tal como su nombre lo indica, no tiene un pelo de lesa, sino que aprovecha su calidad de rucia teñida para dárselas de Marilyn Monroe, o sea para hacerse la mosca muerta. Todas las cosas "le pasan por casualidad" y su marido siempre es el "bichito", el "gordi" o "papá". Papá esto papá esto otro, gordi aquí gordi allá y mientras el huevón está en las nubes a la Tonta Viva le llega a chorrear el cuáquer por la comisura de los labios.
-¿Cómo protegerse de una Tonta Viva, General de la Precaución?
-Es muy difícil, si no imposible, querido Chalapán. A lo más sugeriría seguir estos consejos, pero sabiendo de antemano que la batalla está prácticamente perdida.
-¿Cuáles serían?
-Hago hincapié en que brindo gratuitamente estos consejos para que el marido se ponga en actitud de alerta y así no aumente la cornamenta que exhibe a la entrada de su casa o departamento (aunque no sería malo que comprara el libro "Actas secretas del Club de la lengua de vaca", se vende en la Feria Chilena del Libro, precio alrededor de 10 mil pesos de los cuales este Profesor se lleva apenas una luca, así podría retribuir el desinteresado favor de estos consejos).
-Yo ya tengo el libro. Está en mi velador.
-Primer consejo: dude cuando lo estén tratando demasiado bien. Eso quiere decir que la maraca está transfiriendo su sentimiento de culpa hacia una buena acción que la deje livianita. Si de pronto le sugiere que se dé un baño de tina, solo, y el pelota se lo da y ella le echa sales de baño y le prende incienso y le lleva un cortito de ron para que disfrute viendo cómo le flotan las huevas en el agua caliente, ¡fijo que se la acaban de pisar! Al revés, si la ve intranquila, desganada, de mal genio, debe darse con una piedra en el pecho, porque es señal de que le falta pico y de que al menos le ha sido fiel ese día.
-Qué mala puede ser una mujer, Maharajá de la Corneta.
-Un truco más viejo que el hilo negro, no sólo de la Tonta Viva sino de varias tontas más, querido Chalapán, es la compra del supermercado. Yo, con mis propios ojos, he visto cuando la mosca muerta estaciona el auto en el subterráneo del Líder, toma un carrito para hacer teatro, deja el carrito a la entrada y corre a meterse a otro auto que la está esperando para salir rajados al motel. Un día miré cuando iban saliendo y la Tonta Viva le iba corriendo la paja al patas negras y el auto pasó a llevar un fierro a la salida del estacionamiento y quedó abollado. A veces incluso los he visto pisar en el mismo auto, en la oscuridad del rincón del estacionamiento, porque no aguantaron las ganas y se fueron cortados ahí mismo.
-Me fijaré de aquí en adelante.
-No te vaya a dar por el voyerismo, Chalapán. Es un placer incompleto; la mente jamás se satisface, quiere siempre más y eso no lleva a nada bueno.
-Lo haré solamente por un afán detectivesco, Maestro.
-Los Martes Femeninos son mandados a hacer para las esposas de vodevil. Pierden toda compostura y entre cuatro tratan de chuparle la callampa y los cocos al negro que el Padrino Aravena trajo de Haití por dos completos y una Coca Cola. Es increíble que los maridos las dejen ir con sus amigas, habiendo demostrado Comte, Durkheim y Weber hace más de cien años que entre varias se potencian y se audacian, por inventar un verbo. Escucha esta grabación, correspondiente al momento en que la miserable traidora vuelve a la casa.
-Soy todo oídos.
(Corre la cinta).
-¿Cómo le fue cariñito? ¿Se desestresó mi vida?
-¡Más fome, papá, lo mismo de siempre!
-Acuéstese, venga a la camita, debe estar cansada.
(Fin de la cinta).
-Qué corta la grabación.
-Si la mina se acuesta y se lanza al maní con ojos de loca quiere decir que sus amigas se comieron al negro y no le dejaron ni las migas. Si pretexta neuralgia, migraña, cefalea o jaqueca quiere decir que el negro la hizo arar a cachas. En este único caso y en mi calidad de Profeta del Sexo condeno a los quintos infiernos al cornudo, porque se lo buscó.
-Bien dicho.
-Es increíble que ante las mismas barbas del saco de huevas su mujer lo engañe. Uno de los trucos socorridos es la patita debajo de la mesa, ilustrada en tantos filmes. Luego de retirado el pie del zapato, la patita se usa generalmente para acordar un contacto posterior, pero ha habido casos en que la mujer infiel y su amante se han hecho la paja debajo del mantel, frotando el dedo gordo en el correspondiente órgano sexual. Todo mientras comparten una provoleta y un congrio a la plancha con papas fritas acompañado de una botella de espumante junto con sus respectivas parejas, quienes ocupan su valioso tiempo dándose datos útiles para acortar camino y evitar los tacos al llevar a sus hijos al colegio, por las mañanas.
-No sé si podré seguir oyendo tanta depravación, Paladín del Vicio.
-Hay un caso muy bonito de infidelidad, al que le llamo el Caso Sacro, Santo o Sagrado. Lo cometen las pechoñas o beatas, curioso, mientras más edad tienen más calientes se ponen. Estas almas del Señor son de misa diaria y de confesión semanal. El marido dirá qué santa es mi mujer, cuando muera se va directo a los altares. ¡Despertad, saco de higos, bajad del Atalaya! A su mujer le tocó, para mala suerte suya, un cura anormal en la parroquia. El curita tiene la media coronta y no es de esos que andan detrás de los niños, porque los encuentra demasiado tiernos. Prefiere lejos a las mujeres hechas y derechas de cuarenta parriba, porque no se quejan cuando él se las chifla, más bien ayudan, muy discretamente, a entrar de nuevo la coronta a la embocadura cuando se sale. A menudo ambos materializan el acto después de prenderles velas a los santos, ocasión que el religioso aprovecha para meterle de llapa una vela en el ano a la beata, sin que ella intente la más mínima protesta, salvo que la vela se halle encendida, hasta los curitas cometen errores. También se da mucho que se pongan a culiar mientras pasean por los vetustos patios de la parroquia o cuando ella se va a confesar, de preferencia esto último porque es más emocionante. La calentura los lleva primero al placer y luego a los negocios: luego de arrodillarse ante el dios pilón, la beata aprovecha luego de confesarse mientras él se limpia el moquillo del hábito sacerdotal con ese vestido blanco que se ponen encima. El primer pecado que confiesa es haber engañado a su marido. El segundo, haberle chupado la callampa al curita. El tercero, haberse dejado penetrar por Detroit por el curita. A todo esto el humano representante de Dios se vuelve a calentar al oír la confesión y tras otorgarle el perdón y darle una penitencia a la rápida se lo manda a guardar. Cuando la va a dejar a la puerta la despide con la siguiente frase, mientras le da la bendición con agua bendita en la frente: "Tu contumacia me está llevando lentamente a la perdición, hija mía. Abandónala, pero si no puedes, te espero la próxima semana, como a esta misma hora". La beata se va corriendo a la casa a ver en el diccionario qué significa contumacia y como no entiende se queda pensando.
-Cuesta creer lo que he oído del representante de Jesús en la Tierra, Arzobispo del Pecado.
-Si dudas de las revelaciones de este Visionario Perfecto, querido Chalapán, acude un domingo en la mañana a la parroquia del curita una hora antes de la misa, y métete para callado al confesionario. Verás que el piso está viscoso. Allí mismo fue donde estas beatas vieron ángeles entre las nubes...
-¿Pero de qué tipo de infidelidad habla a fin de cuentas, Maestro Perfecto?
-Preciso es admitir que por infidelidad yo entiendo toda acción u omisión, ya sea mental o física, que conduzca a que la abnegada esposa se moje de repente los calzones en la parte de la zorra, debido a una causa ajena al sujeto de su amor eterno, esto es, su maridito. Si no se entiende, mala cueva. En todo caso, hay quienes se obstinan en tapar el sol con un dedo y admiten ser víctimas de infidelidad solamente cuando la mujer compromete su corazón además de su sapo. Para ellos un "simple gustito" con un amante de paso o una paja con un pico de goma del porte de una Coca Zero de medio litro no representan traición, qué decir una cacha swinger. En lo último estoy de acuerdo por razones que no viene al caso analizar, pero en los dos primeros ejemplos nadie me saca de la cabeza que la putita de hogar está cometiendo un acto asaz infiel cuando practica pollito pastando con un señor que conoció en la micro o cuando se ensarta a dos manos el manguaco de goma, más encima si al abrir los dedos de los pies durante el acto masturbatorio susurra un nombre extraño o se imagina a alguien que no sea su maridito encima de ella, sea éste un desconocido, un viejo amigo que volvió a encontrar en Facebook, una colega de oficina, la voz de Barry White, el pelado italiano del almacén, el violador de Renca, el doctor Ben Casey o el caballo del Llanero Solitario. Hay ríos y oceános de literatura que apoyan esta postura, la de la infidelidad según la fórmula Macaca + Pensamiento, impresa, por dar dos o tres ejemplos, en el Código de Derecho Canónico, el Manual de Carreño, los experimentos de Masters y Johnson, la Biblia de La Cuarta y el mencionado volumen "Actas secretas del Club de la lengua de vaca".
-Concuerdo con sus palabras, Su Excelencia Reverendísima.
-Otro truco que me han dicho que se está usando mucho en el último tiempo es el de la radio a tubo. La adorada esposa se las ha ingeniado para comprar una radio a tubo en la feria persa Biobío y ahora le da por repararla y dejarla tiqui taca. Por lo menos una vez a la semana llega a su casa con el dato de que hay un maestro que repara radios a tubo en la población El Cortijo o en la Villa Frei, en San Pablo, en el Apumanque, en los Dos Caracoles, bla bla bla, la cosa es que los datos resultan fallidos. Qué te dijo el maestro Bertita. No estaba, Ramón, andaba almorzando y me cansé de esperarlo. Cómo te fue hoy mi vida. Mal, el maestro se había cambiado la semana pasada. ¿Llevaste la radio a tubo? Sí, Ramón, me dijeron que la dejara y que me la van a tener la semana que viene. ¿Y trajiste la radio a tubo? Sí mi amor, pero viene igual. Pero cómo igual, si te la iban a tener hoy día. Es que el maestro me salió con que se le echó a perder el tubo y ahora encargó uno directamente a la Philips de Alemania. Pero si la casa central de la Philips está en Holanda. No sé, así me dijo el maestro, yo creo que me está chamullando. Cuándo vas a aprender, Bertita, ¡te pasan haciendo lesa! Sí mi Ramoncito, nunca aprendo ji ji.
-Cuánta maldad, Profesor.
-Penoso es admitirlo, Chalapán, pero de tanto visitar moteles con la radio a tubo a cuestas la zorra de la esposa se gasta culiando y lo peor es que los labios internos hasta adquieren el poder de sintonizar la radio Cooperativa. El maridito lo experimenta en la cacha semanal del sábado en la noche. Escucha esta grabación.
-Soy todo oídos, aunque me pese.
(Corre la cinta).
-Como que le noto áspera su conchita mi amor...
-Culea tranquilo Ramón, que me desconcentrái.
-Siento como si tuviera el pico ensartado en un hoyo de hilo curado.
-¿No te gusta? Es más rico.
-Ay verdad... ¡Bertita me fuiii!
-¡Te fuiste y no me dijiste que me quieres, papá!
-Shhh, que escucho de lejos un penal a favor de Colo Colo.
(Fin de la cinta).
-Lo que me temía, Gran Califa.
-Ciertas damiselas amantes del pérfido placer de llevar a la cama a un roto insolente estacionan sus BMW frente a edificios en plena construcción y en vez de visitar el departamento piloto suben para callado hasta los pisos superiores, donde se ejecutan las obras. En el sector son conocidas como "Las Arañitas del pico". Para muestra un botón, querido Chalapán: una dama de la alta sociedad, casada con un distinguido empresario del rubro pesquero, digo pesquero para evitar la cacofonía o verso sin esfuerzo que se habría producido al decir empresario del sector inmobiliario, aunque realmente este señor las emprende en el sector inmobiliario; digo que cierta dama casada con un distinguido empresario del sector inmobiliario cuyo nombre no debo revelar, ni el de la dama ni el de su maridito, cumple su fantasía precisamente con los obreros de la construcción, ella, no él, visitando regularmente edificios a medio levantar y para más recacha de la empresa de su peor es nada. Luego de intrusear en el departamento piloto para darse importancia como esposa del jefe y enterarse de las maravillas que ofrece el inmueble, sube discretamente hasta el último piso y cuando divisa el primer casco da vuelta el poto y se baja los calzones. Una vez había tres cascos juntos y la dama de alta sociedad apechugó de lo más bien. ¿Pero sabes cuál es su máximo placer?
-No, Sultán Maharajá.
-Cuando los rotos van a acabar, ella se saca el pico del poto y lo apunta al vacío para contemplar el golpe de la lluvia blanca contra el pavimento o contra la cabeza de alguien que vaya pasando.
-¿Las esposas que trabajan son más infieles que las dueñas de casa, Sultán de Sultanes?
-Da lo mismo, Malacacha, pero los trucos que usan son diferentes. A las dueñas de casa siempre se les echan a perder las llaves del lavaplatos o se demoran en buscar los cien pesos para pagarle al cartero y lo hacen pasar al buen cristiano para que les ayude a buscar en la chauchera. Como el lechero y el panadero desaparecieron de las calles idearon la pillería de que las acompañen con el carro del supermercado a la casa y ahora se están afilando a tiernos muchachitos en vez de los bigotudos grasientos pasados a ala. ¿Quieres más ejemplos?
-Si tuviera...
-Llaman a la Pizza Hut antes del mediodía, conscientes de que se trata de un polvo de lujo que les costará justificar, porque la pizza mediana está saliendo a más de seis lucas. Siguiendo con las dueñas de casa, dicen que los almaceneros de la esquina, que se han puesto de moda en los barrios que se llenaron de edificios de departamentos, han habilitado pequeñas garçonnières en discretos espacios ubicados detrás de las verduras, separados con una cortina que deja ver los pies. La garçonnière consiste en una camilla, un velador, un rollo de papel confort y un jarro con agua. Está prohibido decir garabatos. Son cachas de emergencia y salen bien económicas, porque la vecina se va con una bolsa de choclos gratis.
-¿Y las que trabajan, Eximio Proletario?
-En cuanto a las esforzadas mujeres que trabajan, llámense enfermeras, secretarias, periodistas, profesoras, académicas, aseadoras, lo que venga, fijo que el patas negras se encuentra camuflado en el mismo centro de labores. Se lo reconoce por sus ojos lánguidos, ansiosos de vulva. Es cargante y se sale con la suya porque la verdad es que ellas, me reprimo al calificarlas, lo buscan y lo necesitan. No vale la pena entrar en detalles, me da asco la figura, el mundo no vale nada y no hay mujer santa, excepto tu madre y la Virgen, querido Chalapán, a quienes no vamos a tocar ni con el pétalo de una rosa.
-Gracias por su delicadeza, Sublime Emperador del Filorte.
-Mencioné la palabra ansiedad. Hay esposas ansiosas, que viven pensando en la callampa ajena, la que no tienen en su casa. Son esas mismas de los Martes femeninos. Nunca se conforman con el filorte que se tragan hasta las campanillas de la garganta y a los dos días andan pidiendo datos nuevos a sus amigas. Conforman una especie de círculo del placer y son llamadas con justa razón las maracas de la población. Curiosamente, el cornudo no tiene la menor idea y para los patas negras no constituyen mayor desafío, pues con ellas no hay que ejercitar la sesera y sin trabajo el gustito como que no es igual. Honor, templanza y dignidad.
-Honor, templanza y dignidad, Maestro Perfecto.

Estrategias desesperadas para evitar que la amante vaya a tocar el timbre a la casa

-Permiso, Profesor.
-Qué tal, Chalapán, adelante.
-¡Qué me dice de los calores!, Vulcano de la Desesperanza.
-Que son calurosos.
-Yo venía pensando por la calle, mientras me corría la gota, que si los calores fuesen menos calurosos seguirían siendo calores, pero con menor intensidad, Serenísima Reverencia.
-Lo que equivale a decir que serían calores más fríos, Chalapán.
-Exactamente, Maestro. Usted lo ha dicho.
-¿Y si fuesen calores más calurosos?
-Entonces deberíamos preocuparnos, Paladín de la Democracia.
-¿Y este último título honorífico, a qué viene?
-No sé, me gusta esa expresión que tan bien refleja el contenido de su alma, Master.
-Preferiría Paladín de Autocracia.
-Sus deseos se transforman en materia apenas los trasluce, Paladín de la Autocracia.
-El calor es como una cuerda floja sobre la que transita la humanidad sin darse cuenta. Dos o tres grados hacen una gran diferencia y quince grados pueden terminar acabando con la vida en la Tierra. Qué decir del momento, que llegará, en que el Sol se trague a nuestro humilde planeta.
-Qué calor va a hacer ese día, Profesor. No quiero ni pensar.
-Noto que tu timidez te impide pedirme un vaso de agua, querido Chalapán.
-Es profética su forma de interpretar la vida, Sosias de Isaías.
-Ve a buscar el jarro de jugo del refrigerador y trae dos vasos. Están en la puerta de más acá.
-Ya los vi, Arquitecto del Diseño de la Felicidad.
(Beben).
-Salud, Chalapán.
-Salud, Manantial de la Verdad.
-Y ahora entremos en materia, a menos que quieras proseguir ahondando en esas lúgubres reflexiones.
-Por mí, directo a la clase, Maestro.
-Entonces vamos a la clase. Leyendo el caso de una joven a la cual la mafia de Calabria disolvió en ácido por irse de lengua me ha venido a la memoria la situación vivida recientemente por uno de los socios del Club de la Lengua de Vaca. Dicho espécimen, del cual no daré su nombre, aterrizó en mi consulta para revelarme el temor ancestral que se aloja en el alma de todo hombre que se precie de tal, terror que en él revivió en la forma de una atroz pesadilla que lo hizo saltar en la cama, sudando, con el corazón a todo dar.
-¿Qué soñó el socio, Maestro?
-Me juró que no lo sabía. Su mujer lo había removido al escucharlo dando alaridos de terror. Gritaba "¡Aaag! ¡Nooo! ¡No estoy! ¡No hay naaadie!", y por eso acudía a mi oficina a dilucidar el misterio.
-¿Dilucidó, Gran Maharajá?
-Al someterlo a una sencilla sesión de hipnosis el misterio se aclaró en cosa de minutos. La pesadilla consistía simplemente en que la amante iba a su casa y le tocaba el timbre. Al momento de abrir se asomaba toda su familia y le preguntaban quién era esa mujer con dos maletas en la mano. La que más preguntaba era la suegra. Como se sabe, las maletas en las manos de una mujer que toca el timbre significan que el que sueña está en peligro de muerte, según reveló Freud en su libro "La interpretación de los sueños". En el caso al que hago mención, y que ya se prolonga demasiado, le sugerí a mi pobre cliente que se deshiciera de su amante, si es que la tenía (si hubiese sabido lo de la mafia calabresa le habría sugerido el método, claro que en broma, no vayan a acusarme más tarde de complicidad). A la semana siguiente me sorprendí porque su nombre figuraba de nuevo en la lista de clientes que anota mi secretaria, lista que después de almuerzo vamos leyendo juntos, ella sobre mis rodillas y yo con la mano yendo y viniendo del portaligas a su sapito rococó, hasta que de pronto ella no puede seguir leyendo, se saca los lentes, empieza a jadear, a decir obscenidades...
-¿Esa consulta suya dónde funciona, Maestro? Porque yo conocí a la pura señora Sofía de su casa.
-Funciona por ahí, pero me vuelvo a desviar de un tema que aún no logro afrontar, la cosa es que el cliente de la pesadilla pidió hora de nuevo y me contó que basado en mis consejos había llevado a su amante a un muelle y que al momento de tomarle una foto la empujó al mar como por descuido, con tan mala suerte que la amante había sido campeona de natación en sus tiempos y lo acusó a los carabineros de echarle a perder el peinado, pero con tan buena suerte que le tocó un carabinero que también tenía una amante fregada, y que sin dejar constancia alguna del criminal suceso les ordenó que se entendieran entre ellos. Retomando el hilo, el socio al que hago mención vivió en carne propia la situación que antes describí sólo a modo de ejemplo a través de un sueño que habría tenido y que en realidad nunca tuvo, porque el hecho cierto fue que ¡la amante sí fue a tocarle el timbre a su casa!
-¿O sea que vuestro socio no lo soñó, Maestro?
-No. Fue.
-Por eso mi mamá me aconseja que nunca tenga una sucursal como las que decía que tenía mi papá.
-El tema del timbre es asaz complejo y nadie está libre, Chalapán, salvo los que no tienen amante, como tú, que ni siquiera te has casado, y los que no tienen plata para timbre. Aún así, no falta la loca que llega al inmaculado hogar y hace entrar en sospechas a la santa dueña de casa. Te haré escuchar esta grabación que te aclarará aún más las cosas.
-Escucho atentamente, Adalid de la Electrónica.
(Corre la cinta).
-Dice que te conoce.
-No le hagas caso, mi amor, está loca.
-Pero dio hasta tu segundo apellido.
-Se lo habrá preguntado a la verdulera de la esquina.
-Tienes razón. ¡Oiga, váyase, aquí no vive!
(Silencio, pasa un minuto).
-Gordi...
-¿Qué pasa, vieja?
-¿Por qué la verdulera sabe tu segundo apellido?
-¿Que no te acuerdas que hace un mes le pagué con un cheque?
-De veras.
(Fin de la cinta).
-¿Y qué pasó, Cardenal del Vicio?
-Pasó que la vieja quedó metida, porque la loca le sembró la cizaña. Por ahí se empieza, luego el gusano que se ha  introducido en la manzana hará su trabajo.
-Ah.
-A todo esto, no es llegar y disolver en ácido. Para eso hay que comprar ácido, y en una buena cantidad. O robárselo si uno ejerce su oficio en una mina. Pero tampoco es fácil. Hay que sobornar al capataz o conseguirse lo que le sobró a la mina San José. Luego está el asunto de la palangana. Las venden bien grandes en Sodimac, pero esta palangana que se necesita debería ser casi una piscina y no solo eso, sino que de metal o de concreto, y esas no se venden. En resumen: lo único realmente abordable sería llenar de ácido la piscina de una casa abandonada y disolver a la amante en la noche, tomando la precaución de amarrar el tapón con una cadena a prueba de ácido, de modo que concluido el proceso se retire el tapón desde la orilla, sin meter el cuerpo a la piscina. Pero no faltaría el detalle que incriminaría al cristiano. Después de todo, el crimen perfecto falla cuando entra a funcionar la conciencia o el corazón delator, bien lo sabía el alcohólico demente.
-¿Se refiere a Hemingway o a Faulkner, Catedrático de la Lengua?
-No contestaré esa pregunta tramposa, Chalapán, pero como te habrás dado cuenta, ya comienzan a surgir los temas principales de este diálogo, a saber: ¿Existe el crimen perfecto? ¿Las amantes, una vez que han tocado el timbre y les va mal, insisten o bajan la guardia? ¿Por qué, si las amantes chiflan como las diosas, los hombres se desprenden de ellas, llegando al ácido si es necesario? ¿Las amantes son malas por naturaleza o la sociedad las hizo malas? Y en definitiva: cómo diablos deshacerse de una amante majadera sin dejar huella.
-Siempre me ha intrigado el tema del crimen perfecto, Maestro. El otro día el profesor Ricardo Santibán sostuvo en la Academia que es aquel que se comete a plena luz del día, delante de todos y aceptado por todos. Cuando le pedimos ejemplos el profesor Ricardo...
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales...
-No ha tomado en cuenta lo que dije, Maestro.
-Reflexionaba en voz alta en el café sobre estas dudas existenciales, querido Chalapán, cuando un socio relató la desgraciada experiencia vivida días antes con su amante ocasional, que culminó con uno de sus dedos magullados. El accidente podía pasar como consecuencia de una poda de ligustrinas o cambio de llave del lavamanos, pero el socio nos dejó en claro y con un cierto orgullo que se trataba de una herida de guerra. Al tomar el café paraba el dedito, para que se le viera el tajo. Como en el grupo que conformábamos se encontraba una damisela y El Polaco, le pregunté a la damisela si ella iría a tocar el timbre a la casa de su amante y dijo que jamás lo haría, pues si la dejaran de querer daría simplemente el romance por terminado, ante lo cual pronuncié una de mis clásicas salidas: "Eres la amante ideal para dejar". La frase, dicha con toda inocencia, le provocó tal risa al Polaco, que fue como si hubiese visto al diablo. Al día siguiente el socio del dedo magullado me hizo ver una enorme verdad, en la que no había reparado. Comentando la opinión de esa damisela, que era su amiga, dictaminó: "Habría que ver lo que hace de verdad, llegado el caso".
-¡Cuánta sabiduría en once palabras!, la del socio del dedo magullado.
-Dedicarse a investigar si existe o no existe el crimen perfecto es una idiotez, Chalapán, da lo mismo, pues ya se cometió. Lo verdaderamente contributivo al capítulo moral de la ciencia criminológica sería descubrir si se puede evitar la desaparición forzada de la amante o si el delito es inevitable. Mis observaciones me hacen sostener que el crimen es evitable si la amante toca una sola vez el timbre y que si lo llega a tocar dos o más veces es inevitable. Ejemplos de crímenes abundan, fuera del mencionado caso del ácido.
-¿Tiene algunos, Maestro?
-¿Acaso las cámaras de seguridad no han registrado una sombra que se escabulle detrás de cada una de las mujeres que se han arrojado al Metro? Y aquellas que terminaron sus días bajo los efectos de somníferos, ¿qué te hace pensar que se los tomaron voluntariamente y no bajo una tierna frase inductiva del tipo tómese estas pastillas mijita y se sentirá mejor, no se preocupe, que jamás me iré de su lado, apenas me salga el divorcio me caso con usted? Hay tantos casos. Me parece estar viendo el de la amante que se lanzó en paracaídas y no se le abrió, el de la mujer que fue a pasear en bicicleta al San Cristóbal y de bajada se le cortaron los frenos, el de la rubia falsa que se intoxicó con champiñones recogidos en el bosque, el de la gordita que se ahogó de placer mientras se la chiflaban en la tina, el de la profesora que se infectó el ano con una tiza envenenada, el de la aseadora que "se suicidó" metiendo la cabeza al water y ensartándose el plumero en el poto. Podría seguir, pero qué demuestran: a mi entender, que no fueron meros accidentes, Chalapán, como quedaron registrados en la bitácora policial, sino asesinatos hechos y derechos originados en el acto de tocar un timbre dos veces mínimo.
-Oh, jamás hubiese imaginado que el corazón del amante destilara tanto refinamiento, tanto cálculo, tanta crueldad, Máximo César de los Borgia.
-La necesidad tiene cara de hereje, Chalapán.
-Hay límites, se dice en la Academia.
-Córtala con la Academia, Malacacha. No me voy a chupar.
-Perdón, Maestro. Se me sale.
-Esos actos de arrojo del amante, cuya conciencia es capaz de sacrificar el tesoro de su plácido devenir a cambio del simple cuerpo de aquella que osa tocar el timbre de su casa, lleva a la pregunta que sigue: ¿Por qué, si las amantes chiflan como diosas orientales, los hombres se desprenden de ellas? O formulada de otra manera: ¿Por qué las amantes van a tocar el timbre?
-Me encantaría saberlo.
-Descontando por improcedentes los pensamientos de Aristóteles, Descartes, Kant, Schopenhauer y sin ir más lejos Adorno e incluso Steiner y Barthes, El Polaco deslizó durante ese mismo café una respuesta tan original como obvia: la tensión del nervio tiene su límite.
-No se entiende, Filósofo de la Cuneta.
-Lo mismo le dijimos nosotros. Y esto habló:

Primera ley del Polaco

"Sabido es que el nervio masculino es como un alambre de elástico que recorre el cuerpo, y que al contacto con la amante primero se afloja, luego se estira, luego se afloja. Pues bien, como toda materia, el nervio se oxida, en este caso se vence. Pero no se vence como pensaría uno que el nervio se vence, sino que se vence al revés de como pensaría uno".

-¡Cómo! -le insistimos a coro. Y El Polaco añadió.

El Polaco elucida su principio

"Queda estirado, y el efecto resulta insoportable. Es mil veces preferible desprenderse de la amante que vivir con el nervio estirado".

-Al menos yo, sigo sin comprender del todo, aunque algo vislumbro ya.
-El Polaco aclaró que no se refería al priapismo que afecta al pico ante la picada de una araña de poto colorado o debido a la excesiva ingesta de Viagra, sino que al nervio mismo que recorre el cuerpo de pies a cabeza. Recordó además que el nervio femenino es diametralmente opuesto al nervio masculino, de tal forma que al contacto con su amante se estira, se relaja y se estira y que al oxidarse queda relajado.
-Ah.
-Dado que el nervio del hombre es tan sensible, para qué tensarlo de esa manera, le preguntamos los dos varones del café, mas no así la damisela. El Polaco contestó:

Segunda ley del Polaco

"El hombre hace leseras más grandes por chiflar".

-Pero qué pasa con el nervio cuando uno se pisa a la esposa, si es el mismo nervio, más que preguntamos, rogamos. El Polaco contestó:

Tercera ley del Polaco

"El nervio distingue perfectamente las relaciones con papel de las relaciones sin papel. Y el nervio casado se acostumbra a todo".

-¡Pero por qué la amante va a tocar el timbre! -gritamos. El café entero se dio vuelta. El Polaco contestó:

Cuarta ley del Polaco

"No sé por qué perdió la "U" el sábado y voy a saber por qué la amante toca el timbre".

-La damisela intervino: "No me miren a mí. Yo ya dije que nunca lo haría", declaró. ¿Qué tal, Chalapán?
-No sé, Maestro.
-Exactamente. Estamos casi en las mismas. Apenas hemos dado dos o tres consejos para desprenderse de tan peligrosa compañía: LA AMANTE LOCA.
-¿Y entonces? Este diálogo debe precaverme de futuros avatares, Sultán del Sexo.
-Entonces llegamos a la penúúúúúltima pregunta de la noche: ¿Es la amante mala por naturaleza o la sociedad la hizo mala? O en otras palabras: ¿Por qué las amantes se vuelven locas?
-Debiesen decirlo ellas, sugiero humildemente, Venerable Profesor.
-La bestiecilla siempre guardará silencio, porque es astuta como la zorra. De modo que os lo diré yo.
-Qué bien. Luz para mis oídos.
-Luz para tus ojos, lieder para tus oídos, siempre que sea de Schubert.
-Mi favorita es La rueca, Maestro.
-A mí la que más me gusta es Standchen para solista y coro masculino.
-¿La tiene, para escucharla?
-Claro que sí. Espera un poco.
(Sale, vuelve con el disco y enciende el reproductor).
-Escucha, Chalapán.
(Suena la canción).
-Qué linda.
-No te precipites, Chalapán. Este lieder gusta recién a la tercera vez que se oye.
(Al rato).
-Sí, tiene razón. Ahora me gusta más que antes. Se me está pegando.
-Con la canción de fondo pasaré a explicarte lo que enuncié denantes.
-Luz para mi alma, lieder para mis oídos, Califa del Pentagrama.
-La primera amante de la historia fue pillada culiando detrás de las matas por la mujer de un cromañón, a quien se le planteó allí una de las primeras dudas existenciales que aquejan a toda esposa casada ante las tres leyes: el palo en la cabeza ¿se lo pego primero a la maraca o al maricón culiado? Despejada la incógnita, que en dicho caso se despejó a favor de la segunda opción, tal como lo revela el cototo en la calavera prehistórica del cromañón que se conserva en el museo de Rouan, digo que despejada la incógnita vino de inmediato la primera máxima: si la amante lo hace detrás de las matas, la amante lo hace para callado. Esto de hacerlo para callado no es ninguna simpleza. No se trata de echar a culiar a dos mudos ni de culiar mirando la hora como hacen muchos, sino de algo más extravagante, ya que "hacerlo para callado" es evidentemente una metáfora sobre el acto escondido; esto es, prohibido.
-Ya voy entendiendo, Maestro.
-¿Es malo hacer algo prohibido?, Chalapán.
-Sí.
-Entonces LA AMANTE ES MALA.
-Pero, ¿nació mala o se hizo mala, Profesor?
-He allí la duda.
-¿Qué piensa Usted?
-Sostengo tras mi larga experiencia de Insigne Calavera que la amante se hizo mala al nacer. Lo prueba el siguiente experimento secreto al que tuve acceso. Lo desarrolló la Asociación de ginecólogos de Chile, que siguió las vidas de 2.312 guagüitas mujeres durante 40 años. Aquellas que al momento de nacer se escondieron y debieron ser sacadas con fórceps o cesárea se convirtieron con el tiempo en amantes consumadas. Las que salieron como un pescado fueron esposas y dueñas de casa ejemplares. La segunda variable se consagró en sólo 111 casos; la primera, en 2201, cifra preocupante.
-Ha dicho mala y también loca, Maestro.
-Mala y loca, Chalapán, así es.¡Por qué tanto calvario para el género viril! Y ojo, que la locura de la amante es progresiva y se manifiesta primero en simplísimos detalles que no se saben cortar a tiempo. Todo podría evitarse si el saco de huevas no estuviera tan empotado.
-¿Cuál es la idea, Serenísimo Gran Maestre?
-Las ideas madre para cada paso de su progresión sicótica son las siguientes, Chalapán. Anota, porque lo que viene es muy importante.
-Dicte, Decano del Saber.

Las 13 tablas de la ley de la amante loca

1.- Se dice ella a sí misma, luego de enamorarse: "He visto a Dios". Luego le dice a él: "No importa si usted no me da ni siquiera un minuto de su vida, pues me basta saber que existe".
2.- Proclamación de lo sublime en una frase para el bronce: "La vida es bella". Traducida al sentimiento que le inspira su ídolo queda como sigue: "Mi sueño es que usted sea feliz en su hogar, pues lo que yo deseo es su felicidad".
3.- ¡Ay, el flechazo de Cupido!: "Sólo me conformaría con un beso suyo, y sólo cuando pueda dármelo".
4.- Calentura obsesiva. Cambio abrupto de la necesidad: "Necesito que me enchufe la callampa mi amor, si tiene un tiempito disponible para esta humilde servidora".
5.- Se desatan las bajas pasiones: "Quisiera culiar todo el día con usted mijito rico. Paso con el sapo mojado y me lo tengo que refregar a cada rato con una escobilla de lavar ropa".
6.- Primeros signos del descenso, a la altura de los tres meses de relación. Se altera la forma verbal del trato: "Están dando Avatar en 3D. ¿Me llevas?".
7.- El discreto encanto de la burguesía: "Este fin de semana me encantaría ir al Monticello contigo. Hay un menú súper rico y no sale tan caro, te juro".
8.- La subida por el chorro de frentón: "¿Me regalarás unos días de tus vacaciones? ¡Me los merezco!, ¿nocierto?".
9.- Cobro de sentimientos cochinos: "Tú piensas solamente en el sexo".
10.- A los seis meses se despierta la madre que toda amante lleva adentro: "¿No te había contado que dejé de tomar la píldora?".
11.- La bruja se saca la máscara y se sube a la escoba: "¿Cuándo vai a dejar a la vieja huevón mentiroso?".
12.- Ultimátum: "Siempre me decís lo mismo, pero ya no te creo. O nos vamos esta semana o terminamos para siempre".
13.- ¡Riiing! ¡Riiing!

-He quedado atónito, Visir del Placer.
-Y así llegamos a la úúúúúúltima pregunta de la noche, Chalapán.
-¿Que sería?
-Cómo me deshago de la amante para volver a disfrutar de la fresca brisa de la mañana y del canto de la alondra, mientras los cocos descansan como gatos en el tejado y se llenan plácidamente de moquillo, sin que nadie los moleste. A propósito, como decía nuestro ilustre socio Matta, no ha sido considerado un punto extremadamente relevante, imposible de seguir evadiendo, que te presento a continuación con letras de oro. Espera, voy a cambiar al disco por uno de Philip Sousa.
(Redoble de tambores).
-La amante constituye la prueba definitiva de que el tamaño no importa.
-Oh.
-Así es, Chalapán. A las hetairas o maracas les da lo mismo el porte de la diuca, porque su vicio es estirar la manito. Recuerda que de tanto pisar, a la escort le deja de gustar el pico, justamente por un asunto de rutina. Para confirmar esta hipótesis basta que te hagas una sola pregunta: ¿Te gustaría gozar de la vulva si tuvieras que trabar relaciones carnales con mujeres seis veces al día como mínimo, todos los días de la semana excepto el domingo? De modo que si se te ocurre salir de dudas con una maraca, no esperes que te diga la verdad, porque ella te dirá cualquier cosa, lo primero que se le venga a la cabeza, ya que el tema de la longitud y el ancho de tu chagualín no le interesa en lo más mínimo. Yendo a las esposas, tampoco podrás confiar de lo que digan, porque trabajan con el tamaño que les dio la suerte y está demostrado que, más que el breve suspiro del sábado en la noche, lo que realmente les importa es que el culiado corte el pasto, haga la cama, lave la loza, regale flores y pague las cuentas. Así llegamos a la amante, de la que nos consta que en sus momentos culminantes hay que sacarle la callampa con un diablito. ¿Por qué lo hace? ¿Y por qué con tal grado de calentura? ¿A pito de qué se le mojan los cuadros cuando ve la pirula de su gordi levantando el pantalón?
-No sé.
-Yo te diré por qué, Chalapán. Porque la amante es el único espécimen de la humanidad que no se fija en el tamaño del Julio Martínez con paperas, ya que el placer lo extrae de otras fuentes, vaya a saber uno de cuáles. De modo que en este apartado del diálogo me veo obligado a abrir un paréntesis para rendirle pleitesía a la nunca bien ponderada amante. ¡Gloria a la pulenta amante inmaculada! ¡Tuyo sea el sabor del poder! Mereces quedarte con el plasma de 42 pulgadas. Es poco, considerando el favor que le hiciste al culiado de pico chico.
-Pero cómo deshacerse de la amante, Maestro.
-Un amigo la disfrazó de perro y la metió a la jaula de un león de circo y el león empezó a jugar a la pelota con el perro de mentira.
-No pudo.
-Amenazarla con darle una chanca si sigue hueveando y mandarla a la calle de un portazo, impertérrito ante sus arañazos y sus lágrimas. No es la solución ideal, querido Chalapán, porque siempre quedará pendiendo sobre nuestra cabeza la famosa espada de Pericles a la que hice alusión no sé si en este o en otro diálogo.
-Parece que fue la semana pasada que le oí hablar de eso, Guía del Peloponeso. Me salió verso.
-Ya hemos visto además que el ácido y sus variantes del empujoncito sin querer al Metro, los frenos cortados, la caída al barranco o el misterioso resbalón dentro del cráter del volcán Villarrica no constituyen las mejores soluciones, porque la conciencia se empieza a acumular de légamo hasta que no queda otra que limpiarla abruptamente, como el ducto del lavamanos cuando se llena de pelos. Y la limpieza equivale a confesión.
-Lo mismo se dice en la Academia, perdón.
-Uno de mis pacientes convenció a su amante de que se encadenara a la cama y le empezó a leer "Lumpérica" y la amante expiró en el capítulo 2. Pero le quedó la conciencia manchada y cuando confesó el crimen, el juez lo condenó a tres años y un día por comprar el libro.
-No he tenido el gusto de leer ese libro, Bibliotecario del Bajo Deseo.
-Hay una solución muy linda que le escuché el otro día a mi amigo y socio el Sargento Roldán. Me contaba que su amante había quedado bastante conforme cuando él le anunció que la dejaba, con estas palabras: "Dame un tiempo, mi amor. No eres tú, soy yo". El pequeño problema es que dicha solución deja la puerta abierta para que la mina vaya a tocar el timbre. Escucha esta grabación, que él mismo me convidó en calidad de pequeño grano de arena de aporte a la humanidad.
(Corre la cinta).
-¡Riiing!
-¿Quién será, mi amor?
-Dice que es tu amante. ¿Que tienes una amante? ¿Desde cuándo, que no me habías dicho?
-No le haga caso, mi amor, y no le vaya a abrir la puerta. ¿Qué querrá esa loca?
-Quiere saber si terminaste tu retiro espiritual. Debe conocerte, porque se sabe hasta tu grado.
(Fin de la cinta).
-Si me preguntan a mí, querido Chalapán, creo que la fórmula que más se acerca a la perfección es la que aplica un condenado calavera de la plaza y que te invito a imitar cuando llegue el momento.
-La anotaré en un cuaderno de oro, Singular Conductor.
-Consiste en pagar el precio de la amistad con sus ex amantes, llamándolas para sus cumpleaños, comprándoles regalitos para la Navidad, financiándoles la liposucción por ningún motivo, es muy cara, esa es misión del amante nuevo, pero sí un cafecito de vez en cuando y por qué no una cachita, qué daño le hace, claro que se trata de un repaso. Ante tan elevadas muestras de cariño la amante entiende perfectamente la figura, porque con el tiempo se ha puesto cínica, ha tomado en serio su papel y le ha sacado todo el provecho que ha podido. Sabe, como su socio de amores, que esto no es más que un juego, la eterna fantasía del paso del hombre por la tierra. Honor, templanza y dignidad, Chalapán.
-Honor, templanza y dignidad, Eximio Gurú.

martes, 8 de marzo de 2011

Incompatibilidad del gran amor con la postura pollito pastando

-De partida, Chalapán, la postura no debería llamarse pollito pastando, porque los pollitos comen gusanos y semillas, más que pasto, el que también ingieren, aunque en módicas cantidades, de modo que la postura debería llamarse pollito picando granos de maíz, pero aquí una vez más nos encontramos con el viejo problema de que la forma determina el fondo. Dicho esto, vamos a lo que vinimos.
-Pero antes sírvase un quequito que le mandó mi mamá, Plenipotenciario de la Ley.
-¿Me querrá engordar la señora Josefina?
-Me dijo que le dijera que estaba sanito. Lo hizo recién.
-Viene calentito, humeante. Me dan ganas de probar un pedazo al tiro, pero lo dejaremos para el momento del descanso, si no tienes objeción. Ahora nos espera un arduo trabajo intelectual, querido Chalapán.
-No objeto. Beberé con gusto del manantial que brota de sus palabras, Maestro.
-No te subas por el chorro, Chalapán. Si hemos comenzado por hablar del alimento de los pollos sugiero que hagas el aporte a este diálogo.
-Le agradezco humildemente la oportunidad que me da para lucirme, Ornitólogo Mayor, y en retribución a su inmerecida oferta diré algo que jamás le había contado a nadie. Una vez cuando era cabro chico habíamos comido cazuela de gallina y después de almuerzo fui para callado al gallinero de mi abuelita y tiré unas sobras de tuto y los pollos se lanzaron como hacha a comerse las sobras, se llegaban a pasar la lengua por el pico los caníbales.
-Eso quiere decir que los pollos son animales hechos y derechos y como tales no razonan, sino que se dejan llevar por las ganas, querido Chalapán, de lo que se desprende que si el pollo se pone a picar maíz en postura pollito pastando viene el gallo y se lo puede pisar, aunque sea su propio hijo, se han visto casos de pollos que salen estrilando con el poto cocido.
-También puede suceder que los pollos estén hartos de comer maíz, Arzobispo del Saber, pero como ven que todavía quedan granos en el suelo siguen picando, pues, si se observa con meticulosidad, un pollo de gallinero tiene escasas alternativas de vida o, en palabras humanas, mínimos panoramas para el día.
-Que serían, si me permites completar tu brillante intervención, picar, caminar en dos patas, subirse al palo de la escalera y soltar la plasta.
-Ha definido la vida del pollo en dos líneas, Maestro.
-Si de vez en cuando les diera por mirar la luna no se les llamaría cabezas de pollo; pero como no lo hacen es de consideración general que se han ganado aquella denominación con justicia. Y qué decir del sufrido pollo de criadero, que vive nada más que para satisfacer un capricho humano de día sábado, que es día libre pero justo toca que hay que hacer una pila de cosas en la mañana, no queda tiempo para cocinar y ahora que las mujeres prefieren ir a Almacenes Paris antes que quedarse haciendo el almuerzo, fijo que de vuelta a la casa hay que detener el auto, estacionarlo encima de la vereda, arriesgarse al medio ni que parte y comprar a la rápida un pollo asado "grandecito" con dos porciones de papas fritas.
-¿Habrá pensado aquel dichoso matrimonio, mientras le sacaba una alita al pollo antes de echárselo entero al buche, habrá pensado en la miserable existencia que hubo de vivir el desgraciado plumífero antes de dar su vida por la humanidad, Sultán del Conocimiento?
-Es más, Chalapán, ¿se dará cuenta el pollo de la crueldad que encierra tu irónica observación?
-No ha sido mi intención, Maestro. Mis palabras solamente tenían por destino agregar luz a su razonamiento.
-Pero no te alarmes, distinguido asistente, porque esa maléfica burla acerca del sacrificio involuntario del ave de criadero, qué digo, de miles, de cientos de miles de aves de corral, no llegará jamás a su cerebro inocente, pues si el pollo estuviese en condiciones de descifrar su futuro la pareja de marras comería con menos ganas el almuerzo del sábado, aunque comería igual, ya que con hambre no se razona bien, mejor dicho no se razona, de ahí que, en el fondo, del pollo al hombre haya poca distancia.
-Clap clap clap. Me pongo de pie, Ilustrísimo Emperador.
-A esta altura ya queda claro que el gallo no posee la más mínima noción de sicología femenina. Se pisa a la primera gallina que se le cruza, le pica el cogote, se lo enchufa, siente el gustito y se baja.
-¿Dará tiempo esta veloz performance para que la gallina experimente el ansiado orgasmo, Profesor del Vicio?
-Todo indica que no, querido Chalapán, si nos remitimos al estudio definitivo que realizó al respecto la Sociedad Gallinológica de la Universidad de Sacramento. Los investigadores comprobaron que la zorra de la gallina no se humedece durante el acto sexual. Tuvieron en cuenta que la lubricación es el aspecto previo al orgasmo en cualquier animal, incluido el oso panda. Pero, y he allí el aporte a la ciencia de esta Sociedad, la zorra de la gallina sí se humedece dramáticamente al poner un huevo, lo que indujo a pensar a los científicos que la gallina actúa con su qué: sacrifica su vagina para experimentar multiorgasmos semanales a razón de uno al día. En otras palabras, se va cortada después del gallo. No podía ser de otro modo, ya que la penca flaca del gallo no tiene comparación ni con el diámetro ni con la temperatura del huevo. Por lo demás, es sabido que las gallinas necesitan darle una trascendencia al acto sexual, de allí que si lo asocian íntimamente con la posibilidad de entregar hijos al mundo, el placer sobrevendrá naturalmente y sin el menor complejo de culpa. De lo que se desprende que las gallinas le están dando un notable ejemplo al orbe: no se dejan llevar por los apetitos de la carne y solo consiguen cruzar el umbral de la felicidad en el momento en que vislumbran la relevancia de su misión, que es justamente aquel en que el huevo sale de la cloaca. Placer similar en la forma pero muy diferente en el fondo, por lo demás, al vulgar gusto humano por hacer caca, que tanto alivio proporciona al organismo, sobre todo si se trata de un carnaval de zurullos.
-Tema genialmente tratado en diálogos anteriores, Barón de la Coprolalia.
-Pero qué hace el hombre en vez de imitar el ejemplo de la gallina.
-No sé.
-La engaña, Chalapán. La hace creer que echará pollitos a la vida cuando lo que está haciendo es llenar miles de cajas de huevos que se desplazan por una huincha mecánica, eternamente, mientras la gallina pica harina de pescado frente a una luz infernal, hora tras hora, día tras día, sintiéndose inmensamente feliz, incluso cuando le llega el momento y entra el padre Karadima a darle la extremaunción.
-¿Ama la gallina, Maestro de la Bondad Infinita?
-Naturalmente que sí, Chalapán, entendido el amor de cualquier forma que se quiera entender. La gallina sabe de sacrificio, de renuncias, de darse entera a su amado, en cuerpo y alma. Se levanta antes de que cante el gallo y se acuesta a la hora de las gallinas. Cuida a sus pollitos con el mismo e incluso superior celo que una madre humana, llámese ésta Paris Hilton, Karen Doggenweiler o Kim Kardashian. Es sabido que estas tres grandes madres destacan por el regimiento de nanas que las acompañan doquiera se dirijan, aunque, permítaseme decirlo, no me interesan sus vidas privadas, no las conozco al detalle y para los efectos de este diálogo no tienen la menor importancia. Ni siquiera sé si han parido alguna vez. Lo que sí cobra valor y sentido a la luz de estas palabras es que la gallina no tiene nana, una prueba más de su abnegación, de su disposición a la ofrenda.
-Pero si ama la gallina, Profesor, ¿cómo puede darse que su amor sea incompatible con la postura pollito pastando?
-La respuesta nuevamente la encontramos en el documento de la Sociedad Gallinológica de la Universidad de Sacramento: la gallina ama, pero tiene cabeza de pollo. Esto es, ama y olvida (otro factor esencial del gran amor). En términos prácticos o profanos la gallina ama, pero olvida y se deja llevar por el apetito. Se agacha para picar maíz, viene el gallo y se la pisa. Entonces recuerda su amor, inclina humildemente la cerviz y se dispone al sacrificio, a sabiendas de que más tarde vendrá su recompensa. A todo esto, nadie ha podido explicar, ni siquiera los investigadores de Sacramento, por qué los huevos de color son más caros.
-¿Pero por qué es incompatible el gran amor con la postura pollito pastando, Maharajá del Vicio?
-El fabulista Esopo publicó en su tiempo una historia que fue censurada por la crítica griega, y eso que los griegos eran los capos de la libertad de expresión; aun así mataron a Sócrates, el escritor preferido de Carlos Menem, según declaró él mismo en sus días de gloria, antes de conocer a Cecilia Bolocco. A propósito, qué le habrá encontrado Cecilia Bolocco a Menem. Dicen que un saco de plata; otros juran que Menem tiene la media coronta porque tiene esa cara de huevón de coronta grande, y que con Viagra puede echar hasta tres cachas al día, la prueba máxima está en Maximito, que no se parece para nada a Kike Morandé sino que es la copia fiel del ex mandatario del país de allende los andes, no hay nada injurioso en decir esto, me pongo el parche antes de la herida.
-Su voz jamás podrá ser acallada, Máximo Rey.
-Además escuché por ahí, creo que me lo contó La Fiera, que al cabezón Menem le gustaba echar cacha con pañuelo cafiolo, bata y pantuflas. Después se peinaba ante el espejo y se tomaba un whisky. Antes de acostarse llamaba por teléfono a Anillaco y preguntaba cómo iba la plantación de aceitunas y la cosecha en la viña. La cuenta de teléfono le salía como 240 lucas al mes y como a nuestra ex Miss Universo se la descontaban de la cuenta corriente mediante el sistema PAC, que evita las colas, gran invento, el cabezón se hacía el leso y por ahí se filtró que esa fue la verdadera causa de la separación.
-Se disponía a iluminarnos con una fábula de Esopo, Vox Populi.
-La fábula decía así: cierto día la gallina picaba maíz cuando vino el gallo y se la pisó postura pollito pastando. La gallina protestó: entonces no me amas. El gallo osó responderle, aunque no era obligación: por qué dices eso. La gallina contestó: porque un gran amor es incompatible con la postura pollito pastando.
-Me ha vuelto a iluminar. ¡Ahora por fin lo entiendo todo!, Lux Aeterna.
-Las fábulas suelen contener más verdad en lo que no dicen que en lo que dicen, querido Chalapán. De allí que ésta haya perdurado en el tiempo y además servido para organizar múltiples seminarios alrededor del mundo en hoteles cuatro estrellas que se han hecho la América a costa de Esopo y su mensaje hermético.
-¿Pero en el fondo cuál es la moraleja? No entendí tanto.
-Una interpretación libre de la fábula sería la que sigue, querido Chalapán: el gallo no es capaz de amar pues se guía por su instinto. Otra interpretación es: el gallo ama a su manera pero la gallina no entiende su lenguaje. Otra interpretación sería que la gallina vive protestando, porque le conviene. Una cuarta interpretación vendría siendo que ni gallo ni gallina saben de amor, apenas de sexo a la brutanteque. Quinta interpretación: quien desea es que no ama. Sexta interpretación: el gran amor supera al deseo carnal, mas no lo elimina. La moraleja que nos dejó Esopo dice así: el gallo dejará de ser el rey del gallinero cuando le saquen la cresta.
-Ahora sí entendí. Creo.
-Jamás amante alguno, hombre o mujer, ha venido a mi oficina a solucionar problemas sexuales, pero sí lo han hecho incontables matrimonios. Lo anterior vendría a demostrar, a juicio de este Profeta del Vicio, que los amantes echan cachas como si se viniera acercando del cielo la radiación de Fukushima y que los matrimonios echan menos cachas.
-¿Por qué, Maestro?
-Porque un gran amor es incompatible con la postura pollito pastando.
-Ah. Parece que ahora entendí.
-Una señora me contaba el otro día que estaba recogiendo unas colillas del cenicero de la mesa de centro en el living cuando entró el marido y le enchufó la corneta. ¿Y cómo reaccionó usted ante el embate?, le pregunté. Me quedé como estatua, Profesor, me dijo. De esto se desprende -y luego la dama lo confesó- que el matrimonio estaba culiando poco. A la siguiente sesión pude confirmar lo que ya era una tabla de la ley en mi mente: ese matrimonio no se amaba. En la última sesión la señora me reveló que el marido solamente se la pescaba en esa postura, de modo que durante la semana ella vivía juntando colillas en el cenicero y el domingo en la mañana le avisaba, al levantarse, que más rato tenía que hacer el aseo en el living. Usaba el eufemismo porque se declaraba tímida.
-¿Qué hace a la postura pollito pastando antagonista del gran amor, Maestro?
-Tal duda me fue respondida, no sé si resuelta, por un gásfiter con el cual compartí un borgoña en chirimoya, Chalapán. Le pregunté por qué los gasfíteres, no gásfiteres, menos gásfiters, eran tan irresponsables y nunca llegaban a la casa cuando uno los llamaba. Se defendió alegando que se trataba de un oficio miserable, lleno de pelos y mojones trancados. Le pregunté por el mito del gásfiter que es recibido por la dueña de casa en baby doll y me aseguró que una pura vez le había tocado algo así en su larga trayectoria. Era una mujer entrada en años que sin embargo lograba mantenerse atractiva. "Cuando me la estaba chiflando pollito pastando me pidió que le apretara los pezones con la llave inglesa, me salió chúcara", dijo. La conversación prosiguió y abordamos el tópico de la selección chilena, que nos mantuvo concentrados un buen rato. Cuando pedimos el segundo jarro me preguntó a qué me dedicaba yo, y yo le conté algo de mi vida. Se manifestó sumamente interesado y como siempre pasa, intentó una consulta gratis. Acordamos que él pagara los dos jarros y entonces pudo preguntar. Lo que quería saber era por qué un gran amor era incompatible con la postura pollito pastando. No era momento para sicoanálisis ni nada parecido, de modo que la consulta hubo de llevarse a cabo en la misma quinta de recreo, con música de Luis Dimas en el Wurlitzer. Le pregunté qué tenía contra la postura pollito pastando y me dijo que nada, que al revés, le gustaba, era su preferida, sobre todo con las maracas. Por qué, le pregunté. Primero, es más fácil Don Buruburo. Segundo, la maraca del café topless se pone altiro pollito pastando. ¿Y tercero? Que de arriba se le ve el poto gordo y uno cuando la agarra de las ancas se lo manda a guardar a la paraguaya y se va cortina rapidito, más rápido si la mujer hace como si le gustara. Le pregunté si en cambio un gran amor... y me respondió: "La única vez que amé, Don Buruburo, culié poquito y cuando culiamos yo lo único que ansiaba era mirarla a los ojos". No tiene usted alma de gásfiter, le dije. ¿Por qué, Don Buruburo? Nada, prosiga. Me dijo: "La miraba a los ojos y me iba cortado con los ojos llenos de lágrimas". ¿Qué hacía ella?, le pregunté. Trabajaba en una panadería picando cebolla para hacer empanadas, me dijo. ¿Ella también lo miraba a los ojos? No, le gustaba pollito pastando. ¿Y qué pasó? La pillé atracando con el tuerto de la caja y hasta ahí no más llegamos; la increpé a la salida y le pregunté qué le encontraba al tuerto. Me dijo que lo amaba y que él también la amaba, porque lo veía en sus ojos. ¿Cómo se llamaba el tuerto? Mamerto.
-Ah, creo que ya me está quedando claro Mamerto, perdón, Maestro.
-En otro ámbito y ahora que empieza el otoño, he notado que las hojas caen con la ventolera, pero si no hay ventolera no lo hacen y son capaces de permanecer en su posición hasta la llegada de la primavera, cuando el árbol renueva sus hojas. Son éstas últimas las que refrendan el ciclo de la naturaleza. Digo esto por los culiados que se aferran a sus trabajos soportando huracanes, sin dar paso a las nuevas generaciones, pero tarde o temprano llegarán las oscuras golondrinas y harán verano. A propósito, una golondrina no hace verano y sin ir más lejos, la golondrina no pisa pollito pastando sino golondrina pastando. Dícese que Dios privó de entendimiento a los animales a través del lenguaje para que no quedaran más atrocidades en la Tierra. De lo contrario la golondrina y el pollo aún estarían disputado la marca pollito pastando, igual que Chile y Perú se disputan la marca pisco.
-Eso es así y no de otra forma, Magistral Maestro.
-Las personas que se quieren de verdad no pisan pollito pastando, Chalapán, sino misionero, la postura sagrada, no confundir con patita al hombro, primer escalón hacia el valle del pecado. De igual modo, resulta sumamente sospechoso si al momento de la cópula la amada da la espalda para sentir el pico por detrás. Es muy probable que lo haga para que no se note que está pensando en el patas negras. En lo que concierne al varón, numerosas damas han entrado llorando a mi consulta. Luego de secarles las lágrimas con mi pañuelo usado me han confesado que durante el acto su amado les introdujo un dedo de la mano en el orificio anal, más allá de la segunda falange. Hemos concordado ambos entonces que eso no es amor y para vengarse les aconsejo hacerlo pollito pastando conmigo. "No Profesor -dicen siempre- eso lo hago solamente con mi amante". Entonces le pido que me chupe el pico y tras dudar unos momentos lo hace, "pero no piense mal, Maestro Perfecto, lo hago solo para desquitarme del canalla de mi marido", me advierte. Si supiera que yo lo sé todo no me chuparía el pico: la mujer se enfadó con el "canalla de su marido" porque cuando éste retiró el dedo lo sacó lleno de caca y eso la avergonzó a tal extremo que tomó el dedo y se lo chupó ella misma para hacer desaparecer al instante la prueba del delito. Por lo tanto, lo que la trajo a la consulta, sin confesarlo, fue que tan mala no encontró la caca, un poco amarga no más, pero sustanciosa, y eso la llenó de culpa. Así es, amigas y amigos, la vida guarda demasiados misterios y para eso estoy, para descorrer las cortinas.
-Pero por qué un gran amor es incompatible con la postura pollito pastando, Profesor, qué tiene que ver una cosa con la otra.
-Cuéntase que un gallo romántico implantó nuevas reglas en el gallinero. Les habló francamente a sus chiquillas y les confesó que él no era de amores frívolos, sino de grandes amores, y que su corazón le pertenecía a una sola, que se llamaba Francolina. La gallina que así llamábase suspiró de gusto y lanzó al suelo unas gotitas de pipí, por la excitación de saberse reina del gallinero. Así se comprobó de paso que las gallinas mean. A las demás gallinas no les quedó otra que seguir buscando gusanos. El gallo entonces procedió a hacerle la corte a Francolina. La tomó de un ala y se la llevó al rincón del gallinero, donde le juró amor eterno. A Francolina le faltaba la respiración, aunque íntimamente sentía que el gallo demoraba mucho en acostarse con ella.
-Continúe por fravor, Maestro. Creo que ahora sí veo la luz al final del túnel.
-Por fin llegó la hora. El gallo había preparado un biombo para que no fueran vistos por las demás en tan íntimo acto. Francolina se puso pollito pastando y el rey la corrigió: "Así no, tesoro, no simplifique ni vulgarice lo que Dios ideó con tanto afán". Francolina se murió de vergüenza y le preguntó cómo le gustaba. "No se trata de gustos, mi bien, sino de amor, de puro y sincero amor". Francolina se conmovió y llorando a moco tendido le dijo que estaba a sus órdenes. El rey la depositó suavemente en el piso y le pidió que abriera las patas y tratara de apretarle las costillas con ellas, no tan fuerte. Así lo hizo Francolina, a duras penas, pero le gustó. El gallo le metió el pico y se fue cortado en menos que canta un gallo, no alcanzó ni siquiera a decirle que la quería. De modo que ya acabado el acto le proclamó su amor. "¡La amo, Francolina, quiero ser solo suyo! ¡Y para siempre!". A Francolina ya no le gustó tanto la preferencia de su señor. Así duraron tres días, pero al cuarto se puso tortillera y cuando se dio cuenta de su depravación, del pecado mortal que estaba cometiendo, se ofreció ella misma como cazuela para el domingo. El lunes el gallo palideció y el martes amaneció con el cogote estirado. A lo que llegan estas cosas, pensar que trato de dar alegría y todo termina en tragedia.
-Qué triste fin tuvo el pobre gallo.
-Sin ir más lejos, Chalapán, un viejo ferroviario jubilado que acudía todas las tardes a la estación para mirar pasar los trenes, ya que como era viudo no tenía otra cosa que hacer, se encontró un día métale dando explicaciones a una chiquilla que se bajó del expreso de Chillán y no sabía cómo llegar a la casa de su tía. La chiquilla no se sabía ni los nombres de las calles. Para los efectos de esta historia debemos anticiparnos a aclarar que hace dos días había cumplido 18 años. La cabra se pasaba riendo de puro tonta y con el viento del andén se le levantaba la falda y se le veían los calzones de algodón. El viejujo se calentó y le ofreció acompañarla, lo que ella aceptó de muy buen grado, sobre todo porque se trataba de un viejito tan caballero. Supiera la cabra que al viudo le había empezado a gotear la tula. El hecho es que llegaron ambos a la casa de la tía y la cabra no tocó el timbre sino que abrió la puerta con la llave que andaba trayendo en la chauchera. ¿Que tiene llave? Sí. Bueno, yo llego hasta aquí -el viejo no daba más, pero no se atrevía a tirarse al dulce, era medio tímido. ¿Quiere pasar a tomarse un agüita caballero? Muchas gracias, no se moleste -ya estaba que largaba el chorro de moco. Si no es ninguna molestia. Si no es molestia, paso. Entraron. Estaba oscuro. Oye cabra, ¿y tu tía? (el viejo se puso barsudo). ¿Qué tía? ¿No veníai donde tu tía? No, era mentira. El viejo le agarró el poto y con la lengua se le fue directo a las tetas. En eso se encendió la luz y la mujer exclamó: ¡Yo soy tu tía!
-¿Cómo? No entiendo, Califa Superior.
-Era un esperpento nauseabundo, una vieja sin poto que en el baño del tren, antes de llegar a la estación, había adoptado la forma de una chiquilla de 18 años 2 días para probar qué tan nobles eran los sentimientos del viudo. Como éste salió mal en la prueba, la vieja sin poto se puso pollito pastando y el viejo se la tuvo que chiflar con los ojos cerrados. Igual se fue cortina, pero el gustito fue raro, como doloroso.
-Ah.
-De este diálogo debemos extraer lecciones, distinguido subalterno. Cuando los enamorados empiezan a pisar pollito pastando están dejándose de amar, es una de ellas. Me acabo de acordar del caso de una gallina que llamó al Rumpy para contarle que estaba sintiendo cosas extrañas por un peuco. El huevón del Rumpy quiso ponerse ingenioso y gritó con su voz de pito que eso era zoofilia. La gallina se picó y le contestó que fuera a huevear a su hermano. El Rumpy acusó el golpe y bajó el tono. Costó harto volver al nivel primitivo, tuvieron que poner una cortina musical y a la vuelta la gallina relató su historia. Contó, muy seria, porque se trataba de una historia seria, que cuando vio por primera vez al peuco rondando el gallinero no sintió nada. En cambio el gallo salió a echarle la foca, lo que provocó las burlas del peuco, quien dejó oír su voz ronca de padre y señor mío, ahí la gallina sufrió el primer tiritón. Al otro día volvió el peuco temprano y la gallina lo miró de arriba abajo. Era tan macho, hablaba poco y nada y fumaba por el lado del pico. Se paraba en la rama y miraba el gallinero, no hacía nada más, se podría haber pasado el día en eso. Pero se las comía a todas con los ojos, menos al gallo. Este último quiso dárselas de listo y lo agarró a hondazos. El peuco se hacía pallá y pacá, muerto de la risa. Entonces la gallina salió al ruedo y le rogó que bajara a tomarla, lo dijo con palabras poéticas tan decimonónicas que al peuco se le entró la hombría. Se había producido un insólito coup de force, que obligó al gallo a retar a duelo al peuco. Designaron padrinos, un topo lo fue del gallo y un pavo lo fue del peuco. Se repartieron las pistolas y se contaron los pasos. La gallina se puso a picar maíz; vino el pavo y se la pisó pollito pastando. Los dos disparos dieron en el blanco al mismo tiempo y a los 21 días a la gallina viuda por partida doble le nació un gallipavo.
-Qué tierna historia, Maestro.
-Amigo Chalapán, debemos dejar algo de ingenio para los siguientes capítulos. Me disculparás si el final se torna tan abrupto, pero en realidad queda poco que decir. En tres palabras, como el bolero, si los culiados pisan pollito pastando no están enamorados. Si pisan misionero son católicos de misa diaria o judíos ortodoxos, malos para el catre. Los indios califas pisan postura cangrejo, que es el pollito pastando del Kamasutra, de modo que si un indio pisa cantando es un cheyene. Tráete el queque ahora.
-Con todo gusto, Gran Maestre de la Sabiduría Gastronómica.
-Mmm... me gustó más el budín de pan.
-Se lo diré a mi mamá, con el fin de que se esmere en la medida de lo posible.
-Olvida lo que dije, querido Chalapán. Honor, templanza y dignidad.
-Honor, templanza y dignidad, Dictador Supremo.